Si algo tiene de fascinante esta lengua que hablamos cientos de millones de personas es que se las arregla constantemente para ponérselo difícil a los puristas y a quienes tratan de encorsetarla con reglas y normas. En cualquier esquina de una conversación nos encontramos con usos que chocan contra lo que parecería lógico, y no por ello dejan de ser válidos. Un ejemplo de lo que les cuento lo tenemos en la palabra ‘azúcar’, que oscila de manera maravillosa entre los géneros masculino y femenino para desesperación de algún que otro talibán de la gramática.
La singularidad del sustantivo ‘azúcar’ no es que sea ambiguo en cuanto al género, pues hay muchas más palabras que lo son (‘el mar/la mar’, ‘el mimbre/la mimbre’, ‘el margen/la margen’). Aclaremos que las palabras ambiguas son aquellas que se pueden usar con ambos géneros y que en los dos casos significan lo mismo: cuando yo digo ‘la mar’ estoy hablando de lo mismo que cuando digo ‘el mar’. Por lo tanto, son cosas diferentes una palabra ambigua y una palabra común en cuanto al género, pues, aunque esta última funciona también con los dos géneros gramaticales, tiene un significado distinto para cada uno de ellos: un periodista es una persona de sexo masculino que ejerce el periodismo y una periodista es una persona de sexo femenino que ejerce el periodismo. Sin embargo, el azúcar y la azúcar son una misma cosa.
Sí, el sustantivo ‘azúcar’ es ambiguo, pero es otra la peculiaridad que lo hace especial: aunque por lo general funciona como masculino –sobre todo cuando está en plural–, el adjetivo que a veces lo acompaña suele ser femenino, incluso a pesar de que el artículo que determina el género de ‘azúcar’ sea –o parezca– masculino. Por ejemplo, es normal decir cosas como esta: ‘El azúcar refinada es ideal para repostería’. Como pueden ver, el artículo ‘el’ es –o parece– masculino, mientras que el adjetivo ‘refinada’ es femenino. El gramático Manuel Seco califica este fenómeno como curioso en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa), pero el Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española, va más allá y le busca una explicación a esta curiosidad.
Decía yo que el artículo ‘el’ es «o parece» masculino en la oración ‘El azúcar refinada es ideal para repostería’. ¿A qué viene eso de «parece»? Según el Panhispánico, cuando el sustantivo ‘azúcar’ va acompañado de un adjetivo femenino, está funcionando a todos los efectos como femenino, de tal manera que el artículo ‘el’ no es masculino, sino un vestigio de aquel uso del español medieval por el cual decimos ‘el agua’, ‘el águila’ y ‘el área’. En estos casos, recuerda el diccionario, el artículo ‘el’ es en realidad una variante de ‘ela’, un viejo artículo femenino. Y aunque en la actualidad el uso de ‘el’ como femenino está restringido a sustantivos femeninos que comienzan con /a/ tónica (como ‘agua’, ‘águila’ y ‘área’), en tiempos remotos se usaba siempre que el sustantivo femenino al que acompañaba comenzara con vocal –tónica o átona–, como es el caso de ‘azúcar’.
No se asusten, pues –ni le tiren de las orejas a nadie–, si alguna vez escuchan o leen esta anomalía gramatical, que, a decir verdad, hace de nuestra lengua algo tan imperfecto como dulce.
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