Se creen mis jefes. Semanalmente, evalúan mi ‘desempeño’ en cada post. Me tienen mortificado. «¡Muy bueno!… Nooo Agomoso, le ha bajado el nivel a sus ‘columnas’… Uy, ¡se reivindicó! Otra vez me hizo reír».
Leo absolutamente todos los comentarios. Únicamente borro los repetidos y los que resultan ofensivos para otras personas, no los que me cuestionan duramente -aunque me han dado ganas, lo confieso-. Algunas veces me he sentido tentado a meterme en las peleas y decirles que cojan oficio, que se dediquen a leer ‘Ámbito Jurídico’ o que abran su propio blog -sólo para darme el gusto de hablar mal de sus textos-.
Algunos me la han montado por temporadas. Recuerdo a Airbag94, comentando el artículo ‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’: «Que man tan loser, nunca lo había leído pero encuentro que su narración es simplona, vacía, falta de gracia y originalidad», opinaba el insensible ese.
Afortunadamente, otros lectores pelean en mi nombre, con rabia, como si hubieran insultado al hermano menor: «Oiga pedazo de #%=* Airbag94, entonces cree un blog usted y escriba a ver qué tal lo hace, su mismo nickname indica lo que debe ser, una bolsa de aire #$%&@, hasta para criticar le falta cerebro», decía el afectado y solidario Jorgrams.
Otros -a pesar de ser duros analistas de mi blog- me han hecho reír, como Nohayrencores, a propósito del artículo ‘Qué miedo empezar una nueva relación’: «Amigo Agomoso: qué decepción. Te habías convertido en un sano espacio de tortura. Llevabas una buena línea, eras mi ‘Padres e Hijos’, pero ya no me da rabia leerte… Antes, por lo menos, escribías líneas que me sacaban de quicio, pero ahora eres plano, aburrido y predecible. Es como ver a Jeringa contando el mismo chiste: no provocas ira ni risa… Aunque, lo acepto, eres como una droga. Es como ver a Jorge Duque Linares en su programa ‘Actitud Positiva’. Nunca compraré un libro de ese señor, pero cuando me lo cruzo en televisión no puedo dejar de verlo».
A ese infeliz no sabía si ‘madrearlo’ o pedirle que me regalara algo de su humor sarcástico para un nuevo post. Era un sentimiento extraño, como el que me producía Mago1981: «Cada semana entro a comprobar una vez más lo patético que es este señor». Es decir, el tipo detesta mis artículos, pero vuelve (o volvía) cada miércoles para leerlos.
«Sencillamente vergonzoso y ordinario»
Es como si tuviera que presentar un quiz cada semana. Unos me felicitan con caritas felices. Otros opinan que intento parecerme en vano a Andrés López o que recurro a los mismos temas de ‘Los Comediantes de la Noche’ o que mis textos se parecen a las columnas de Esther. Ni lo uno ni lo otro.
Hay muchos incondicionales. Ellos -al margen de su opinión en cada post- siempre están ahí comentando: ¡Churumejo! (a quien olvidé mencionar inicialmente), Alpaba, Josefa23, Sabiduriaprofunda, Johnnyof, Alzarqaui, DiegoOpina, Manolina, Antipolo, Pinhead, Andresfvs, Ahidalgolara, Alademariposa, Xramahemak y Luiscda.
Alzarqaui es uno de los más ‘comprometidos’. Es quien -sin habérselo pedido- les explica a los demás lectores que algunos de mis apuntes son sarcásticos, se pelea con otros comentaristas que hacen correcciones equivocadas y se toma el trabajo de precisar que «sólo alguien con un par de neuronas vagando por su cerebro, creería que todo lo que dice Andrés Gómez en su blog es fiel transcripción de su vida».
Una mención especial merece Aha. Me critica siempre con objetividad. Un día dice: «Muy chistoso Andrés. Una vez más, nos deja ver la parte humana de los hombres, que por cierto los hace ver tiernos», en referencia a ‘Shows de mujeres que hacemos los hombres’. Pero luego, no tiene el menor reparo en decirme indignada: «Sencillamente patético, vergonzoso y ordinario el artículo», a propósito de ‘El arte de levantar en la oficina’.
Me inspiran especialmente los comentarios que me han dejado colombianos en el exterior, no sólo a través del blog, sino también por Twitter y Facebook. Tengo una fan mexicana que me escribió manifestando su gusto por los posts. Le pregunté cómo ella, siendo de otra cultura, era seguidora de unos relatos -al parecer- tan colombianos. «Eres el espía de tu género y me doy una muy clara idea de lo que les pasa por su cabecita. Al fin y al cabo, latinos», respondió ella.
Recuerdo también a Victoriagerl: «Los jueves me reúno con mis amigas y tu blog es uno de nuestros temas. Vivo en Alemania ¡y aquí ya tienes seguidores! Me encanta como escribes, lo disfruto muchísimo, siento mi idiosincrasia muy cerca, con algo de nostalgia al recordar tiempos y situaciones muy nuestras que nos hacen tan especiales». Pensé que la había perdido como lectora hasta que volví a ver una opinión suya en ‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’. Otra colombiana, desde Helsinki (Finlandia), decía que se había reído sola en el metro, ante la mirada extrañada de los demás pasajeros, mientras leía alguno de mis posts.
Daniel Samper Pizano se quejó por la expresión «la verga»
Lo que empezó como un ejercicio para escribir, terminó por convertirse en un producto con cierto éxito. He publicado 37 artículos (38 con éste), que suman casi 3.000 comentarios y más de 900.000 visitas o clics. Eso significa, en promedio, 80 opiniones y 24.300 lecturas por cada post. La experiencia me ha dejado, además, entrevistas radiales en ‘Mujeres W’ (y nada que me presentan a Isabel Salazar), ‘La Hora del Regreso’, ‘Amanecer W’ (ya tuve el privilegio de pasar la noche con Marcela Alarcón… en la cabina de radio, claro está) y ‘Nocturna RCN’.
Incluso, tuve un interesante intercambio de correos con Daniel Samper Pizano, quien manifestó sus reparos por el título de uno de mis artículos, publicado en la página principal de eltiempo.com: ‘Por qué los colombianos nos creemos la verga’. A él no le gustó, en absoluto, esa expresión. Le dije que hago parte de una generación mal hablada que usa ese tipo de palabras de manera natural. Él argumentó -advirtiendo ser el tipo menos mojigato del mundo- que «no todo puede hacerse o decirse en todas partes, así como uno no saca la mica y se pone a cagar en la sala de la casa de la novia mientras conversa con el futuro suegro, porque se considera poco elegante».
Y finalmente, de estos textos nació un libro. Casi que no me la creo. Ando engreído diciéndoles a mis amigos que no doy autógrafos en el almuerzo, porque yo también soy un ser humano que quiere una vida tranquila lejos de la fama (por favor, Alzarqaui, aclara que esto es un sarcasmo).
El libro, titulado ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’, está dividido en cuatro grandes capítulos así: ‘Sufrir como pobre bruto y querer ser un rico exitoso’, ‘Perfil de un antimacho’, ‘Sobreviviendo a las supermujeres del siglo XXI’ y ‘Herencias de familia: peleando contra mi ADN’.
Contiene algunos de los posts mejor comentados o más polémicos, el prólogo de mi linda mamita y 19 artículos inéditos cuyos títulos podrán ver en este link. Los hice pensando en esas cosas que muchos vivimos o pensamos, pero nos cuesta expresar o reconocer. Cada texto es una mezcla de historias propias y ajenas, con algo de exageración.
El libro y el blog -que mantendré por algunos meses más- se deben a cada lector, desde el que ha buscado sagradamente los artículos todos los miércoles, hasta el que sólo leyó un párrafo y no volvió. Los comentarios -tanto los agresivos como los agradecidos- han sido una motivación para esforzarme por entregar siempre historias de calidad. Me gusta que digan lo bueno y lo malo, que pontifiquen sobre lo que creen que está bien, regular o pésimo. Disfruto cada insulto y cada elogio. Como decía Salvador Dalí: «Que hablen de mí, aunque sea bien».
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*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Sudando en el peor puesto del Transmilenio: la puerta’
*facebook.com/agomoso Twitter: @agomoso
Ya está a la venta el libro «A usted también le ha pasado, ¡admítalo!», de Intermedio Editores. ¡El prólogo es de mi mamita!
*Si se lo perdió…
‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’
‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’
‘Mujeres que le tienen fobia al motel’
‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’
‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’
‘Shows de mujeres que hacemos los hombres’
‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’
‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’
‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’
‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’
‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’
‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’
‘Manejo como una dulce anciana’
‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’
‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’
‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’
‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’
‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’
‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’
‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’
‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’
‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’
‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’
‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’
‘Así es, aún vivo con mi mamá’
‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’
‘Salir con… colombiana vs. extranjera’
‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’
‘Qué miedo empezar una nueva relación’
‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’
‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’
‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’
‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’
‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’
‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’
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