Todas las fuentes que se han pronunciado sobre el inminente racionamiento son más o menos unánimes en que el sistema eléctrico colombiano está reventado no sólo por el fenómeno de El Niño y la ineficiencia de la red de generación térmica (en la que se incluyen los daños en las termoeléctricas Guatapé y Termoflores), sino porque a los colombianos no nos ha dado la gana de ahorrar energía y, por el contrario, hemos incrementado nuestro consumo en 5% mensual durante enero y febrero de 2016.
Según XM (la firma operadora del Sistema Interconectado Nacional) si no se reduce el consumo de electricidad a los colombianos nos va a tocar ahorrar a las malas. Palabras más palabras menos, esto significa que nos van a cortar la luz durante dos horas diarias en las horas pico de demanda (entre 6 PM y 10 PM) por no menos de seis semanas como consecuencia de la caída inatajable en el nivel de los embalses.
Si bien es cierto que parte de la culpa la tenemos los ciudadanos del común por no habernos apropiado del problema desde las casas, oficinas y comercios, también lo es que esta medida extrema, regresiva y que impacta a la economía se hubiera podido evitar si hubiéramos tenido un ministro con más carácter y un presidente que hubiera estado al tanto de todos los ministerios y no sólo del de post conflicto.
Las negociaciones en La Habana han generado que Santos sea cada vez más ajeno a los problemas del país y que aquí nos encontremos en la improvisación plena. En este caso el gobierno no actuó oportunamente para proteger el sistema y no verificó que los cargos por confiabilidad, esos recursos pagados por todos los usuarios del sistema eléctrico que debían destinarse a la ampliación del parque de generación eléctrica, se invirtieran de forma adecuada. Y ahora no tenemos energía ni se sabe dónde está la plata de dichos cargos.
Para tratar de salir airoso, Santos no buscará resolver el problema de fondo sino que adelantará un show de comunicaciones estratégicas para lavarse las manos en el que el único culpable de la catástrofe será el saliente ministro de minas y energía, Tomás González, y en el que quien va a tomar la decisión de apagar el interruptor de la red es la ministra encargada de esa cartera, la poderosa María Lorena Gutiérrez Botero, quien ya anunció que “ahorrar energía ya no es una opción sino un deber de todos los colombianos”.
Esperemos que de aquí en adelante el clima ayude y se logre atravesar este trance sin mucho traumatismo, aun cuando en el horizonte actual solo se ve oscuridad.