Creo que muchas personas se habrán hecho esta pregunta. Dejando a un lado la razón de la ambición por el dinero que no lo da el salario que devenga un presidente y congresistas -pues aunque lo desearía cualquier colombiano, para muchos de los que llegan allá no es ni una caja menor- hay situaciones que ponen a pensar. Viendo el programa: “El país de los jóvenes” que presentó Caracol Televisión abruma ver la cantidad de problemas que tiene este bendito país y el desconocimiento que se les notaba a los candidatos, quienes en muchas ocasiones no sabían qué responder, comenzaban a divagar o trataban de ser graciosos, como en el caso de Rodolfo Hernández; demostraban cansancio, como Petro; llevaban la respuesta a lo que hicieron en Medellín, como Fajardo y Gutiérrez; o respondían sin convicción, como Ingrid Betancourt.
En el llamado “País de los jóvenes”, observamos que no hay estaticidad, porque el mundo evoluciona. Todos alguna vez fuimos jóvenes y vivimos situaciones similares, pero nos damos cuenta de que lo que no cambia es la forma de gobernar a un país en donde los candidatos actúan de la misma manera: recorren el país dando abrazos para que el ciudadano se tome una foto que atesora en su cartera, pero para el candidato es publicidad política impagada; se ponen el viejo y sudado sombrero de un campesino; bailan lo que no saben ni quieren bailar; dicen en cada rincón de Colombia que visitan que hacía mucho tiempo querían estar en ese lugar y tantas tonterías que no harían si no estuviera de por medio la presidencia.
Y vuelvo al tema de este texto: si no es el dinero de los contratos, el reparto de puestos a los que los acompañaron en la campaña, ¿si habrá un poquito de esta patria moribunda, que le duela a alguno de los candidatos para sacarla de tanto problema que se acentúa con lo que hacen los que van a entregar el poder? Ellos, sin ningún atisbo de vergüenza, endeudan cada vez más al país para mostrar algo de lo que prometieron cuando estuvieron en campaña, diciendo, como Belisario: “Sí se puede”. Sin embargo, nos dejan en peores condiciones con una “olla” que si se raspa se rompe, porque ya no hay de dónde.
Tristemente sombrío el panorama que se nos presenta a los colombianos de las clases menos favorecidas, porque los dueños de grandes capitales, no van a desprenderse de tierras para que los campesinos puedan cultivar y seamos un país autosostenible; los ganaderos cada vez querrán tener más ganado y no les importará el precio que tenga la carne, ni la leche a nivel nacional; los industriales seguirán agrandando su fortuna y contando por televisión cómo levantaron esos emporios. En fin, seguiremos en las mismas aunque todos vamos a terminar debajo de la tierra o en una bóveda, sin un peso en el bolsillo, pidiendo clemencia, si hay justicia más allá de la muerte.
Y, en cuanto a “El País de los jóvenes”, mi consejo es que dejemos esa idea que tenemos en los hogares de que si no se es profesional, no se es nada. Colombia necesita técnicos, tecnólogos, operarios…No tantos comunicadores sociales, abogados, médicos… El país está inundado de profesionales que, con el título en la mano, no encuentran donde obtener trabajo para conseguir dinero, que por lo general, se le queda debiendo a los bancos o al ICETEX.