Las opciones de centro han crecido en los últimos días con posibilidades interesantes para el país. Juan Carlos Echeverry, Enrique Peñalosa y Sergio Fajardo representan caminos de sensatez y de soluciones reales a problemas estructurales sin los cantos de sirena del populismo y la demagogia que entonan con enorme facilidad en la izquierda radical, pero rompiendo vidrios.

Aún está por verse si Alejandro Gaviria logrará jugar un papel importante en la campaña. Las alianzas entre candidatos están muy distantes en el tiempo y el único que se avizora con muy pocas posibilidades es el Centro Democrático. Estas serán unas elecciones de la izquierda de Petro vs el centro de quien pase a segunda vuelta. A esa opción se sumará la derecha de forma masiva con la consigna de “cualquiera menos Petro”.

Si Fajardo quiere tener una oportunidad real debe abandonar el populismo y empezar a hablar de propuestas concretas y con acento desde ya. Un comunicado reciente de la «Coalición de la Esperanza» cuestionó la última reforma tributaria del ministro Jose Manuel Restrepo calificándola de no estructural. La enorme incoherencia es que el robledismo de la coalición de la esperanza fue determinante para tumbar la oportunidad que el país tuvo para debatir la que, los técnicos coinciden, era la reforma más estructural y progresiva presentada en Colombia. 

El país político le ganó esa batalla a los técnicos del Ministerio de Hacienda y es cierto que no era el momento indicado para presentar el texto de Carrasquilla luego de un año de cifras descomunales de desempleo, aumento de la pobreza, y la quiebra de cientos de miles de colombianos. Pero también es cierto que se pudo dar un debate más razonable en el Congreso para buscar soluciones estructurales. La coalición de Fajardo no quiso dar ese debate y le dio mucho terreno a Katherin Miranda, Inti Asprilla y otros congresistas del Verde que no leyeron ni la mitad de la reforma pero se sumaron al populismo para hacerse visibles y reelegirse en el 2022. 38 millones al mes no es una remuneración despreciable. 

Si Fajardo no abandona las posturas que señalan que el país es un enorme fracaso y solo un enorme fracaso sin la complejidad de los grises; si no abandona las ideas del proteccionismo del siglo pasado que quieren que Colombia no tenga libre mercado; sino que este sea regulado con una limitación por el Estado a las importaciones; sino empieza ya a tomar posturas determinantes sobre la violencia, el ELN, las disidencias, Venezuela, los cultivos ilícitos, la pobreza extrema y las reformas estructurales en pensión, normas laborales y sistema fiscal que el país necesita, los otros candidatos de centro le van a tomar mucha ventaja antes de un año. Echeverry, Peñalosa y Gaviria son técnicos y no le juegan al populismo de elegir el silencio o la prudencia para no quedar mal con un lado o con el otro. 

Esa es buena forma de no perder votos ni en la izquierda ni en la centro derecha, pero estas no son elecciones en clave de no arriesgarse para no perder votos. Las del 2022 serán elecciones de todos contra Petro, es decir todos contra el populismo. 

Aunque Robledo y Petro tienen diferencias personales irreconciliables, también tienen ideas exactas en lo económico. A Fajardo le hace mucho daño Robledo. Sus propuestas y su forma exclusivamente sindicalista  de entender las soluciones del país hacen que el centro se aleje. Quizás se quede con los votos de los sindicatos y de los jóvenes universitarios que están en el robledismo. Pero las personas que quieren trabajar, emprender, vender sus productos en el extranjero, competir con el mundo y aportarle al país en proporción, se quedarán con Peñalosa, Echeverry o Gaviria. Fajardo perderá su esencia, que es la de ser la alternativa más probable a la derecha radical y la izquierda radical. 

Ya es hora de que Fajardo abandone el populismo. A veces el silencio es populista. Su estrategia de redes por un cambio de Community manager ha sido exitosa, se enfrenta mucho más con Petro apelando a argumentos emocionales. Pero ese discurso ya lo conoce el país. Los colombianos hoy no quieren poesía virtual con fotos en blanco y negro; quieren tener trabajo con garantías sociales fuera de la informalidad; acceder a una pensión; que las cosas cuesten menos; salir de la pobreza y la pobreza extrema. Las empresas quieren ser competitivas y pagar menos impuestos, tener alternativas de contratación a sus empleados que no les frene el crecimiento y mejorar sus productos para exportarlos y conquistar mercados en otros países.

Los jóvenes quieren menos violencia, reformas estructurales en la Policía, más oportunidades de educación y de empleo real para mejorar su calidad de vida, políticas de paz con los grupos armados ilegales que acaben los desplazamientos y la muerte en regiones. Las mujeres quieren equilibrio en las cargas y necesitan muchas más opciones de trabajo. Los campesinos quieren vías terciarias, tecnificación de sus industrias, beneficios en sus productos.

Fajardo debe empezar a hablar ya y con acento de sus apuestas de soluciones. De lo contrario, pronto será un candidato irrelevante ante la firmeza de las opciones de centro que empiezan a tener cada vez más parlantes y más contundencia. Si se queda con el romanticismo de la pasividad y la prudencia, no tendrá ninguna opción. 

 

@santiangelro