El siguiente texto fue escrito en inglés por Allison Speigel en el portal de The Globe and Mail bajo el título Why so many young lawyers dislike their jobs

Allison Speigel es abogada litigante de la firma Speigel Nichols Fox LLP, una oficina boutique canadiense dedicada al litigio en derecho comercial.

La traducción del escrito fue realizada por Jaime Luis Posada y su publicación fue autorizada por la autora.


¿Por qué a muchos abogados jóvenes no les gusta su trabajo?

Por: Allison Speigel 

Imagine un trabajo en el que le paguen por armar rompecabezas. Se le pedirá que identifique problemas, plantee soluciones y sea más listo que sus oponentes. Tendrá la oportunidad de ayudar a desarrollar causas sociales, luchar por sus ideales y promover cambios materiales. Además ganará un buen salario. Suena bien, ¿verdad?

Eso mismo creí yo, por lo que me inscribí a la facultad de derecho. Una vez me gradué y trabajé en los más altos escalafones del Gran Mundo de las firmas de abogados, me sorprendí al darme cuenta que a muchos abogados jóvenes no les gusta su trabajo. Ocho años después del grado, la mayoría de mis amigos de la carrera de derecho habían dejado la vida de las firmas: unos se movieron a puestos in-house, otros están en actividades tangencialmente relacionadas con las leyes y algunos renunciaron a su profesión jurídica por completo.

¿Por qué a tantos abogados jóvenes (particularmente aquellos vinculados al Gran Mundo de las firmas de abogados) no les gusta su profesión? A pesar de que hay varios factores que contribuyen a esto, parte de la respuesta recae en la forma en que los abogados facturan a sus clientes.

Facturar por horas es el sistema más usado para cobrar en el mundo jurídico. La pregunta que debemos hacer es: ¿Es bueno el sistema de horas facturables para aquellos que lo usan y que perpetúan su existencia?

Se recompensa el tiempo gastado, no el valor del producto

El énfasis en el tiempo por sobre todos los demás factores es una falla en cuanto no existe recompensa a la creatividad, el ingenio o la efectividad, cualidades que son más importantes para un buen abogado, más que acumular horas de trabajo.

Al margen del universo de los servicios profesionales, también existen otros ejemplos en los que se evidencia que el resultado es más importante que el tiempo destinado a alcanzarlo. Sería tonto que un estudiante que obtuvo C+ en un examen pida que se le suba la nota porque dedicó más tiempo al estudio que el estudiante que sacó A. Después de una vida de ser retribuido por los resultados obtenidos, puede resultar difícil para un nuevo abogado aprender que lo que cuenta no son los aportes al trabajo sino cuántas horas de su vida puede facturar.

La presión a gastar más (y más y más) horas facturables

Bajo el modelo de facturación actual, las firmas de abogados solo pueden aumentar su utilidad a través de una de dos vías: incrementar la tarifa por hora o facturar más horas. A pesar de que el precio por hora tiende a incrementarse cada año el mercado establece un tope, lo que implica que el tiempo facturado resulte ser la única variable que puede modificarse para aumentar el ingreso y, por consiguiente, muchas oficinas impongan un énfasis excesivo en las horas. Los abogados, particularmente los asociados, sienten la presión de gastar en su trabajo cada vez más tiempo, lo que reduce los momentos para la familia, amigos y otras actividades que contribuyen a una verdadera sensación de equilibrio, balance y bienestar.

La infravaloración del tiempo no facturable

Igual de importante es que las actividades que se pueden facturar tienden a ser las únicas que realmente cuentan para muchas firmas porque es el trabajo que contribuye de forma directa al resultado final de la empresa. Aunque muchas oficinas exhortan a que sus abogados dediquen tiempo a actividades no facturables, muchos asociados consideran que para ascender sólo se tiene en cuenta las horas efectivamente facturadas a clientes que las pagan. Esta situación acarrea que los abogados dejen de lado tanto actividades que desarrollan su profesión (como el mercadeo o la estructuración de negocios) como aquellas de contribución social (como los trabajos pro-bono o de tutoría).

Para los asociados junior el problema se magnifica. A medida de que los clientes se niegan cada vez más a pagar por tiempo gastado en entrenamiento y capacitación, los abogados más jóvenes reciben menos exposición a los aspectos más interesantes de los casos (audiencias o reuniones con clientes en calidad de observadores) para dedicarse en su mayoría a hacer el trabajo engorroso. Los abogados junior, que con frecuencia se gradúan de las facultades de derecho seducidos por la idea de resolver acertijos, se encuentran con que sólo les toca revisar y organizar documentos.

En algún punto en la carrera de derecho las reglas del juego cambiaron. La mayoría de socios no facturan sino que están encargados de traer nuevos clientes, mantener contentos a los antiguos y mostrar resultados. Así, los jóvenes tienen hoy menos que nunca la posibilidad de desarrollar esas cualidades tan necesarias para ser exitoso en la vida laboral.

A diferencia del pasado, hoy día en muchas firmas de abogados asociados pueden llevar ocho años, priorizar su trabajo por sobre todo lo demás y aún no poder llegar a ascender, pues descubren que sin bibliografía, sin la experiencia de encargarse de un expediente completo, o sin otras cualidades de desarrollo empresarial, no tienen posibilidades.

La competitividad se incrementa de una forma incorrecta

Hacerse socio es más complicado que nunca por lo que se ha incrementado la competencia entre los asociados, lo cual no es necesariamente malo. Sin embargo, si el tiempo es lo que cuenta y ‘Jaimito’ está dispuesto a quedarse todos los días hasta las 3:00 AM, ser exitoso en una oficina de abogados se transforma en una carrera sobre quién baja más su calidad de vida. Para todos aquellos abogados que son competitivos e incluso son mejores que sus contrapartes, pero no están dispuestos a competir contra los ‘Jaimitos’ del mundo (de los que hay muchos), esta forma de competencia desmoralizante es imposible de ganar.

Las horas facturables afectan desproporcionadamente a las mujeres

La visión prevalente es que las mujeres tienen más trabajo doméstico que los hombres. Si el tiempo es la métrica principal según la cual una oficina de abogados juzga a sus profesionales, estadísticamente la mujer tiene menos tiempo para dedicar a la oficina que los hombres lo que significa que no puedan competir en un sistema cuyas reglas están establecidas en contra de ellas.

Aun cuando el sistema de horas no es la única razón por la cual las mujeres no ascienden, esta es una causa que no debe ignorarse. Si bien no sugiero que las horas facturables afecten a todas las mujeres por encima de los hombres, ciertamente el sistema impacta a todos aquellos que gastan más tiempo a su hogar y, por lo mismo, no pueden competir frente a colegas que tienen más tiempo para la oficina.

 

Este no es un llamado para que los abogados trabajen menos. La labor de un profesional del derecho, bajo cualquier sistema de facturación, siempre implicará trabajo duro y mucho tiempo. No obstante, para muchos lo que importa no es el número de horas dedicadas sino el nivel de satisfacción visto como un todo.

Es posible que si se cambia el sistema de facturación los factores de medición se transformen: los abogados empezarán a desarrollar su labor enfocados en resultados y no en el tiempo que indiquen sus planillas de cobro. Los profesionales podrán obtener las habilidades necesarias para ser abogados integrales y serán recompensados por hacerlo. Quedarse en la oficina hasta las 3:00 AM dejará de ser un honor mientras que resolver acertijos en el mayor tiempo posible lo será. El valor de los abogados estará dado por sus productos, lo que puede hacer toda la diferencia.

¿Por qué a las firmas de abogados les debería importar la felicidad de sus asociados? Bueno, eso parece obvio. Las oficinas de abogados son tan buenas como los abogados que logren fichar y mantener en sus nóminas. Así, las oficinas jurídicas deberían destinar más tiempo a llevar a cabo estrategias para mantener felices a su activo más valioso.