Los resultados electorales evidencian fisuras en el poder de los Char. 262.010 barranquilleros que acudieron a las urnas no están a favor de que sigan administrando la ciudad. Casi la mitad de los votantes del domingo 27 de octubre (45.9%) optaron por opciones diferentes al continuismo de la administración (los otros tres candidatos, el voto en blanco y los votos no marcados). Perdieron 42.936 votos (11.3%) en 4 años y sacaron 26% menos de lo que les daban las encuestas. Van perdiendo simpatía y es algo que ni con los 68 mil millones de pesos en pauta pueden ocultar.

 

¿Qué podría explicar tal perdida de apoyos en tan poco tiempo? Si bien la ciudad ha tenido avances importantes en temas como infraestructura de obra civil, aún persisten problemas que afectan la vida de los barranquilleros: 18 de cada 100 habitantes comen menos de 3 veces al día por falta de alimentos (Datos de ‘Barranquilla Cómo Vamos’), 54 de cada 100 trabajadores están en condiciones de informalidad (DANE), tenemos el peor servicio de energía eléctrica en el país suministrado por Electricaribe y pagamos la segunda tarifa de agua más cara de Colombia, en medio del caso de corrupción de Triple A, donde se robaron más de 500 mil millones de pesos según la Procuraduría General de la Nación. Hay razones justificadas para el inconformismo.

 

De ahí que sea notorio el agotamiento del modelo con el que administran la ciudad, que en lo económico se caracteriza por un alto nivel de endeudamiento descargado sobre las empresas y las personas mediante excesivos impuestos y tributos. En lo político predomina una alta concentración del poder, con ínfimo control político y evasión a los debates (como vergonzosamente ocurrió durante estas elecciones, dificultando a los ciudadanos la posibilidad de informarse y debilitando la democracia local). Y en lo social se presenta una dualidad, pues hay construcción de colegios y escenarios deportivos, pero poca inversión para calidad en educación y formación de deportistas. Pumarejo será incapaz de solucionar dichos problemas porque llega a aplicar el mismo modelo.

 

Hay posibilidades para un cambio en Barranquilla. La ventana de oportunidad está ahí: dependerá de la sociedad civil, los académicos, el empresariado, las organizaciones sociales y los sectores políticos alternativos abrirla antes que la cierren los políticos tradicionales. Se trata de construir una opción capaz de promover la participación ciudadana, convencer con argumentos al electorado y así disputar realmente la Alcaldía en 2023. Sí se puede. Aquí no hay nadie invencible y al parecer el gigante tiene los pies de barro. Entenderlo apremia para mejorar las condiciones de vida de los barranquilleros.