Recuerdo ver los debates en el Congreso y sentir inspiración con una mujer fuerte que, en un país extremadamente violento, se atrevía a desafiar al poder.
Esa mujer, sin embargo, acumuló su propio poder y se volvió arrogante. O quizá siempre lo fue. Claudia es una mujer preparada, seria, constante, disciplinada, y con la convicción de poder en pro de la ciudadanía. Pero tiene un tremendo defecto: su personalidad.
Es verdad que tiene poca experiencia gobernando. Su campo de juego hasta ahora ha sido el de la valentía para enfrentar al poder y señalar a los corruptos. El control político le resulta excepcional como le resultaba a Petro cuando fue congresista antes de ser alcalde de Bogotá. Una historia muy parecida.
Claudia es una mujer preparada, seria, constante, disciplinada, y con la convicción de poder en pro de la ciudadanía. Pero tiene un tremendo defecto: su personalidad».
Aún sin experiencia gobernando, Claudia ha sabido administrar un partido de nivel nacional y llevar las cuerdas de las regiones no es fácil. Además, es doctora. A ella sí se le puede decir doctora. Se graduó hace poco de Ciencia Política en la Universidad de Northwestern. No se si algún otro candidato tiene esa ventaja. Pero, Claudia, con muchas cualidades, es también un riesgo. No escucha, monopoliza la verdad, y cree que la única posibilidad acertada de lo correcto es lo que ella promueve.
Bogotá al igual que Colombia necesita una persona que reúna a la ciudadanía entorno a una causa común. Claudia es demasiado vehemente y poco conciliadora. En una entrevista radial le dijo con tono arrogante a una periodista: “¿Cuántos delincuentes has metido tú a la cárcel?; yo le he dedicado la vida a eso”, como si el periodismo tuviera funciones judiciales o policiacas.
Ese es su problema. Pero tiene otros de coherencia. En Cundinamarca, por ejemplo, Claudia me respondió una pregunta puntual sobre las elecciones. El gobernador Jorge Rey, a quien ella ha llamado “corrupto de la banda de Vargas Lleras”, tiene como candidato al joven Nicolás García. En los círculos políticos de la región siempre se ha dicho que Claudia hizo un acuerdo político con Rey para asegurar la candidatura de García en pro del desarrollo del Tren de Cercanías, un sistema de transporte férreo que comunicará a Soacha y Facatitvá a través de Bogotá y otros municipios del departamento. A Claudia le gusta el Regiotram y la mejor forma de garantizar su continuidad es que gane el candidato de Rey. “Sobre mi cadáver Nicolás García será el candidato del verde para Cundinamarca”, me dijo de forma precisa.
Cumplió, pero a medias. El Verde tenía tres candidatos para otorgar el aval y decidió abstenerse de tener un candidato propio, dejándole el camino muy fácil a García sin competencia. En los eventos políticos locales del partido se promueve el nombre del candidato de Rey sin que nadie se sonroje. Eso no se puede llamar coherencia.
Uribe
De otro lado, Miguel Uribe es un delfín que saltó de la Universidad al Concejo, del Concejo a la Secretaría de Gobierno y de Gobierno a la campaña para ser elegido alcalde. Hasta ahora tiene cinco avales: conservadores, liberales, Justa y Libres, Mira, Centro Democrático y próximamente Cambio Radical. Además de ser un delfín, Miguel Uribe defiende la idea de una ciudad que no entendió a los ciudadanos y que no hizo suficiente para solucionar los problemas más graves de Bogotá: seguridad y movilidad. Y su camino político ha sido desacertado. Tiene a toda la maquinaria política detrás, sin asimilar que los ciudadanos de hoy no se mueven en la lógica de los partidos, sino en la lógica buscar soluciones puntuales a problemas reales y estructurales. Claro, la maquinaria mueve sus engranajes, pero en Bogotá eso no ha sido suficiente en las últimas 4 elecciones.
Además, ¿cómo va a gobernar con independencia Miguel teniendo como jefes políticos a Pastrana, Gaviria, los cristianos, el expresidente Uribe y a Vargas? Uribe es la representación de la herencia del poder de la élite. Los mismos gobernando para los mismos con pactos rigurosos de lealtad. En resumen: los que creen que solo ellos tienen la llave para la solución de los problemas en política por ser llamados en el linaje divino de apellidos tradicionales. La ciudadanía de hoy ya no entiende ese supuesto.
Es un delfín que saltó de la Universidad al Concejo, del Concejo a la Secretaría de Gobierno y de Gobierno a la campaña para ser elegido alcalde».
Y tiene problemas: miente. Dijo que que nunca aceptó la encuesta con Ángela Garzón cuando el Centro Democrático tomó la decisión de darle la espalda a su candidata para sumarse a Uribe. Sin embargo, el concejal Daniel Palacios tuvo una reunión con él en donde sí se acordó el procedimiento de encuesta. A pesar de que Uribe le haya mentido al país, hay chats que lo prueban.
Clara López también es un delfín. Mujer de izquierda valerosa pero que siempre se ha movido en los altísimos círculos políticos de Bogotá, sobrina de Alfonso López Michelsen, familiar de Felipe López. Definitivamente no.
¿Y Galán?
Es una buena opción, pero es otro delfín y tampoco tiene experiencia gobernando. Lo encuentro sensato, con buenas ideas, pero su deflinazgo me separa de él.
Bogotá y sus ciudadanos no deben estar para siempre expuestos a la verdad falaz de que solo pueden gobernarnos quienes por décadas nos han gobernado. La política se hace con cambio, con ideas, con impacto y con humildad. Las opciones que nos quedan hoy se cuentan entre la arrogancia de la izquierda y el deflinato de la derecha. No hay centro, tampoco independencia.
Mi voto será en blanco en coherencia con mis convicciones. ¿Acaso no podemos exigir los ciudadanos mejores opciones?
En otros temas: Carlos Julián Bermeo estuvo en el Congreso reunido con el senador Temistocles Ortega una semana antes de ser nombrado en la JEP repentinamente en un cargo para el que no estaba preparado ni tenía mérito. Los registros del Congreso dan cuenta de tres entradas al Senado el 23 de octubre de 2018. Se vio con Ortega. ¿Cuál fue el papel del senador en el nombramiento de Bermeo?