La primera vez que el país se escandalizó por la utilización del miedo y las pasiones en una campaña política a través de las redes sociales, fue en el 2016 con una entrevista de La República al entonces encargado de la campaña del No en el plebiscito que refrendaba el Acuerdo de Paz con las Farc.

Juan Carlos Vélez Uribe, quien increíblemente es candidato a la Alcaldía de Medellín, aceptó que habían acudido al recurso de la indignación porque querían que la gente saliera a votar «berraca». 

“Descubrimos el poder viral de las redes sociales. Por ejemplo, en una visita a Apartadó, Antioquia, un concejal me pasó una imagen de Santos y ‘Timochenko’ con un mensaje de por qué se le iba a dar dinero a los guerrilleros si el país estaba en la olla. Yo la publiqué en mi Facebook y al sábado pasado tenía 130.000 compartidos con  un alcance de seis millones de personas”, dijo Vélez a quien luego culparon de contestar la entrevista con algunos tragos encima. 

La verdad es que la estrategia con más reditos para llevar a los políticos o a las ideas al triunfo electoral, es el marketing en las redes sociales. Masificar emociones como el miedo, la rabia, la indignación o el odio es una tarea que los expertos en informática han venido estudiando ya desde hace varios años, y funciona. 

El No ganó entonces el plebiscito y sus representantes obligaron al gobierno a renegociar varios puntos del documento. Luego se quejaron de que el acuerdo fue aprobado sin sus exigencias configurando un conejo a la decisión de las mayorías. En la campaña del Sí también hubo fake news, verdades exageradas y ampliadas, y argumentos facilistas para prometer un país perfecto que hoy no se escribe en la realidad. El poder de la manipulación es certero, y un riesgo real que las instituciones colombianas ignoran por incapacidad o por falta de voluntad. 

Sin el Internet y las redes, los políticos hace 20 años también podían manipular, decir mentiras, acusar a sus oponentes de delitos o conductas sin pruebas. La diferencia hoy es que hacerlo es mucho más fácil y se puede masificar pagando poco con campañas sistemáticas de bombardeo de información a los perfiles de los ciudadanos en las redes. El riesgo de tener una sociedad desinformada que vota por pasiones y emociones alimentadas por mentiras y contenidos convenientes que consumen todos los días, es real, presente y un tema que, como nos lo dijo el experto David Carroll, profesor de la Universidad The New School en Nueva York  y protagonista del documental The Great Hack, es un asunto de seguridad nacional. 

La consecuencia más grave de la manipulación política en las plataformas digitales es la elección de gobernantes o ideas perjudiciales para los destinos de la sociedad. Un ejemplo claro es el de la Amazonia en Brasil: la campaña de Jair Bolsonaro fue duramente cuestionada por acudir a la propagación de fake news a través de cadenas de WhatsApp. Bolsonaro ha ejecutado políticas que afectan el medio ambiente en el país con la selva más importante del mundo, hoy incendiada por manos humanas pero con preocupantes cifras de deforestación. 

Este es un problema que requiere toda la atención de las autoridades. Por lo pronto en Colombia parecemos estar condenados a que el voto libre no sea libre ya por la indiferencia del Consejo Nacional Electoral y de la Registraduría que firman pactos superfluos e insulsos para atraer las cámaras de televisión y ganar aplausos de protocolo. 

En La FM publicamos la primera investigación multimedia en radio que prueba que una compañía extranjera estaría interfiriendo en las elecciones locales de octubre, tal como lo hizo Cambridge Analytica en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en el 2016 y en la votación para la salida del Reino Unido de la Unión Europea.  (Vea:¿Quiénes aparecen mencionados por empresa que estaría interfiriendo en elecciones locales? 

La verdad hoy más que nunca está secuestrada en manos irresponsables con intereses particulares y fines económicos que buscan convencer con herramientas que vulneran los principios completos de la democracia. Por eso es tan importante la labor del periodismo. 

En Colombia la Ley 1581 de 2012 que regula el uso de los datos privados consolidó un avance para que las compañías o los particulares no puedan aprovecharse a carta cabal de la información de las personas. Pero los ciudadanos no la conocen y aún está muy lejos de proteger a la sociedad y blindarla de los bombardeos de información que vemos todos los días en Twitter, Facebook, Instagram y otras aplicaciones. 

El profesor Felipe Sánchez de la Universidad Sergio Arboleda, consultor y experto en redes sociales explicó que, a partir de softwares y sistemas diseñados, es perfectamente posible estudiar las inclinaciones, los gustos y las preferencias de una persona para rastrear su comportamiento y tratar de influenciarla con información. En política el recurso es absolutamente peligroso. 

Si las instituciones no se dan cuenta del problema o no quieren darse cuenta, todas las elecciones en adelante estarán penetradas por la manipulación. Los ciudadanos deben despertar y exigirle a Facebook y a los políticos que hagan lo necesario para jugar limpio y no  lucrarse engañando en masa. El gigantesco vacío que tenemos frente a nosotros es que quienes deben encargarse de legislar para que esto no ocurra, son quienes entienden hoy que para ganar elecciones deben acudir a estas herramientas. 

Lo que está en juego es la democracia per se y la posibilidad de que las personas vayan a las urnas en libertad, bien informadas y con las convicciones claras para escoger la mejor opción por el futuro colectivo de las sociedades. 

En otros temas: La Fiscalía de Néstor Humberto Martínez se dedicó a mojar prensa con escándalos simulados. Llevaron juicios paralelos en medios y en estrados, pero las pruebas siempre fueron poco serias. Todo acusado tiene derecho al debido proceso y a la presunción de inocencia. Son derechos fundamentales para todos, incluso para los presuntos corruptos. El sistema judicial debe reformarse urgentemente, pero el Gobierno no parece interesado. 

@santiagoangelp