Mucho es lo que ha atacado el Centro Democrático a la Federación Colombiana de Educadores, demostrando la histórica animadversión que han tenido ellos y muchos gobiernos por el sector oficial del magisterio, a quienes creen responsables del deterioro de su imagen y la pérdida del poder. Este es un pensamiento contradictorio, pues, por un lado le echan la culpa a los docentes del bajo puntaje en las famosas pruebas Pisa, en donde, dicen, Colombia ocupa deshonrosos puestos y por el otro manifiestan que el adoctrinamiento es la causa de las marchas de los jóvenes para que acompañen a los maestros, quienes buscan mejores condiciones sociales, económicas y educativas de los estudiantes, que se equiparen a las del sector privado. Asimismo, busca el docente un salario digno. No es posible que un educador trabaje más de 40 años y no pueda obtener, hablando de la fecha de hoy, un sueldo que llegue a los cinco (5) millones de pesos .

Dicen que el señor Miguel Polo Polo en compañía de Paloma Valencia radicaron un proyecto de ley en contra del adoctrinamiento de FECODE. ¿Será que Paloma Valencia necesitaba de una persona “versada” en educación y por eso le pidió el favor al nuevo congresista? ¿O la experimentada senadora está enseñando a volar al nuevo polluelo, especialista en baile, masajes e irrespetuoso «admirador número 1 de la sensual senadora Cabal»?

Pero, volviendo al tan machacado “adoctrinamiento”, quisiera preguntar a la señora Valencia y al señor Polo, ¿Cómo hago yo, como maestro de lenguaje para no enseñarles a los niños de 7º a analizar los poemas de Carlos Castro Saavedra, escritos en 1974, y que aparecen en las páginas 135 y 136, del texto de castellano: “Vamos a aprender” que envió a los colegios oficiales, en el 2017, el expresidente Iván Duque Márquez y la ministra de educación María Victoria Angulo, titulados: “Callemos un rato” y “Camino de la patria”. Y, ¿cómo hago para no tratar el tema de la pintura (páginas 78 y 79) y no hacer el taller de análisis del Guernica de Pablo Picasso?

Me gustaría saber, si los honorables congresistas aprendieron a analizar textos, sólo al nivel literal, y cómo están en un ente, donde lo común es el análisis, la síntesis, la crítica, entendida como crítica, no como censura.

Ahora, los estudiantes del sector público son los de las clases media, media baja y baja. ¿Hay que educarlos para que no analicen su situación y no aspiren a cambiar su triste historia de pobreza y desesperanza?

Yo les sugiero a la senadora Valencia y al señor Polo que se pongan la camiseta y trabajen por el país. Yo voté por Petro y no comulgo con varias de sus ideas, pero no podemos dejar pasar este momento histórico. ¿Quién no quiere que su pueblo viva en paz, que tenga un medio ambiente limpio, que se acabe el hambre, pero sin llegar a que la gente se acostumbre a recibir subsidios todo el tiempo: “enseñarle a pescar”, mirar hasta qué punto se puede dejar de lado el petróleo, el gas, el carbón, sin que tengamos que importarlos más adelante, ni cocinar con leña, respetar la propiedad privada, reactivar el agro y la ganadería para autoabastecernos y cambiar las condiciones de vida de los pequeños agricultores  y ganaderos, cumplir con los acuerdos de paz, erradicar de nuestras vidas la cocaína?

¿UTOPÍA? Tal vez. ¿Pero qué perdemos con probar? Colombia necesita cambiar, para vivir en un mundo mejor.