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Todo empezó en el bachillerato, en una exposición sobre la Masacre de las Bananeras. Mis compañeros reían a carcajadas durante mi intervención sin que yo entendiera el motivo. El profesor había mantenido un silencio cómplice y sólo al final se tomó la molestia de corregirme: “Andrés, muy entretenida tu investigación sobre la ‘Masacre de las Bananas’ “.

El evento marcó mi vida. Mi fluidez al hablar nunca volvió a ser igual. Cada vez que me asignaban una nueva exposición, debía soportar las burlas de mis compañeros: “¿Y de qué nos va a hablar hoy? ¿Del holocausto de las sandías? ¿Del genocidio de los mamoncillos? ¿De la venganza de la piña?”. Por el resto del bachillerato, me apodaron ‘Salpicón’. Las niñas me decían ‘Tutti Frutti’.

Me perdí en una etapa de inseguridad, timidez y aislamiento. La palabra del diccionario que mejor define mi comportamiento de entonces es ‘retraído’: “Que gusta de la soledad; poco comunicativo, corto, tímido; se decía de la persona refugiada en lugar sagrado o de asilo”. Pues mis lugares de asilo fueron el Super Nintendo y las comunidades virtuales como LatinChat. Mis amigos más cercanos eran internautas de otros países -con quienes jugaba cartas o ajedrez- y mis conquistas iniciaban en los chats con frases tan enganchadoras como: “¿Alguna niña de 15 años por aquí?”.

Mi vida social era, en realidad, una vida virtual. En el mundo de verdad quería pasar desapercibido y evitaba cualquier movimiento o palabra que llamara la atención. Recuerdo cuando me quedaba dormido en el bus y despertaba descubriendo que me había pasado de mi paradero. Me daba vergüenza que los otros pasajeros se dieran cuenta -como si me conocieran-. Me ponía de pie, con naturalidad -casi silbando- y caminaba sin prisa hasta la puerta de salida. “Aquí no pasa nada. No hay nada que ver. Todos sigan en lo suyo”, pensaba.

Las cosas no mejoraron en la universidad. Mi desempeño vocal y corporal en las exposiciones daba lástima. En ocasiones me quedaba mudo e inmóvil, como si me hubieran puesto en pausa, y la única prueba de que seguía vivo era el intenso color rojo de mis cachetes. Sólo me sentía seguro escribiendo y, de hecho, me destacaba por mis ensayos y crónicas. Las palabras en el papel eran mi mejor vocero, porque los profesores se encargaban de elogiar mis textos y así me ganaba la admiración de una que otra estudiante. Pero hablar con ellas no era una opción.

 

“No puedo quedarme virgen toda la vida”

Recuerdo especialmente a una de mis compañeras de clase, que en ocasiones me buscaba conversación hablando bien de mi escritura. Era alta y esbelta, morena y de pelo negro -tipo Head & Shoulders-. Su belleza me intimidaba y empeoraba mi capacidad de respuesta.

Cualquier chance que tuviera con ella, por mínimo que fuera, lo arruiné el día que quiso despedirse dándome un beso en la mejilla. Mi escaso contacto con las mujeres era tan crítico que no supe cómo reaccionar cuando la vi acercarse tanto. Se me abrieron los ojos y encogí los hombros. Primero me incliné hacia atrás y la agarré de los brazos -pensando que ella se había tropezado y que me iba a caer encima-. Luego entendí cuál era su propósito y corregí mi postura bruscamente, sin calcular bien. Le pegué violento ‘pomulazo’ (dícese del golpe que se da con el pómulo), al tiempo que lancé un torpe y ridículo beso al aire: “¡MUUAAAASHHH!”. Se quedó mirándome mientras se sobaba la frente -un poco con asombro, un poco con indignación- y se fue sin decirme una sola palabra.

Entonces decidí salir de ese destierro social al que yo mismo me había condenado. “No puedo quedarme virgen toda la vida”, pensé. Casi al mismo tiempo supe que tenía un desafío mayúsculo por delante: debía enfrentarme al mundo con la desventaja de haber pasado años sin socializar, es decir, sin haber practicado cómo expresarme o cómo interactuar con otros seres humanos.

En ese proceso pasé de ser un torpe social ‘retraído’ a mi actual etapa como torpe social ‘fastidioso’, palabra que también define con mucho acierto el diccionario: “Enfadoso, importuno; que causa disgusto, desazón y hastío”. Uno de los mejores ejemplos de esta clase de personajes lo supe gracias a @PipeSnchez. Él contó -a través de Twitter- la historia de un tipo que estaba en la casa de la novia y abrió la puerta del baño sin saber que ahí estaba su suegra con las nalgas sobre la taza. Pues el genio este, en medio de su torpeza y confusión, entró y la saludó de beso.

No he llegado a tal punto, pero sí confieso que mis comentarios son tan fuera de lugar como saludar a la suegra mientras está cagando. Soy del tipo de personas que dicen cosas imprudentes y hasta ofensivas. Recuerdo la vez que me reuní con un grupo de amigos en la casa de uno de ellos. Algunos vimos una cucaracha pasar por la terraza y mientras los demás quisieron guardar un sensato silencio -para no hacerle pasar una vergüenza al anfitrión- yo no me pude contener: “¡Uy! ¡Una cucaracha! ¡Qué asco!”. Los otros, apenados, quisieron arreglar mis palabras: “Qué exagerado… es apenas una ‘cucarachita’ que debe venir de la casa vecina…”. Yo insistí en mi torpeza: “¿Una ‘cucarachita’? ¿¿¿UNA ‘CUCARACHITA’??? ¡Donde hay UNA, hay MIL! ¡Guácala!”.

 

Alcanzando la ‘mensidad’

Mi problema se agrava porque me gusta llevar la contraria por el simple hecho de llamar la atención. Hablo como si tuviera un conocimiento superior sobre todos los temas y me expreso como si la verdad fuera mía. En el fondo, se trata de un grito desesperado: “¡Auxilio! ¡Alguien présteme atención!… Ay, mamá, ¡tú no!… ¡Otra persona, por favor!”.

Es el mismo grito de desespero que se notaba cuando usaba Microsoft Messenger: me desconectaba y volvía a conectarme, una y otra vez, para asegurarme de que otras personas me vieran y se animaran a saludarme. Ahora me la paso escribiendo mensajes inconclusos en mi perfil de Facebook o en el BlackBerry Messenger, con el propósito de que me pregunten a qué me refiero: “Esperándote…”, “¡Amando la vida!”, “Triste…”, “No me rendiré…”, “¡Al fin!”.

De otra parte, no entiendo los chistes capciosos. Y para colmo de males, me río de lo que no es gracioso. Además, mis bromas son malas y, a pesar de que soy consciente de ello, las repito hasta 10 veces con públicos diferentes a ver si a alguien le parecen divertidas: “Había una vez…. ¡truz! ¿Sí me entiendes? O sea que había ‘una avestruz’… jeje… Es un juego de palabras… jeje… Si quieres te lo explico de nuevo… Ahhh, ¿no quieres?… ¿Por qué te vas?”.

Para las mujeres, por supuesto, soy un tipo incómodo y aburrido. Incluso, en una época fui despectivo a la hora de hacer preguntas: “¿Has estado embarazada alguna vez?”… “¿No te molestan los gorditos en tu cintura?”… “¿Te acompleja tu nariz aguileña?” (para más información, lo invito a leer Si quiere conquistarla… pertúrbela).

Lo bueno es que ya aprendí a evitar los comentarios que pueden resultar insultantes en mis citas. Lo malo es que aún me veo como un idiota cada vez que pongo el codo sobre la mesa y acto seguido se me resbala. Intento ocultar mi estupidez hablando de temas rebuscados con los que pretendo dármelas de sabelotodo: “Vi en History Channel un documental sobre cómo algunos hombres han alcanzado la inmensidad”. La mujer que me escuchó decir eso supo responder muy bien ante mis ínfulas: “Bueno, tú puedes decir que al menos has alcanzado la ‘mensidad’ “.

Yo les pido que nos tengan paciencia y que -en un acto de bondad- guíen a los cientos de miles de torpes sociales que existimos. Por experiencia propia les puedo decir que de puro milagro salimos a la calle y volvemos a nuestras casas sanos y salvos.

Corríjannos, con cariñito, ante cada idiotez y enséñennos cómo encajar mejor. Comprendan que no somos retraídos o fastidiosos porque así lo queramos, sino porque alguna circunstancia marcó nuestras vidas y nos intimidó en el camino de ser mejores individuos dentro de la sociedad. En mi caso se trató de la ‘Masacre de las Bananas’ y con eso tuvieron pa’ joderme el resto de la vida. No se burlen. Entiendan y consideren.


facebook.com/Agomoso

*No sea líchigo. Compre mi libro “A usted también le ha pasado, ¡admítalo!” -de Intermedio Editores- incluye 18 artículos EXCLUSIVOS (vea aquí los títulos). ¡El prólogo es de mi mamita! Lo encuentra en Panamericana, Librería Nacional (aquí, compra on-line), Prodiscos, Entertainment Store y La 14, entre otras.

*Si se lo perdió…

‘Cuando uno se aburre del trabajo’

‘Si quiere conquistarla… pertúrbela’

‘He aquí el porqué las mujeres no pagan la cuenta’

‘Mi novia es una bruja’

‘La primera vez de un turista colombiano en Estados Unidos’

‘Viajando en avión por primera vez’

‘Cuando los gordos hacen ejercicio’

‘Mis ‘archienemigos’: los zancudos’

‘¿Por qué los hombres feos despreciamos a las mujeres feas?’

‘¡Alerta! ¡Mi mamá tiene cuenta en Twitter!’

‘¡Déjenme fumar en paz!’

‘Esta es la columna (que me imagino) de Daniel Samper Ospina si hubieran ‘hackeado’ la cuenta de otro Daniel Samper Ospina’

‘Esta es la historia (que me imagino) de la entrevista ‘in english’ a Carolina Cruz… ‘and the music’ ‘

‘¿Es ud. adicto a la impuntualidad? Yo sí’

‘Cuando una mujer se aprovecha de un hombre’

‘Si yo fuera empleada del servicio… sería igual de confianzuda’

‘Yo era un patito feo, inmundo; ahora soy un pato, a secas’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)

‘Las costeñas me intimidan’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)

‘Si yo fuera taxista… sería igual de atravesado’

‘Celos de madre’

‘Trabajo como ‘independiente’ y… ¡me estoy volviendo loco!’

‘La necesidad tiene cara de olla – Yo hice fila con sobres de Ricostilla’

‘Malentendidos entre hombres y mujeres – Segunda parte’

‘Malentendidos entre hombres y mujeres – Primera parte’

‘Chistes tontos de la infancia’

‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’

‘Todo nos gusta regalado’

‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’

‘La bendita maña de decir mentiras’

‘El amor al carrito nuevo’

‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’

‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’

‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’

‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’

‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’

‘Mujeres que le tienen fobia al motel’

‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’

‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’

Shows de mujeres que hacemos los hombres’

‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’

‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’

‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’

‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’

‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’

‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’

‘Manejo como una dulce anciana’

‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’

‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’

‘¿Por qué los colombianos nos creemos “la verga”?’

‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’

‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’

‘Yo no entendía por dónde orinaban las niñas; dudas que muchos teníamos, pero nos daba pena preguntar’

‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’

‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’

‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

‘Así es, aún vivo con mi mamá’

‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’

‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’

‘Qué miedo empezar una nueva relación’

‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’

‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’

‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’

‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’

‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’

 

*ESTE BLOG APARECE EN LA SECCIÓN ‘DEBES LEER’, EN LA PESTAÑA VERDE DE ELTIEMPO.COM. TAMBIÉN PUEDE USAR EL LINK CORTO: bit.ly/agomoso

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Andrés Gómez Osorio. Escritor. Confundido.

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35 Comentarios
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  1. Hablas en nombre del género (masculino) o de la raza humana? porque me siento identificada con algunas cosas tuyas. La imprudencia, el ser pésimo para expresarse oralmente (en mi caso por hablar rápido y duro)y marcar una diferencia a la hora de expresarse por escrito (encontré en este lenguaje una forma de refugiarme que cultivé a lo largo de mi vida y se convirtió en lo que definiría mi profesión).

    Dices ser terco (“me gusta llevar la contraria”), bueno yo también lo soy y de pronto no me he dado cuenta que es por llamar la atención.

    También hago comentarios fuera de lugar y también resulto ofendiendo sin querer.

    La pregunta que te hago es: ¿y si el caso fuera al revés? ¿si fuera a los hombres los que les tocara “corregir con cariñito”? porque en serio, en otro lado del mundo, también pasa.

  2. A mi me pasó algo similar a lo de las bananas en el cole, fue en clase de historia haciendo una exposición del grupo extremista “Corazón Aquino” y a mi me dio por exponerlo como “Corazón Equino”, en mi caso no quedó trauma alguno pero toooooda la semana me gozaron con el: Q´hubo como va el corazón del caballito?… gracias a Dios por ese entonces la torpeza estaba al orden del día y a la semana siguiente la gozada fue para la que le cayó un mango en la cabeza mientras estaba durmiendo debajo del palo en el recreo jajaja…. Ayyyy tiempos aquellos!!!! 😀

  3. Andres,
    Yo he estado leyendo su Blog desde su debut. Para mi, asi ud. no cambie el mundo ni diga cosas memorables, leerlo me hace sentir en casa y en familia. Este blog es delicioso para relajarse y reirnos (en el buen sentido de la palabra) del mundo que nos rodea y de nosotros mismos.
    Y sobre el blog de hoy, yo tambien soy otra que senti que estaba leyendo mi biografia! Con decirle que tambien entraba a LatinChat a hacer a migos y a espantar a los que buscaban ninas de 15 (jaja probablemente a ud!) y tambien tengo una maravillosa coleccion de imprudencias. Que bacano! Saludos

  4. Confieso una torpeza social extrema. Casi todas las situaciones descritas me han pasado, excepto la del beso a la suegra. Añadiría algunas cuantas, como manchar mis camisas con comida que se me resbala del cubierto al comer en restaurantes o sitios importantes, decirle a un tío rapado de la cabeza que parecía peluqueado de canceroso (en realidad era así y yo no lo sabía), o tropezarme y caerme constantemente en público para gracia de todos.

    La clásica es la golpeada en la cabeza al subir o bajar del bús. Duele como un demonio, uno sabe que le duele, todo el mundo sabe que le dolió, pero por pura dignidad uno no se soba hasta que el bus no se ha ido o si fué subiéndose, hace como si fuera a rascarse la cabeza.

  5. Lauravellaneda

    El holocausto de las sandías estuvo súper. Y los amargados de siempre terminan siendo divertidos, “elquenolevanta” no levanta por amargado, y el ego de Daniel88etc. es para morirse de risa. Lo más increible es que de verdad hay gente que lo lee creyendo que todo lo que dice es cierto y encima se molestan.

  6. Está buenísimo el comentario de “Daniel880719”, que tal su egocentrismo “ahora soy una de las personas más sociables e influyentes de la universidad”, ó “tuve una relación de 6 meses con una de las secretaria más hermosas de la universidad, a ella le caían hasta ingenieros, pero yo disfrutando del botín, siendo un mancito de tercer semestre, y no soy un papacito, soy muy común”…AAAAhhhhh!!!, que frases más memorables… Me encanta jajajajajajá

  7. Típica la mala puntería en los primeros besos. Terminan con un pincelazo de babas de uno en la oreja o el pelo de la víctima, o con un “pomulazo” mutuo, el mutismo sereno de la víctima, que sabemos que quiere decir “pobre güevón”, y la expresión de “pobre güevón” del victimario.

  8. Andrés, pusiste el dedo el la llaga de muchos, excelente escrito, me recordó cuando me volví un torpe social.

    En quinto año de escuela le dije a una compañerita que me gustaba, no lo hice con el animo de tener novia, si no más bien de que supiera lo que casi todo el salón sabía y ella no, aproveche que estábamos un poco separados de los demás y con confianza le dije casi al oído “Usted me gusta”. No sé ni qué esperaba, pero con seguridad no que ella me dijera a todo pulmón “Pero es que usted no me gusta a mí!..” y el salón volteara al unisono.
    Me costo trabajo volver a tener confianza para hablarle a una mujer, en especial si me gustaba, hasta que mi maestro, mi Sensei (amigo feo de colegio que se levantaba a todas y no estudiaba)me dijo conquiste con pequeños detalles, si ella le presta atención, caigale, si lo comienza a mirar raro dígale que así es usted con sus amigas y se evita el “Pero es que usted no me gusta a mí!..”

  9. En la parte del saludo de beso de la suegra, me reí tanto q se me salieron las lágrimas. En la oficina me preguntaron que qué me pasaba. *********************** Yo también fui un torpe social en mi adolescencia hasta que presté mi servicio militar. De ahí soy popular entre los populares. 🙂

  10. Andres, creame que la vergüenza que pase con la exposición de este mismo tema fue monumental, ya que no tenia la mejor de las pronunciaciones para exponer y además tenia que llevar ayuda visual y mis “matachos” eran dignos de un preescolar, pero esa situación me llevo a reconsiderar tanto que hoy en día soy excelente para exponer y dibujar. Buena Andres

  11. creo que la torpeza social nos ha pasado a todos, a mi me pasa desde niño, y aun como profesional me sigue pasando, recuerdo mi primer día de clases de la universidad, una vieja se quedó mirandome de arriba a abajo, yo la miré y pensé, está estupida por que me mira así, y no me había percatado que estba mojando la bota de mi pantalon con un jugo en botella que tenía en la mano, mientras en la otra sostenía un emparedado que intentaba desenvolver del plastico con ambas moaos ocupadas. vaya, me han pasado muchas, eso es ser muy homero en la vida

  12. lo de la parada de bus no creo q haya persona q no lo haya vivido! pero lo del pomulazo y el saludo a la suegra en la taza casi me hacen caer a mi del escritorio de la oficina de la risa!!! Muy bueno Andres jajajajaja, ojala la mensidad la superaramos mas rapido!

  13. a todos en algun momento nos ha pasado algo de lo que cuenta aca el joven andres si la pasada del bus el comentario inoportuno el chiste mas malo que ya saben que pero con el tiempo no se pero creo las personas vamos crean nuestra propia imagen y alguno cambiamos y por el contrario ahora le damos en la cabeza de manera objetiva al comico antes que ahora es bufon y uno ya sabe como sortear esos comentarios ofensivos y andrea si se te sigue resbalando el codo me avisas y yo te lo cuido ejejejejejeje ;), por otros lado si hay muchas circunstancias que en la niñez nos marcaron y por ende pasamos por ser topes sociales

  14. Es la primera vez que lo leo y me ha encantado su forma de escribir. Me he reído con su humor y ha sido fácil entrar en el personaje que presenta. Debo decir que ha sido una experiencia mucho más refrescante que leer a algunos de los periodistas de la “titular” del periódico. Muy bien.

  15. Sin querer desmerecer su relato, pero lo que cuenta es cosa normal. Nadie nace sabiendo nada. Luego hay personas que confunden el echo de ser sociables con saber mañas para llevar a una chica a la cama. En Colombia damos demasiada importancia al palabreo y cosas superficiales, porque creen que hay tanto político que tarde o tempranos se le descubre sus mentiras.? Hay una parte de este relato que es loable, “ser sociables para servir a los demás”. Alguna vez leí esto: “En mi depende que la persona que este a mi lado se sienta bien.” Pensando así cambiaremos todos para bien junto con la sociedad.

  16. Me gusto tu escrito creo que a todos nos pasa y en el colegio y la Universidad a veces hay gente muy montadora, cansona e inmamable por eso hay gente que no socializa a no ser que se vuelva parte del combo y sea igual de montador y cansón, creo que tambien hice muchos osos al frente no solo de mi curso pero de todo el colegio haciendo actos culturales confundiendo palabras hoy que está tan de moda el bullying en los colegios pegarle a los que caen mal y hasta usar violencia con navajas y golpizas recibi golpes tambien y todo eso me impulso a hacer deporte y ha hacer pesas para defenderme aunque no le pego a nadie nadie se mete conmigo para golpearme. En fin todas esas experiencia buenas y malas nos enseñan a ser mejores personas y a seguir aprendiendo.

  17. dianakaro0112

    “¿Una ‘cucarachita’? ¿¿¿UNA ‘CUCARACHITA’??? ¡Donde hay UNA, hay MIL! ¡Guácala!”.

    Jajajajajajaj, buenisimo, tengo que confesar que me siento muy identificada con esa situación… me encanta llevar contraria a todos… Muy bueno el blog de hoy.

    Es la primera vez que comento, me leí todos tus blogs en 4 días… excelentes todos.

  18. jajajajajja me reí mucho, y obvio que también sufrí, sufro y sufriré de torpeza social, recuerdo una vez en la escuela que por estar jugando en la fila le hice sancadilla a la profesora mas brava y ella se indigno y lo hizo publico, desde ahí todos me miraban raro como la niña extraña del colegio… o en 6° que el profesor pregunto quien no entendio, y yo dije muy duro YO! pense que habia preguntado lo contrario y que todos hiban a decir yo, desde ese dia todos me preguntaban si habia entendido, aunque algunas veces esa torpeza juega a nuestro favor en alguna ocasión una profesora me pregunto si se me iba a caer la nariz, (por que me la pasaba tocando mi nariz), y yo sin caer que era un sarcasmo, respondí: no profesora tranquila, no se me va a caer… la profesora se molesto mucho por mi acto grosero, me la gane desde ese día, pero todos tomaron mi desacertada e inconsciente respuesta como un acto irreverente jejeje y podría seguir y seguir…
    para mayery a mi me paso igual hace como veinte días leí el articulo por que las mujeres deben pagar la cuenta y me gusto tanto que empece una especie de maratón de Agomoso.

  19. elquenolevanta

    Pues hermano, dada la baja y pauperrima calidad de sus ultimos escritos veo que le toco recurrir de manera desesperada a la “autochimbiadera” ya patentada por cierto, para reirse de usted mismo y asi poder acaparar la atencion y el agrado de los demas…

  20. JAJAJAJAJAJA hace rato no comentaba porque no me motivaba, pero el inicio de este post si la sacó del estadio! “la venganza de la piña” sería un buen nombre para un bar de Salsa.
    Fijate que yo en mi edad temprana era una lindura… y como eso me apabullaba, pues era toooorpe socialmente. Cuando crecí y me hice un patito feo, inmundo, por pura defensa personal mejoraron mis habilidades sociales. Recuerdo un Twit que escribi hace meses para un vecino que casi se mata que porque era feo y las niñas del colegio no el paraban bolas “léase hartos libros para que tenga mucha carreta y aprenda a bailar bien. Ya con eso se le arregla la vida”
    Un saludo!

  21. Es cierto, hay circunstancias de la niñez, que a muchos los ha marcado para toda la vida, especialmente por la crueldad de los compañeritos. El saludo con beso a la suegra en el baño, no tiene desperdicio, ja,ja,ja,ja,ja!!! Excelente como siempre.

  22. Ehhh que buen apunte. Andrés, vengo leyéndolo desde hace unos 15 días, me gustó tanto que casi termino de leer todas sus entradas (ojo, no soy ninguna maniaca), ésta en particular me recordó también mi época de estudiante de colegio (que malos somos de niños, y de jóvenes y de viejos!!!), luego cuando empecé a trabajar alguna vez, y delante de todos mis compañeros… con toda la potencia de mi voz, se me salió la expresión “en delante de XXXX”, ohhh con eso tuve para que ellos hicieran de las suyas y redujeran a la más mínima expresión mi autoestima, luego aprendí a reirme de mi misma jejeje y a sacarme la tuna cada que podia… así he sobrevivido. Me gusta mucho tu forma de escribir!

  23. Yo antes era un torpe social, ni te imaginas, tímido, malo a la hora de tratar con mujeres, eso fué antes de los 18, y actualmente tengo 23, mas o menos a los 20 años decidí cambiar, y ahora soy una de las personas mas sociables e influyentes de la universidad, mi autoestima está altísima, soy un hombre seguro de mi mismo, me enfrento a todos los miedos, siempre estoy de voluntario, hasta programo las rumbas, algo que tambien me sirvio mucho fué acercarme a la gente conocida, ya que de cada persona aprendes algo.
    Y con las mujeres ni hablar, tuve una relacion de 6 meses con una de las secretaria mas hermosas de la universidad, a ella le caian hasta ingenieros, pero yo disfrutando del botin, siendo un mancito de tercer semestre, y no soy un papasito, soy muy comun. Actualmente con solo un par de llamadas tengo compañia, chicas simpatia, la zunga, la guisa, la culta, la inteligente la que sea 😀

    Uno de los problemas mas grandes que veo es que muchos de ustedes se aislan en grupos de amigos, por ejemplo los emos con los emos, los intelectuales con los intelectuales, rumberos con rumberos, las feas de un lado, las bonitas para el otro, los pobres para acá y los ricos para allá. ESO ES UN ERROR! La felicidad para mi no está en el dinero, ni en la belleza, ni en todo lo que la gente cree, sino en las personas, y mientras mas personas, estén a mi lado a las que les pueda aportar algo y ellos a mi me hace mas feliz.

  24. ja,ja,ja, lo de quedarse dormirdo en el bus y pasarse del paradero a mi me sucede pero en el metro. Cuando me distraigo y me paso de estación hacer el cambio de plataforma con disimulo para devolverme es todo un arte.Es verdad, uno piensa que todos se van a dar cuenta.

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