Hay sobreoferta de artículos de opinión feministas que pontifican sobre lo que no debemos hacer a la hora del sexo. ¿Desde cuándo ustedes -mujeres- tienen la última palabra? ¡Pues no! He aquí lo que pensamos nosotros.

El más reciente ‘manual para el hombre’ es de María José Martínez, publicado en la revista Soho. Me pregunto por qué -mejor- no hacen entre ellas mismas un decálogo para la mujer. Ya sé: les resulta imposible. «Es que ni nosotras nos entendemos», admiten sonrientes y orgullosas de lo inexplicables que suelen ser.
Por lo pronto, vamos a contestarle a la bella María José y a su artículo titulado: «Cosas que no debe hacer en el pospolvo». Empieza con una prohibición expresa a mirar el celular, usar Twitter o responder correos electrónicos. Cuestiona que nos demos media vuelta y durmamos.
¿Por qué lo hacemos? Cuando termina el coito o acto sexual, el hombre -por naturaleza- siente desapego por la mujer (incluso si la ama, en serio). Su cuerpo está exhausto y complacido, porque ya dio todo de sí; es momento de una posición cómoda para descansar; causa molestia seguir pegado a otro cuerpo sudoroso. ¡Qué calor!
En respuesta, aquí les va una sugerencia para el decálogo de cosas que ustedes -mujeres- no deben hacer en el pospolvo: pedir abrazo y demandar atención. ¡Es que acabamos de estar juntos! Y, mientras duró, toda la concentración estuvo dirigida hacia ustedes. ¿Qué pretenden después de aquello? ¿Una condecoración? ¿Charlar? ¿Que qué signo soy? Mejor, una vez concluido el sexo, permítannos conectarnos de nuevo con el mundo, revisar el correo, hacer llamadas, un par de tweets, ¡y a dormir! La Constitución nos da derecho.
Decimos «te amo» antes y durante la faena; ¿para qué repetirlo en el pospolvo?
María José, en su ‘manual’, nos prohíbe contar chistes. Qué lástima, porque estamos tan relajados, tan de buen humor, que tenemos la mejor actitud del mundo para bromear. Ustedes se lo pierden. Pero, como contra-exigencia, les rogamos relajarse y no ser tan trascendentales; queda vetado hablar de amor, hijos o matrimonio. Además, no van a encontrar las respuestas que quieren. El hombre siente que -cumplido el deber- puede darse el lujo de no comprometerse con nada; es para nosotros un gran momento de libertad y plenitud, el mundo podría acabarse y uno moriría feliz. Por favor, no lo arruinen.
La siguiente crítica de María José es: «Nunca serán divertidos sus gases». Yo le recomiendo que vea la película Shrek; allí el ogro dice con sabiduría: «Mejor afuera que adentro». Hasta acepto ese reclamo, pero creo que cruzan la línea cuando tampoco dejan que nos cortemos las uñas. Insisto, si ya hice lo que tenía que hacer, tengo que ocuparme en algo; el tiempo es oro y parezco un gavilán con estas garras. Contra-exigencia para ellas: ¡ocúpense ustedes!, hagan algo que no requiera de nuestra participación. Pueden depilarse las axilas en casa o ir al peluquero. Como quieran.
Hay una solicitud insólita en el artículo de María José: «No se quede callado, no prenda el televisor ni se ponga a leer». ¡Qué tal! ¿A qué hora nos pusieron la correa? ¿Será que puedo ir a orinar o debo esperar hasta que la ama me saque al parque? Es que es increíble: no puedo contar chistes y tampoco guardar silencio. Intuyo que es una trampa para hablar de temas trascendentales y hacernos decir, de nuevo, cuánto las queremos. A mí se me agotan los «te amo» en el calentamiento y durante la faena. En el pospolvo ya deberían tener claro que las queremos, ¿no?
Según María José, no debemos levantarnos a revisar si grabó bien la cámara escondida. Se equivoca, lo hacemos para apagarla y ahorrar energía. Es por responsabilidad ambiental. Aprovecho para motivarlos a hacer videos caseros, no con el propósito de guardar un trofeo sexual en Full – High Definition, sino para tener la posibilidad de retroceder la película y decir: «Mira, en esa parte dije que te amo, ¿ves que sí?».
La hipocresía sexual femenina
«Tenga glamour», ordena María José con garbo y elegancia, al criticar que tiramos el condón al suelo. ¡Háganme el favor! Acabamos de hacer un montón de cochinadas en la cama y ahora quieren demostraciones de buena etiqueta. Yo no me imagino diciendo: «Mademoiselle, ¿estuvo todo en orden? De postre le tengo bizcocho». Tales escrúpulos hacen parte de la doble moral e hipocresía sexual de algunas mujeres, que consiste en gozar ensuciándose y luego decir: «¡Qué asco!». Para mayor ilustración, María José pide lo siguiente: «Evite que le vean el músculo primo agotado». ¡No jodás! Sabe bien dónde acaba de estar el músculo primo -y la razón de su fatiga- ¿y ahora no lo puede ni ver?
En su artículo también nos prohíbe el uso de esta frase: «Uy, con este polvo yo creo que bajamos 300 calorías». En lo personal, me encanta pensar que hice un sano y placentero ejercicio, pero no tengo problema en quedarme callado si ese comentario les molesta. Eso sí, también guardaré silencio cuando ella diga: «Estoy regorda, me siento como una marrana». Las niñas esperan que uno mienta y responda: «Nooooo, para nada». Cuidado muchachos, eso hace parte del ‘Test – Pierdes porque Pierdes’ (léase el post ‘Salir con… colombiana vs. extranjera’).
Quiero resaltar, por último, la solicitud de María José para no prender la luz. En primer lugar, nunca debió apagarla. Los hombres exigimos -¡vehementemente!- que nos dejen ver. El polvo al estilo braille no es chévere. Nosotros disfrutamos de la acción a todo color (y en Full – High Definition), no importa si están gordas o flaquitas.
¿Saben qué? En vez de redactar ‘decálogos’ abiertos a la opinión pública -en detrimento del sexo opuesto-, propongo que cada pareja haga acuerdos. Como en la política, busquemos consensos y entendamos que nuestras lógicas sexuales son muy distintas, por naturaleza. ¡Negociemos! El hombre, por ejemplo, puede comprometerse a abrazarla en el pospolvo -sin coger el celular-, si ella acepta saltarse la etapa del calentamiento e ir al grano. Yo prometo no hacer chistes ni cortarme las uñas, a cambio de que hagamos un trío con su amiguita Mariana, que me cae tan bien (es muy querida, de verdad). De eso se trata, de ceder y tolerar. Me parece apenas justo.

*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

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*Si se lo perdió…

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

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‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

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