Tal vez el más digno de los ex presidentes colombianos vivos es Ernesto Samper. A pesar de haber protagonizado una una crisis de legitimidad que aún hoy lo estigmatiza, Samper es uno de los líderes latinoamericanos más importantes. Y no sólo porque ha dedicado su retiro a crear conciencia sobre ideas sociales y derechos humanos a través del espacio Café País, sino porque el Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas lo ungió como su nuevo Secretario General.
El papel de Samper en Unasur será determinante para el proceso de paz colombiano. El expresidente ya anunció que desde el organismo internacional tendrá las herramientas necesarias para apoyar los diálogos con las Farc, así como la dura etapa de post-conflicto que se avecina. Esto, además de demostrar que hay un matrimonio relativamente estable entre Ernesto y Juan Manuel, es una ventaja para los colombianos que ahora tenemos un aliado con voz ante la comunidad internacional.
Los demás del grupo de los ex presidentes dejan mucho qué desear. Álvaro Uribe no ha sabido actuar como mandatario en retiro, tanto que prefirió despojarse de esta dignidad para revestirse de la de congresista. Con su odio visceral y su descarnada sed de venganza, convirtió su cuenta de Twitter en una trinchera de guerra desde la que lanza granadas escatológicas contra todo aquel que le es contrario.
Andrés Pastrana, por su parte, ha protagonizado diversas rabietas en la vida reciente, tanto que amenazó con salir del país porque su vida está en riesgo. ¿Será que alguien le quiere hacer daño a alguien que ya no tiene liderazgo?
César Gaviria fue un dirigente tan importante como Samper en su faceta internacional pero se ha excedido en manejar al Partido Liberal como si fuera un tendero. Y a Belisario Betancourt es difícil reseñarlo, pues a pesar de su copiosa obra cultural y poética, su nombre no se desliga de los sucesos del Palacio de Justicia.
Samper ha hablado cuando tiene que hablar, opinado cuando tiene que opinar y callado cuando tiene que callar. Ha durado más de una década en silencio, esperando a que las olas asesinas del proceso 8000 se apaciguaran para volver a la luz pública en un discreto puesto a varios kilómetros de Colombia, pero muy cerca de nosotros.
Además, Samper nos dio un ejemplo de cómo se debe manejar un enredo pantanoso para proteger la institucionalidad colombiana. La ventaja de que en Colombia los presidentes no se caigan es que así se preserva nuestra frágil democracia.
No ha existido, ni existe, ni existirá una administración tan prístina y limpia que pueda señalar a otra de corrupta. El caso de Ernesto Samper fue explosivo porque sus protagonistas eran reconocidos personajes de la clase alta, y el hueso de ver a tantos de ellos enredados con mafiosos era muy carnudo los medios. Pero ya. A Samper lo absolvieron y ahora debemos dejarlo actuar en Unasur.
Ernesto Samper tiene la opción de pasar a la historia como el único ex mandatario que prefirió dejar de lado los chismes de cocina en el Twitter para actuar dentro del marco de la diplomacia en beneficio de los derechos humanos. El expresidente Samper confeccionó en su momento uno de los programas sociales más viables de las últimas décadas para Colombia y eso lo montó y lo mantuvo en la presidencia. A pesar de que por diversas circunstancias infames no pudo ejecutar sus proyectos, ahora desde Unasur podrá potenciar su “Salto Social” en todas las naciones suramericanas.
@JaimeLuisPosada