Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.

(Platón)

 

Da una inmensa tristeza ver cómo nuestro país, cada día avanza aceleradamente hacia el abismo, simplemente porque los intereses de una minoría les ganaron el pulso a los de la inmensa mayoría.

Desde hace muchos años, los representantes del poder ejecutivo en contubernio con los del legislativo y judicial y gran parte del periodismo, se han dedicado a terminar con Colombia, quizás más que la guerrilla y el paramilitarismo.

Da pesar ver, cómo, sin ningún pudor, la gran mayoría de los que han pasado por la presidencia, gobernaciones, alcaldías, senado, cámara, asambleas, concejos, juzgados, tribunales, cortes, entes de control… han buscado el beneficio propio y han dejado de lado a la gente que, como borregos, los elegimos. Y yo me incluyo entre esos borregos, porque, creyendo hacer lo mejor, me he equivocado. ¡Y bastante!

Desde muy niño, me entusiasmaba con el verbo encendido de Jorge Eliécer Gaitán, cuando mi padre, a quien Dios tenga en su Santa Gloria, escuchaba admirado la voz del caudillo liberal y le tomábamos el pelo a mi madre, a quien también tenga Dios en Su Santo Reino, por su condición de “Goda”, que ella ni se tomaba en serio. Más adelante, me grababa las frases de Luis Carlos Galán y sentía una gran admiración por el partido liberal, por esos dos líderes y por mi padre.

No obstante, desde hace unos años, me he vuelto escéptico. Me he preguntado, si Gaitán y Galán hubiesen sido buenos gobernantes, porque la muerte los convirtió en mártires y nunca sabremos si, de haber llegado al poder, hubieran encaminado el rumbo de esta nación, que al igual que el matrimonio de los padres de Santiago Nassar, en Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, no ha tenido un instante de felicidad, porque en este país hasta la sal se corrompe y las diferencias por el poder han llevado a posiciones antagónicas e irreconciliables. Desde los tiempos de Bolívar y Santander, en la famosa conspiración septembrina, la vida de Colombia ha sido una constante disputa por el poder.

Pienso que el sistema bipartidista que se tuvo durante muchos años y que tienen los países desarrollados era mejor: liberalismo y conservatismo. Ahí se veía una verdadera oposición, en principios y acciones. No estoy de acuerdo con esa atomización de “partidos”, sin ideales, ni ideas. Buscando el sol que más les alumbre. Colombia se convirtió en un país de oportunistas. Se inventaron un mal llamado “Estatuto de la oposición” y si salen elegidos, pero no pertenecen al partido ganador, se declaran en “oposición” o “independientes”. Los de la oposición, si los “oficialistas” dicen que es jabón, aunque estén botando espumas por la boca dicen que sabe a jabón, pero es queso y viceversa. Lo importante es no darle la razón al otro.

En Colombia, alguien dijo: “¡Aquí tiene su partido! ¡El partido de la U!” Y se formó un partido que no sería para el de la U, sino para el de la S. Y el de la u, se peleó con el de la s y creó el CD, tal vez porque le sonaba mejor. Y así se fueron abriendo toda clase de partidos: el CR, el Alianza Verde, que nada tiene de ambientalista, el partido MIRA, el MAIS, que no tiene falta de ortografía, ni tiene que ver con el cereal, el Polo Democrático, Colombia Humana, los Comunes… Y se seguirán creando partidos en la medida de las necesidades de acceder al poder, de hacer coaliciones por conveniencia, de buscar puestos o simplemente porque quieren abrir tolda aparte.

Todo el que quiere, forma un partido político en este país. Recogen firmas, hacen convocatorias y otras actividades y la gran mayoría de sus militantes no conocen ni la misión ni la visión y mucho menos el programa político del “Nuevo partido”, al que dicen pertenecer porque X, “acabó” con la guerrilla o porque Y, va a desaparecer la pobreza. O porque, simplemente, le dan unos pesos o unas láminas de Eternit y unos bultos de cemento. Pero de ideología: cero. La gran mayoría de la gente no conoce los nombres de los partidos.

En esa “guerra civil sin fusiles”, nadie reconoce lo positivo de los contrarios. Lo bueno, lo callan. Y lo que puedan aprovechar para enlodar al rival, lo publican en lo peor que se puede haber inventado: las redes sociales. O en la prensa que comulga con cada cual. Aunque lo que se diga, no sea verdad. Lo importante es echarle candela al fuego mediático, tratando de sacar ventajas.

Pienso que todo lo mueve el poder ejecutivo. Alrededor de él, giran las ramas legislativas, judiciales, los entes de control y gran parte de la prensa, que deja su objetividad e imparcialidad a un lado.

Hace muy poco, James Robinson y dos colegas de él fueron galardonados con el premio Nobel de Economía 2024. Caracol noticias lo entrevistó acerca de lo que él piensa de la crítica situación de la Colombia de las últimas décadas, ocasionada por los llamados a sacar adelante a nuestro país: Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos, Duque y Petro. Al explicar el avance que ha tenido nuestra nación, hace referencia a que, tal vez, uno de los presidentes que comprendió el avance de nuestras instituciones políticas y económicas fue el liberal Carlos Lleras Restrepo. Y se infiere que de los gobernantes mencionados anteriormente no se salva ninguno. Unos peor que otros. Todos han sido incapaces de implementar proyectos sociales y económicos. Y es cierto, ¿Qué presidente se puede decir que ha sido un gobernante integral? ¿Qué han hecho Barco, Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos, Duque, Petro y los anteriores? Algunos sacan pecho por un logro y nada más. Otros no tienen nada que mostrar. Desaparecen cuando, gracias a Dios culmina su mandato, y cuando creen que la gente se ha olvidado de su ineptitud, reaparecen tratando de dar lecciones de moral, política y buen gobierno.  

Nuestra patria no puede seguir en manos y en boca de los mencionados, pertenecientes a las tres ramas del poder y al mal llamado “Cuarto poder”, porque las próximas generaciones: nuestros hijos y nietos van a desaparecer por la irresponsabilidad, la avaricia, el complejo de superioridad de gente como los de los partidos del Pacto Histórico, Centro Democrático, Cambio Radical, Alianza Verde, Partido de la U, lo que queda de “los dos tradicionales” Liberal y Conservador y los “partidos de garaje”.

Colombia se está muriendo por culpa nuestra, que somos un país de ciegos y sordos. Si no buscamos el bien de nuestros semejantes, nunca encontraremos el nuestro.