No crean ustedes que vamos a hablar del día de los Enamorados. No. Vamos a hablar de una coma que causa muchos problemas y que no tiene nada que ver con Cupido ni con san Valentín. Lo del título ha sido simplemente para llamar su atención en un día tan meloso como el de hoy, pero aprovechemos esa oración para explicar por qué a veces hay que escribir una coma antes de ‘porque’ y en otras ocasiones no.

Conozco a decenas de personas –cienes y cienes, que diría un exagerado (por cierto, ese plural se puede usar a veces, pero yo aquí lo he empleado mal)– que dudan a la hora de poner o no una coma antes de la palabra ‘porque’. Algunos dicen que la escribirían si hacen una pausa antes de esa conjunción y otros saben más o menos cuándo ponerla, pero no saben explicar por qué. A eso lo llamo yo corrección intuitiva…

Pues bien, vamos a aclararlo. Si yo escribo ‘Te dibujó un corazón porque te quiere’, no pongo ninguna coma, y hago bien. Sin embargo, sí la pondría si escribiera ‘Te quiere, porque te dibujó un corazón’. ¿Cuál es la diferencia? En el primer ejemplo, la oración subordinada ‘porque te quiere’ es lo que los gramáticos llaman una «causal del enunciado», mientras que en el segundo, la subordinada ‘porque te dibujó un corazón’ es una «causal de la enunciación».

Siguen sin tenerlo claro, ¿no? Pues continuemos: las causales del enunciado «indican la causa de lo que se dice en la oración principal», según la Gramática didáctica del español (Ediciones SM), de Leonardo Gómez Torrego. O sea, que en el primer ejemplo te están diciendo que la causa de que alguien te haya dibujado un corazón es que te quiere. Sin embargo, las causales de la enunciación «indican el motivo de lo que dice o piensa el hablante», añade la misma obra, de tal forma que en el segundo ejemplo, quien habla explica que él piensa que alguien te quiere, y lo piensa porque ese alguien te dibujó un corazón.

Hay un truco para saber cuándo una causal es del enunciado y cuándo de la enunciación, aunque no siempre funciona. En los dos ejemplos de arriba sí lo hace, así que vamos a practicar. Las causales del enunciado pueden responder a la pregunta ‘¿por qué?’ planteada sobre la oración principal. ¿Por qué te dibujó un corazón? Porque te quiere. Y las de la enunciación suelen responder a las preguntas ‘¿por qué lo digo?’ y ‘¿por qué lo creo?’ planteadas también sobre la oración principal. ¿Por qué creo que te quiere? Porque te dibujó un corazón.

¿Y por qué hay que escribir una coma cuando la subordinada causal es de la enunciación? Dice la Ortografía de la lengua española de 2010 (Espasa), de la Real Academia, que estas causales son «externas al predicado, pues […] no expresan la causa […] real de lo enunciado en la oración principal». «Su condición de elementos externos al predicado –añade la Ortografía– justifica la obligatoriedad de separarlas por coma del resto del enunciado».

Al poner esa coma dejamos claro que lo que viene detrás de ‘porque’ no es la causa de lo dicho antes de la conjunción. Si no empleáramos ese poderoso signo de puntuación en el título de este artículo, estaríamos afirmando que alguien te quiere por el simple hecho de haberte dibujado un corazón, y todos sabemos que querer es mucho más que hacer garabatos románticos sobre un papel.

Espero haberme explicado bien. Si no es así, lo lamento. En cualquier caso, no le den muchas vueltas al asunto y tengan claro que si hoy –o dentro de un mes– alguien le dibuja un corazón a alguno de ustedes, lo más probable es que lo haga porque desea demostrarle que lo quiere. Es más barato, más emotivo y más sincero que cualquiera de los regalos que ofrecen en los centros comerciales los mismos tipos que decretaron que en el día de los Enamorados hay que gastar dinero.

Ramón Alemán

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