Como muchos de ustedes sabrán, el blog que tienen ahora mismo delante está vinculado a una página de Facebook en la que cualquier miembro de esta comunidad de lavadores de textos puede participar con sugerencias, discrepancias y preguntas. Tenía yo pendiente hablar de dos asuntos que fueron comentados en su día en esa página, y no me he olvidado. Me estoy refiriendo al denominado «infinitivo introductor» y al uso de la palabra ‘mismo’ con función anafórica. Esto les puede sonar a chino, pero sigan leyendo, que explicaremos estas dos feas manías en los párrafos siguientes y verán que las reconocen de inmediato. De paso, les doy las gracias hoy a los dos lavadores que entraron en nuestro muro de Facebook para pedirnos que escribiéramos sobre ambas cuestiones.
Seguramente habrán escuchado en más de una ocasión a algún locutor de radio o de televisión decir frases como esta: ‘Por último, señalar que el presidente llegó a la reunión con veinte minutos de retraso’. ¿Les suena bien? Si es así, tendremos que llegar a la triste conclusión de que el uso del llamado «infinitivo introductor» está teniendo más éxito del deseado. Por lo que a mí respecta, detesto tal fórmula, que yo cambiaría por esta: ‘Por último, hemos de señalar que el presidente…’ o bien por esta otra: ‘Por último, señalemos que el presidente…’.
Manuel Seco nos habla en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa) de este desagradable uso del infinitivo, del que dice que comenzó a ponerse de moda hace unos treinta años y que es muy común entre locutores de radio y televisión y presentadores de actos públicos, aunque tampoco se salvan de tan horrenda costumbre periodistas ni escritores. Generalmente se emplea con el verbo ‘decir’ o con alguno que se le parezca (‘destacar’, ‘añadir’) y, según Seco, «en la norma tradicional, en lugar de este infinitivo introductor se usa un subjuntivo en plural de modestia […], o una construcción ‘quiero/queremos’ + infinitivo, o ‘he/hemos de’ + infinitivo». O sea, lo mismo que hemos hecho nosotros en los ejemplos del párrafo anterior.
La Nueva gramática de la lengua española (Espasa), de la Real Academia Española, también se refiere a esta manía, de la que dice lo siguiente: «Se recomienda evitar el uso del infinitivo con los verbos ‘decir’, ‘señalar’, ‘indicar’ y otros similares en los contextos en los que se introduce alguna información dirigida a alguien». El manual académico nos explica, por ejemplo, que es preferible escribir ‘Señores, les informo que…’ a ‘Señores, informarles que…’.
Y ahora vamos con el uso de ‘mismo’ con función anafórica. Para empezar, ¿qué es eso de función anafórica? Según el Diccionario panhispánico de dudas, de la RAE, se trata del empleo de una palabra «como elemento vacío de sentido cuya única función es recuperar otro elemento del discurso ya mencionado». Por su parte, José Martínez de Sousa señala, en su Diccionario de usos y dudas del español actual (Ediciones Trea), que esta función «es propia de los pronombres demostrativos», pero «se ha adjudicado desde hace tiempo, impropiamente, a los adjetivos o pronombres ‘mismo’, ‘misma’…».
Como no sé si les ha quedado muy claro de qué estamos hablando, les pondré un ejemplo: ‘La plaza está llena de bancos y en el centro de la misma hay una fuente’. Ese ‘misma’ que acaban de leer queda muy mal. ¿Qué tal ‘… y en su centro hay una fuente’ o, simplemente, ‘…y en el centro hay una fuente’? Mucho mejor, creo yo. Sin embargo, «la fuerza de este defecto es tal que la propia Academia, en infinidad de ocasiones, lo emplea» en las definiciones de su diccionario, afirma Martínez de Sousa en la obra citada.
El Panhispánico nos dice que «en estos casos, siempre puede sustituirse ‘mismo’ por otros elementos más propiamente anafóricos, como los demostrativos, los posesivos o los pronombres personales». Así, es mejor decir ‘Examinaron todas las cerraduras para comprobar su eficacia’ que ‘Examinaron todas las cerraduras para comprobar la eficacia de las mismas’. En algunas oraciones incluso se puede prescindir de la palabreja sin necesidad de sustituirla por otra; por eso me gusta más la frase ‘Llegaron vivos diez hombres, pero cuatro estaban gravemente heridos’ que ‘Llegaron vivos diez hombres, pero cuatro de los mismos estaban gravemente heridos’.
Con este artículo doy por saldadas mis deudas pendientes con dos de los amigos que Lavadora de textos tiene en Facebook. Si ustedes tienen alguna consulta que hacernos, o si no están de acuerdo con algo de lo dicho más arriba, no tienen más que entrar en nuestra página y escribir en el muro. No olviden que aquí lavamos todos.
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