Últimamente he sentido el deber de formarlos. Le digo a mi mamá que se peine, que ese pantalón no le combina con el saco y que se abstenga de hacer comentarios fuera de lugar cuando haya visitas.
No es lo mismo que cuando era pequeño y le decía en tono de hijo avergonzado: «Mamáaaa… ¿por qué me haces quedar mal en frente de mis amigos? ¡Qué boleta!». No, ese ya no es el caso. Ahora lo hago como un padre que educa con impaciencia a sus hijitos. Por eso, cuando vamos a un almuerzo familiar, soy quien da la orden de irnos temprano: «Es que ustedes tienen que madrugar y si no los saco empujados se quedan acá hasta la medianoche. Después andan cansados todo el día. ‘Upa’ pues, despídanse de la abuela. Y cuando lleguemos, ¡a mear y a dormir!».
Mi mamá se porta como un bebé. Cada noche me toca apagarle el televisor. No la despierto porque me da pesar, pero al otro día le canto la tabla. «¿Cuál es esa bendita maña de acostarse con el televisor prendido? Dígame pues. ¿Es que necesita que la arrullen para poder dormirse? Además, no deja descansar a mi papá. Espero que sea la última vez que tenga que decirle esto, porque usted ya está muy grandecita para que yo tenga que estarle apagando el televisor».
Si hay algo que me da piedra de esa ‘china’ es que no haya aprendido a buscar un número telefónico en su celular: «¿Pero cuántas veces le tengo que enseñar? Es que no puede ser tan dormida en la vida. ¿Qué va a hacer el día que yo le falte? ¡Me va a llegar la menopausia y usted no ha aprendido!». Ella, como una niña regañada, se queja entre dientes: «Pero mijo, parece que ya tuviera la menopausia». Yo la alcanzo a escuchar y me devuelvo como un tigre: «¡¿Qué me dijo?! Eso sí aprende ¿no?, a ser contestona. Pero no es capaz de tener la misma habilidad para contestar el celular. ¿Qué tan difícil puede ser oprimir la tecla verde? ¡Ese cuentico me tiene hasta aquí!», le digo mientras trazo con el índice una línea imaginaria en mi frente.
«Ayer usted se rasuró y dejó este baño vuelto una nada»
La tengo haciendo ejercicio. «Es que usted no puede ser tan sedentaria en la vida. El día que usted se enferme y se muera los que nos quedamos sufriendo somos nosotros… ¡Otra vez tomando chocolate con pan! ¡No señora! Este fin de semana sale a caminar conmigo y me hace el favor le baja a la dosis de almojábanas». Una vez más, mi mamá tuerce los ojos de la rabia y vuelve a murmurar: «Hum, pero ni que fuera mi papá». Me regreso como un resorte: «Véala, ¡véala! Es que esto es la tapa. ¡Yo lo que hago es preocuparme por usted!».
Superviso su ejercicio y su dieta. La observo siempre con sospecha a ver si me está haciendo trampa. En los cumpleaños, me mira con ojitos de súplica para que yo le permita comer un pedazo de torta: «Bueno, pero sólo porque es el cumpleaños de su primita. Si no… usted sabe cómo son las cosas conmigo».
Mi papá es otro esfuerzo diario. Me toca decirle que pronuncie mejor y más duro, porque así nadie le entiende nada: «¿Y a usted qué le pasó? ¿Después de viejo se le olvidó hablar? Parece que se le hubieran comido la lengua los ratones… ¿Qué?… No le entiendo… Le estoy diciendo que hable más duro».
Pero eso sí, le vuelve la voz pa’ pelear como un ‘busetero’ cuando maneja. Se le quita la timidez rapidito. Lo reprendo: «¿Con esa boca usted reza? ¿Es con la misma que le da besos a mi mamá? Mire que la tiene toda nerviosa. Hasta que no le peguen un tiro no va a quedar contento y el día que eso pase los que nos quedamos sufriendo somos nosotros».
Ese ‘chino’ me saca de quicio cada vez que entro al baño y él se acaba de lavar los dientes. Parece que hubiera jugado al tsunami con el agua del lavamanos: «¿Le parece que esta es manera de dejar un baño? ¿Así fue como lo encontró? Vea José Joaquín: no es la primera vez que le pido este favor. Ayer usted se rasuró y dejó este baño vuelto una nada. Aquí hay más personas viviendo con usted. Tenga consideración».
El par de ‘chinos’ se alían contra mí
Mi papá es el primero en estallar ante mi insoportable cantaleta. De un momento a otro le vuelve la voz: «¡Ve! ¿Desde cuándo los pájaros tirándole a las escopetas? ¡Esa ‘jodedera’ suya me tiene hasta aquí! -responde escandalizado mientras traza con el índice una línea imaginaria en su frente-. Acaso usted cuándo lava un baño. Deje de ser tan injusto con sus padres. Si no hablo mucho es porque aquí todos opinan y mandan, ¡empezando por su mamá! Prefiero quedarme callado antes que ponerme a pelear con ella o con usted».
En este punto, mi mamá se sorprende y se pone a la defensiva: «¿Y ahora va a decir que es culpa mía? ¡Qué tal el otro!». Mi padre retoma la palabra: «¿Si vio? Ahora qué problema el que se me va a armar… Yo estoy diciendo que usted, Andrés, no tiene por qué hablarnos como si fuéramos niños chiquitos. También deje la intensidad con su mamá. Si ella no duerme ni come bien es porque se la pasa trabajando y, además, tiene que llegar a la casa a lavar los platos que usted no limpia. ¿Cómo pretende que ella tenga energías para hacer ejercicio si usted no mueve un dedo?».
Entonces entra mi mamá a complementar el regaño -ya estando del lado de mi papá-: «Sí, hijo. Cuando no te contesto el celular es porque ando embolatada y porque no me he acostumbrado a tener ese aparato a la mano. Y sí, a veces me gusta quedarme más tiempo haciendo visita donde mis hermanas porque quiero aprovechar el poquito tiempo que me queda libre con mi familia. Y sí, me duermo con el televisor prendido, ¡y qué!».
¿Qué tal ese par? Los pájaros tirándole a las escopetas. ¡Entonces la culpa es mía! Ahora se inventaron que ellos no tienen mejor calidad de vida porque siguen trabajando para mí, que soy un vago que ni raja, ni presta el hacha; que pide, pide y pide y no da nada a cambio; que sólo ve la paja en el ojo ajeno, que les exige de todo y al tiempo les ordena que le hagan vueltas bancarias, le preparen la comida y le tengan la ropa planchada. Entonces… sí, la culpa es mía. Es increíble que a estas alturas, los ‘chinos’ esos todavía me regañen como a un niño chiquito.
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*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’
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¡OJO! Ya está a la venta el libro «A usted también le ha pasado, ¡admítalo!», de Intermedio Editores. Son 21 ‘posts’ publicados y 19 INÉDITOS como: «TERMINAR con… colombiana vs. extranjera» (es la segunda parte de «SALIR con… colombiana vs. extranjera»), «Yo era un patito feo, inmundo; ahora soy un pato, a secas», «Soy el amigo gay de un par de amigas», «Las costeñas me intimidan» y «La buena vida de los hijos bastardos». ¡El prólogo es de mi mamita!
*Si se lo perdió…
‘Mujeres que le tienen fobia al motel’
‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’
‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’
‘Shows de mujeres que hacemos los hombres’
‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’
‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’
‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’
‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’
‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’
‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’
‘Manejo como una dulce anciana’
‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’
‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’
‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’
‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’
‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’
‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’
‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’
‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’
‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’
‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’
‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’
‘Así es, aún vivo con mi mamá’
‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’
‘Salir con… colombiana vs. extranjera’
‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’
‘Qué miedo empezar una nueva relación’
‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’
‘Así se sufre una temporada sin trabajo ni novia ni plata pa’ viajar’
‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’
‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’
‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’
‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’
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