Manejo un carro que no es mío, voy a donde me ordenan, escucho las emisoras que me piden y no las que me gustan. Aguanto todo el día lo que ustedes soportan sólo un par de horas: el trancón. Orino en la calle (¿dónde más?).
Mira, mi nombre es Giovanni (con doble ‘n’) y sí, soy un atravesado. Tengo 23 años, soy bachiller y mi mayor talento es conducir, manejar rápido, ‘sipsaguear’ (zigzaguear) por Bogotá. Es lo que hago todo el día, todos los días. Las vías son mi pista, el taxi es mi nave.
Juego con el radioteléfono. ¿Cómo más me puedo divertir? Con los otros compañeros usamos la frecuencia de la empresa para ‘mamarle gallo’ a la operadora. «Hola ‘deliciosura’ «, le dije una vez a la que estaba de turno. Ella respondió alebrestada, aunque se hacía la concentrada: «Por favor despejar la frecuencia que estoy trabajando… Confirmo QTH: Calle 26 Bis # 75-24». «Uy, pero ‘almorzastes’ alacrán…», le contesté con voz de pícaro.
Los otros compañeros empezaron a ‘recochar’ y a hacer sus apuntes. Eso fue violenta tomadera de pelo… pa’ qué, pero fue ‘re-chistoso’: «U-tu-tui, ‘care-Barbie’, te salió generala… Fresco ‘papi’, que mientras más bravo el toro… Así es que me gustan a mí, contestonas para que me dominen».
Me dio pena con ella y le mandé un cariñito: «Ojo perritos, no se metan con mi ‘princes’. Tú tranquila mi reina. Más bien dime en qué panadería hacen bizcochos como tú». Ella contestó ‘indidnada’ (indignada), como si le hubiera mentado la madre: «¡Vaya busque donde hacen roscones como usted!».
La frecuencia se congestionó porque los otros compañeros ‘se dieron garra’ montándomela el resto de la tarde: «Uy, le rayaron la cara al ‘care-Barbie’… Lo partieron como a un ‘panderito’… ¡Mucha galletaaaa!… Ahora nos tocará decirle el ‘care-roscón’…».
Cuando los pasajeros se ‘enrabonan’
Los otros conductores se ponen ‘rabones’ cuando los adelanto y los cierro. Pero yo no tengo la culpa de que sean tan ‘buñuelos’. Mira hermanito, la calle nos pertenece más a nosotros que trabajamos todo el día en ella. Si a ustedes les da piedra nuestra manera de conducir, a mí me dan piedra las viejitas cegatonas que manejan a 5 por hora. Además, me caen ‘re-mal’ esos gomelitos que andan en la camioneta de sus papitos y se creen patrones en carro prestado. Esos sí que parecen hijos de ‘papi’… pero de papicultor (que disculpen los papicultores).
También sé que los pasajeros se ‘enrabonan’ con nosotros porque no siempre los llevamos a donde nos piden. Pero es que, ahí sí como dice mi abuela: «Nadie sabe la sed con la que otro bebe». Por ejemplo, en las tardes tengo que llevarle el carro al patrón, ¿sí me entiendes? Y don Raúl es ‘superestrit-to’ (superestricto) con eso. Entonces me toca bajar la ventana y preguntar pa’ dónde van. Hay gente que se ‘indidna’ y me dice cosas como: «¿Entonces me quiere llevar a su casa o qué?». Y yo les respondo con otra piedra en la mano, porque uno no es de palo: «¡A usted por feo no lo llevo ni a la esquina!».
Otras veces, simplemente, el trancón es muy ‘macho’. Una vez recogí a una vieja que estaba hasta buena. Al principio, le había dicho que no la llevaba hasta el ‘rompoi’ de la 100, pero ella insistió y yo me dejé convencer de la minifaldita que traía… una ‘deliciosura’, hermanito. Pues me distraje un tiempo mirándole las piernas a través del ‘pilla-cucos’ -ese espejo pequeño que siempre apunta al asiento trasero-. Así y todo, el trancón era tan desesperante que le pedí que se bajara, eso sí, como todo un caballero: «Mi reina, de verdad que yo te llevaría hasta el fin del mundo, pero se te facilita más si caminas desde acá. Tranquila, deja así, no tienes que pagarme nada».
Si no tienen plata pa’l taxi, ¡cojan bus!
Es una peleadera diaria. Los pasajeros se suben a pelear como si ellos fueran los únicos con problemas o los únicos infelices con sus trabajos, con sus vidas. Uno entiende que el pasajero se moleste. Incluso, uno entiende que anden prevenidos porque hay mucho taxista rata. Pero también deberían entender que nosotros corremos riesgos. No saben cómo sufro cuando se suben tipos a decirme que los lleve a Los Laches o a Ciudad Bolívar. También me da miedo llevarlos a Rosales, porque allá sí que hay ladrón. De todas maneras, no me siento con el valor de negarles la carrera, porque sería discriminar al pobre, o al rico.
Eso sí, odio llevar a pasajeros tacaños, de esos que se suben en grupos de cuatro o cinco y piden que los deje en distintos puntos de la ciudad. Pretenden que les cobre una sola carrera y además exigen que ande despacio. ¿Qué tal esa hermanito? Yo sí nací de noche, pero no anoche. Es que le ven a uno la cara. Ahí están pintados los estudiantes: tienen pa’ pagarse el semestre de la universidad y la borrachera de los viernes, pero ahí sí andan ‘vaciados’ pa’ pagar una carrera de taxi completa.
De propinas ni hablemos. Mira, en Colombia es más fácil sacarle una espinilla al Divino Rostro que encontrar a alguien que deje buenas propinas. Mi primo Stiven vive hace rato en Estados Unidos y allá maneja taxi. Hace poco vino a visitarnos y nos contó que le iba superbien porque las propinas son la regla y no la ‘excención’ (excepción). Acá, en cambio, si la carrera cuesta 7.300 pesos, me piden que les cobre sólo 7.000. Donde les llegue a sugerir que ‘redondiemos’ a 8.000 me miran con cara de ladrón, fijándose con desprecio en mi pelo lleno de gel y mi bozo de ratón.
Yo sí les digo una cosa: si no tienen plata pa’l taxi, ¡cojan bus! Así nos toca a los pobres. Así me toca a mí cuando le llevo el taxi todas las noches al patrón. ¿O es que cómo creen que me devuelvo a mi casa? A mí la plata no me alcanza pa’ coger taxi.
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*Si se lo perdió…
‘Trabajo como ‘independiente’ y… ¡me estoy volviendo loco!’
‘La necesidad tiene cara de olla – Yo hice fila con sobres de Ricostilla’
‘Malos entendidos entre hombres y mujeres – Segunda parte’
‘Malos entendidos entre hombres y mujeres – Primera parte’
‘Chistes tontos de la infancia’
‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’
‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’
‘La bendita maña de decir mentiras’
‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’
‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’
‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’
‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’
‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’
‘Mujeres que le tienen fobia al motel’
‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’
‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’
‘Shows de mujeres que hacemos los hombres’
‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’
‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’
‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’
‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’
‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’
‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’
‘Manejo como una dulce anciana’
‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’
‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’
‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’
‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’
‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’
‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’
‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’
‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’
‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’
‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’
‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’
‘Así es, aún vivo con mi mamá’
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