Existen pocas cosas en la vida que puedan generar, en tan sólo algunos instantes, altos niveles de exaltación y abatimiento a la vez. Una de esas «cosas» es el fútbol. Y llamo al fútbol «cosa» sin ánimo de ofender a los futboleros, pues es solo una expresión que utilizó para simplificar mi argumento.
Tal dualidad de emociones es muy fácil de ejemplificar, el fútbol nos regala momentos así cada semana. Solo por citar uno, puedo hablar del mundial de fútbol de Rusia, y específicamente de aquel partido contra Inglaterra. Lector, lo invito a que piense en ese día, en ese minuto en el que Yerry Mina anotó el gol que lleno de esperanza el corazón de muchos colombianos y en el posterior desenlace. Sé que será difícil recordar ese instante sin evocar inmediatamente el penalti que fallo Carlos Bacca. Ahora dígame, acaso el fútbol no es el reflejo de la vida. Para mí al menos es así. Tantas sensaciones son muy valiosas como para subestimarlas.
Es por eso que pensaba en ese frenesí de emociones que todos los que alguna vez hemos visto y jugado este deporte, hemos sentido. Pensaba en todo lo que me había quitado, pero también en lo que recibí de 11 jugadores dejando su vida en un campo. En ese momento recordé a Albert Camus, el escritor ganador de un Nobel en 1957 y además, guardameta del RUA (Racing Universitaire d’Alger). Él, como muy pocos, logro resumir en tan pocas palabras, lo que al fútbol le debía. En aquel año 57, Camus escribió: “…lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol”.1
Pensaba en todo lo que me había quitado, pero también en lo que recibí de 11 jugadores dejando su vida en un campo…
Pero para no alargarme más, iré al grano: ¿Qué le debo al fútbol? Empezaré hablando de la paciencia, esa virtud (por referirme a ella de alguna forma) que pocos están dispuestos a cultivar y que es, casi inexistente en el fútbol actual, con contadas excepciones. Todos los aficionados exigen resultados inmediatos y eficaces, la presión que ejercen llevan a qué directivos tomen decisiones apresuradas y despidan técnicos y jugadores, sin analizar que sucede de fondo.
En este punto he de confesar un secreto que puede que a algunos moleste y a otros los lleve a dejar de leer este blog: soy hincha del América de Cali. Situación que me ha llevado a tener discusiones existenciales conmigo mismo y a ser blanco de burlas en reuniones familiares, charlas con amigos y demás reuniones en donde se hable de fútbol. Y es que si, fueron 5 años. 5 años de ver jugar a mi equipo los lunes. 5 años de ver a mi equipo jugar contra equipos con nombres raros y difíciles (alguien aún se acuerda del Depor Aguablanca). Entonces díganme ustedes, si eso no es una lección de entereza, ¿Qué los es?
Tal vez, la enseñanza más valiosa que me ha dado este deporte tenga que ver con dos palabras: el éxito y el fracaso, esos dos términos que desde niños resuenan en nuestra cabeza y que, al crecer parecen hacerlo con más fuerza. Pero en el fútbol, hablar de éxito o fracaso puede ser relativo, no siempre una victoria o una derrota determinan quien fue el mejor. En muchos casos, ninguno de los dos resultados será equivalente al nivel de esfuerzo realizado. Sin duda alguna, el fútbol ayuda a entender esto que acabo de exponer, pues simplifica un concepto aplicable a la vida: ni en la derrota se es el peor, ni en la victoria el mejor.
“…lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol”: Albert Camus
Pero como si eso fuera poco, el fútbol, el bendito fútbol me ha dado la posibilidad de entender a los otros, de sentir empatía por el rival. De al menos por un momento, comprender las motivaciones y complejidades de aquellas personas que fungen de antagonistas en mi vida. Si no me creen, pregúntenle a Alexis Viera.
Y por último, le debo mis mejores recuerdos de la infancia. Creo que esa deuda es impagable. ¿Qué sería de nosotros los futboleros, sin esos días en los que fuimos más chicos y hacíamos de cualquier trozo de basura y dos piedras, un encuentro de fútbol de enormes dimensiones? Cada partido, cada gol, cada falta no cobrada, cada pelota en el palo, es un viaje al pasado.
Sobre Letras de fútbol…
Con este escrito empieza este blog semanal en el que busco, sobre todo, poner en discusión el otro fútbol, no el del día a día, sino el de la nostalgia, el que reposa dentro de cada persona que alguna vez pateo un balón.
Sé que el título de este texto está escrito primera persona. Espero que nos pueda abrigar a todos.
Camilo Andrés Castillo – 01/03/19
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1 «La belle époque» publicado por Albert Camus en el diario La «RUA». Miércoles 15 de abril de 1953.