Todos sabemos lo que es un microrrelato, ¿verdad? Tal vez el más famoso sea El dinosaurio, del escritor guatemalteco Augusto Monterroso. Dice así: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Inquietante. Hoy no vamos a escribir un microrrelato, sino un relato breve sobre la incapacidad que tienen algunos (pocos, esperemos) para enmendar sus errores. La protagonista se llama Sabina y, según me manifestó a través de una red social días atrás, vive atormentada por los concursos de microrelatos que se anuncian en Internet. Yo también vivo así desde hace tiempo, y la culpa de nuestro común tormento es una simple letra ere (¿o erre?).
Me contó Sabina que no se cansa de enviar correos electrónicos a esos organizadores de concursos de microrrelatos que se empeñan en comerse una letra ‘r’ a la hora de escribir el objeto de la competición. Mal empieza la cosa, pienso yo, si los promotores de la idea no saben usar bien nuestra lengua. «Rara vez lo corrigen o me responden dando las gracias. Supongo que les resulta más fácil hacerse los locos», se lamentaba esta amiga virtual. Pero su lamento no quedaba ahí: «Una vez me respondieron dirigiéndose a mí como si estuviese chalada y reafirmándose en su microrelato. Me decían, textualmente y como si yo fuese una niña de cuatro años, que ‘relato’ se escribe con una sola ‘r’, y que por esa razón ‘microrelato’ también se escribía con una sola ‘r’».
Aquí termina por el momento nuestro relato breve, y ahora les diré por qué lo correcto es escribir ‘microrrelato’; si por casualidad algunos de los destinatarios de aquellos correos de Sabina leen esto, tal vez podamos cambiar, al menos en parte, el final del cuento. Veamos: el asunto es que tenemos dos fonemas (dos sonidos); uno es el fonema /r/, que es el que usamos en palabras como ‘pared’, ‘sobre’ y ‘caer’, y el otro es el fonema /rr/, que es el sonido que sale de nuestras bocas cuando decimos, por ejemplo, ‘arrímate’, ‘rosa’ y ‘enrollar’. Como habrán notado, a la hora de representar el fonema /rr/, a veces usamos una ‘r’ y otras veces ponemos dos…
Para el fonema /r/ usamos siempre la letra ‘r’, o sea, la ere, de tal manera que escribimos palabras como ‘pero’, ‘bares’, ‘poro’ y ‘sobre’. Y para el fonema /rr/ usamos el dígrafo ‘rr’ (al que llamamos erre) –‘perro’, ‘barres’, ‘porro’– o bien la misma letra ‘r’ (a la que ahora llamaremos erre): ‘alrededor’, ‘enrollar’, ‘rosa’. ¿Cuándo usamos la ‘r’ para representar el fonema /rr/? Cuando el sonido está al principio de una palabra (‘rosa’) o después de una consonante que pertenece a la sílaba anterior (‘alrededor’). En cambio, empleamos el dígrafo ‘rr’ cuando el sonido está entre dos vocales: ‘perro’.
Y como no pierdo la esperanza de que aquel señor que trató a Sabina como a una niña de cuatro años pueda leer este artículo, le voy a explicar por qué la palabra ‘microrrelato’, en concreto, se escribe con ‘rr’… Bueno, en realidad ya lo he explicado: ¿no queda aquí el sonido /rr/ entre dos vocales? Sí. Por lo tanto, no hay nada que añadir; hasta un niño de cuatro años lo entendería («Búsqueme un crío de cuatro años, a mí me parece chino», diría ahora Groucho Marx).
Pero, dado que el sorprendente argumento de este incapacitado censor era que en la palabra ‘relato’ solo escribimos una ‘r’, veamos qué dice al respecto la Ortografía de la lengua española de 2010 (Espasa), de la Real Academia Española: «En las voces prefijadas o compuestas, debe escribirse ‘rr’ si el fonema /rr/ queda en posición intervocálica, aunque en la palabra simple ese mismo fonema se represente con ‘r’ por ir en posición inicial». La Academia pone este ejemplo: ‘antirrobo’ (de ‘anti-’ + ‘robo’), pero pudo haber puesto este otro: ‘microrrelato’ (de ‘micro-’ + ‘relato’).
Como habrán comprobado, esta advertencia de la Ortografía no es más que un recordatorio para despistados con el que nos dejan claro que el fonema /rr/ se escribe siempre con ‘rr’ cuando está entre dos vocales, aunque vaya después de un prefijo o de un elemento compositivo, como ocurre en este caso. Algo parecido sucede con las voces en las que el prefijo termina en ‘r’ y el segundo componente empieza por la misma letra: ‘interracial’ (de ‘inter-’ + ‘racial’).
Creo que queda todo dicho. Ahora solo falta que esos organizadores de concursos de microrrelatos a los que Sabina quiso echarles una mano –y, de paso, ayudarlos a mejorar su imagen como promotores literarios– admitan su error para que nuestro cuento de hoy tenga un final feliz.
Ramón Alemán
@Lavadoratextos
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