Mi colega Andrés Rodríguez insiste en en argumentar que Bogotá está muerta: porque a Joan Steven Pinto León le robaron el celular y, porque luego, el joven falleció atropellado. Porque a Natalia Ponce le echaron ácido en la cara. Porque en la capital colombiana no tenemos una vida digna y segura. Porque en la ciudad se cometen delitos menores…

Estimado Andrés: Su argumentación, de nuevo, no trasciende la narración fecal que logró posicionar semanas atrás en las redes sociales.

Usted, otra vez, cae en la exposición amarillista de hechos aislados para apoyar sus flojos argumentos. Con qué desfachatez es capaz de afirmar que casi ocho millones de personas «hemos llegado a tal punto de insensibilidad que podemos asesinar y vivir con la conciencia tranquila al creer que la policía es tan incompetente que jamás resolverá el caso»? ¿Se atreve usted a cuestionar a toda la Policía de corrupta e incompetente?

La Policía, así como todas las fuerzas militares, se esfuerzan a diario por trabajar por un país en paz y tranquilo. Usted probablemente no lo nota, pero ese arriesgado trabajo le da a usted la opción de salir a la calle. No sea simplista. Los policías hacen lo que pueden, pero usted no les perdona que sean falibles.

La Alcaldía expuso en su Rendición de Cuentas 2013 que la ciudad redujo los homicidios de 22,1 (por cada 100 mil habitantes) en 2012, a 16,4 en 2013 -esto con la intervencion de la fuerza pública-. ¿Se mantiene usted en sus temerarias aseveraciones? Es entendible que las personas del común confundan la caída en las cifras de percepción de la seguridad con los indicadores reales; lo que no es aceptable es sindicar de negligentes e incompetentes a los colombianos que exponen su vida para que usted duerma tranquilo.

Continúa su segundo desafortunado escrito diciendo que «vivimos entre criminales»: Que apuñalan, que embisten, que matan por celos, que le hacen matoneo a un joven brillante. Y que usted, que es todo un activista, logró que la ciudadanía despertara de su letargo frente fenómenos hostiles. Estas no son mas que falacias.

Escoger un par de casos sonados y presentarlos con drama no prueba que en Bogotá seamos hampones. Tenemos muchos problemas como habitantes la ciudad. Somos egoístas, agresivos y prevenidos, pero eso no nos hace criminales, como usted lo sugiere. La gran mayoría de bogotanos reprochamos la ilegalidad.

Valoro que se preocupó por pensar en una solución ante sus inconformidades.  Propuso un sistema hollywoodense de «trabajo forzoso» para quienes se aparten de la Ley, pero lamento decirle que el esquema del «trabajo forzoso», como usted los llama, no es un sistema exitoso. Me gustaría informarle que según la Organización Internacional del Trabajo, este tipo de labores se caracterizan porque las personas involucradas – mujeres y hombres, niñas y niños – tienen que trabajar en contra de su voluntad, obligadas por sus contratistas o empleadores, a través de la violencia y amenazas. ¿Quiere usted que la capital de su país se convierta en un campo de concentración?

Ahora, si usted se refiere es al trabajo social, concordamos parcialmente. La obligación muchas veces tiene la virtualidad de formar a una persona y esa es una vía idónea para que quienes se alejen del camino vuelvan a él. Pero eso no soluciona los otros problemas que usted señala, como los trancones y la polución. Creo que su problema con Bogotá es enteramente personal, así que le sugiero que lo deje de publicar. Por el bien del periodismo.

Este tema debe zanjarse inmediatamente. Los inconformes, como usted, que se lancen al Concejo o ingresen a la Policía. Ya es suficiente de inundar a las redes sociales con oprobio.

Los que aún creemos que debemos aportar con nuestro optimismo, sigamos defendiendo a esta, la ciudad de las oportunidades.

Estimado Andrés, el Principerro: Bogotá NO está muerta.