Recuerdo cuando apenas empezaba a descubrir el concepto del chiste. Los que al principio me hacían sonreír -en la primaria- guardaban relación con temas desagradables o ‘prohibidos’ (como el sexo).

Había un chiste malísimo, pésimo. Era la historia de una monja que llevaba un plátano para el almuerzo y un cura que cargaba un par de tomates para hacer una ensalada (ya se deben imaginar a dónde apunta el cuento). Accidentalmente, ambos dejaron caer sus compras en un lago y decidieron desnudarse para echarse al agua y recuperarlas. La monja, ciega en medio del oscuro lago, se topó con el «pipí» del cura (así decía yo) y exclamó: «¡Encontré mi plátano!». El cura, por su parte tanteó las «pochecas» de la monja y gritó emocionado: «¡Encontré mis tomates!».

El chiste no me provocaba carcajadas pero sí me hacía sonreír con malicia; era una historia tabú, que involucraba sexo y religión. «Uish… -pensaba yo con algo de pena ajena-, o sea que se manosearon… jijiji». La que sí me causaba gracia era la historia de la niña que jugaba en un parque infantil y se lanzaba por un tobogán. Su madre la regañaba porque no tenía  suficiente cuidado para evitar que le vieran los cucos, hasta que la pequeña encontró una solución: «Mamá, esta vez nadie me vio los calzones… ¡porque me los quité!». Entonces, yo me explicaba el chiste antes de sonreír: «Uish… que niña tan boba… Es peor que le vean la cuquita… jijiji».

Me pasaba lo mismo con el chiste inapropiado de los niños curiosos que les preguntaron a sus padres sobre los extraños órganos en sus entrepiernas. Los adultos, perturbados, les dijeron que eran un lápiz y un tajalápiz. Después (como es obvio) los encontraron haciendo el amor: «¡Qué están haciendo!». Los niños, contestaron: «Sacándole punta al lápiz» (¡plop!). Era otro chiste malicioso, que esta vez incluía incesto. «Uish… o sea que de verdad se creyeron que eran útiles escolares… jijiji». No piensen mal de mí, era sólo un niño.

 

«¡Mamá, mamá!, en el colegio dicen que tú eres Rikarena»

El humor evolucionó un poco durante los primeros años del bachillerato. Era la época en la que se la teníamos montada a los ‘boquetos’, burlándonos cruelmente de sus labios leporinos y paladares hendidos.

Quién no recuerda el chiste del ‘boqueto’ que se subió a un bus con un talego y olvidó agarrarlo cuando se bajó. Resulta que el tipo empezó a gritar, agitando su mano derecha, esperando que alguien lo escuchara e hiciera detener el vehículo: «¡E’talego! ¡E’talego!», exclamaba. Los pasajeros, sin entenderle, le contestaron: «¡Hasta luego! ¡Hasta luego!».

Por los mismos años, hicieron carrera los chistes ordinarios. Como el del concurso de perros que más orinara. El presentador del evento anuncia al primer can: un bulldog. «¡Y arranca!… Dos litros… Cinco litros… ¡Veinte litros! ¡Qué potente vejiga la de este animal!». Se dispone el siguiente perro: un pastor alemán. «Dos litros… Veinte litros… Cuarenta litros… ¡Ochenta litros! ¡Qué manera de retener líquidos!». Al final de la competencia se presenta un pequeño chandoso, fruto de una combinación entre perra callejera y can muerto de hambre. Todos se burlan del pedacito de animal. «Dos litros… Veinte litros… Ochenta litros… ¡Doscientos litros!… ¡Quinientos litros!… ¡Mil litros!… ¡glup, glup, glup!…».

Al final del bachillerato, se volvieron famosos los chistes «¡mamá, mamá!». Me explico:

– ¡Mamá, mamá!, en el colegio dicen que soy un desubicado.
– Mijo, ¿a quién le habla en la sala? ¡Yo estoy en la cocina!

– ¡Mamá, mamá!, en el colegio me dicen que soy una histérica.
– ¿Qué dijiste?
– ¡¡¡Que me ponga cuidado!!! ¡¡¡Estúpida!!!

– ¡Mamá, mamá!, en el colegio dicen que tú eres Rikarena.
– ¡¿Que-qué?! ¡¿Que-qué?! ¡Rikarena! (quienes bailaron esa canción, entienden cuál es la gracia).

Ya en la universidad, las bromas se volvieron sexistas. Las mujeres se regocijaban con su ‘ingenio’, contando chistes como: «¿Cuál es la diferencia entre un camión lleno de cerdos y un camión lleno de hombres? ¡El modelo del camión! Jajaja». Los hombres, también llenos de ‘creatividad’, preguntaban: «¿Cómo se escoge a la mujer más bruta del mundo? ¡Al azar! Jajaja».

 

«Hacer el arroz con pollo… ¡no, no, no!»

Ahora que soy una persona ‘madura’, me inclino por los chistes de coyuntura. Quien quiera estar a la moda en materia de bromas, debe estar enterado de los acontecimientos nacionales e internacionales. Por eso nos esforzamos para hacer chistes del alcalde Samuel, los Nule y el desastre de la Calle 26. Al final, son el mismo tipo de bromas que hacen los caricaturistas, además de Tola y Maruja.

Nos gusta posar de inteligentes acudiendo a juegos de palabras como el chiste que circuló por Twitter sobre un japonés que viajó a Bogotá y, tras ver que la ciudad estaba hecha un completo desastre, le preguntó a un taxista si también habían sido víctimas de un tsunami: «No -le responde el taxista-, fuimos víctimas de Tsu-Samy». Por alguna extraña razón, en esa coyuntura involucraron a la modelo Natalia París, quien -según escuché- estuvo en Foto Japón entregando mercados para los damnificados de ese país asiático.

El tipo de chistes que alguien cuenta indica si se quedó estancado en algún periodo de su vida. Tengo amigos que no han superado los chistes ordinarios del bachillerato o las bromas sexistas de la universidad («¿Cómo es la mujer perfecta?… ¡Sordomuda! Jajaja!»).

Es como cuando uno se va de rumba y ve que todavía hay personas que imitan el baile que inmortalizaron John Travolta y Uma Thurman en ‘Pulp Fiction’ (pasando los dedos en ‘v’ sobre los ojos, tapándose la nariz con una mano y luego bajando como quien se hunde en el agua). Ocurre lo mismo con quienes intentan ser divertidos cuando escuchan la canción ‘Hacer el amor con otro’ de Alejandra Guzmán, pero cantan: «Hacer el arroz con pollo… ¡no, no, no!». Hasta para el buen sentido del humor se necesita madurar.

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*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Malos entendidos entre hombres y mujeres – Primera parte’

*facebook.com/agomoso Twitter: @Agomoso

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*Si se lo perdió…

‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’

‘Todo nos gusta regalado’

‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’

‘La bendita maña de decir mentiras’

‘El amor al carrito nuevo’

‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’

‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’

‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’

‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’

‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’

‘Mujeres que le tienen fobia al motel’

‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’

‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’

Shows de mujeres que hacemos los hombres’

‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’

‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’

‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’

‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’

‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’

‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’

‘Manejo como una dulce anciana’

‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’

‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’

‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’

‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’

‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’

‘Yo no entendía por dónde orinaban las niñas; dudas que muchos teníamos, pero nos daba pena preguntar’

‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’

‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’

‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

‘Así es, aún vivo con mi mamá’

‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’

‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’

‘Qué miedo empezar una nueva relación’

‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’

‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’

‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’

‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’

‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’

 

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