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―Siéntese por favor―«¿no está como muy joven?». Pensaba Susana, la diligente asistente de presidencia quién, si se lo propusiera, podría editar un libro completo con las historias que se escribían en esa oficina. ―¿Desea tomar algo?― «y yo que creí que los coach eran de mayor edad, a ver cómo le va con el Dr»-, mientras le preguntaba aprovechaba para escanear a la recién llegada «bolso sin marca, zapatos sin tacón, ¿pantalón de flores con este frío?… ahh no es tan delgadito… lindo maquillaje,  habla como muy bajito… bueno, hay que admitir que tiene buen gusto en los colores«.

El silencio se quiebra por el sonido seco de la puerta al abrirse. Un hombre muy joven, no más de 35, sale de la oficina, cortésmente se despide de las dos mujeres y sigue su camino.

―Ya puede pasar, siga por favor―«buena suerte» y le sonríe a la mujer que rápidamente se levanta de la silla y sigue hacia la oficina que le espera.

No es un espacio grande pero sí sobrio. Un hombre de unos cincuentaytanto la espera de pie, delante de su escritorio y cortésmente le tiende la mano.

―Mucho gusto, Felipe Cuadros, gracias por venir―«mmhh no me dijeron que era tan joven, ¿será que sí sabe?»

―Mucho gusto Coralina Achiardi

Por unos minutos hablan de temas sin importancia, por aquello de entrar en confianza «qué oficina más agradable tiene» «el tráfico está terrible por estos días»… hasta que Coralina aterriza la conversación.

―Cuénteme señor Cuadros, en qué cree que le puedo apoyar.

Comenzó a hablar de la empresa, lleva 15 años, fue su segundo emprendimiento, el primero fracasó por errores en la administración, de los cuales aprendió y le ayudaron a que en esta ocasión cada paso y decisión fueran más sólidas. De 5 empleados pasó a 50 y una operación con mucho potencial para seguir creciendo, pero… las relaciones cada vez son más complicadas entre departamentos.

―Tenemos gente muy capaz cada una en su área, pero ese es el problema, se concentran en SU ÁREA, entonces un departamento no le responde a tiempo al otro y este se queja, pero al hablar con los que supuestamente no han respondido dicen que no recibieron a tiempo la solicitud… en fin… yo estoy percibiendo mucha desmotivación, ¡mucha! Casi que a este punto necesitamos un milagro, ¡un superhéroe, bueno heroína! ¡un Mesías! ―sonríe de su ocurrencia―, así que estuve hablando con Carlos Ramos de la empresa XI, ¿lo conoce cierto? Bueno él me la recomendó como coach, así que quiero preguntarle si usted nos puede hacer una charla motivacional de una hora por ahí para que esto cambie…

―Una charla motivacional… bien, antes de hablar sobre lo que podría yo proponerle, quisiera preguntarle ¿qué cosas deberían estar pasando para que usted viera esto que llama motivación en su empresa?

Y entonces el ejecutivo se sienta erguido en la silla – estaba echado hacia atrás- , mira hacia arriba, toma un esfero y lo aprieta en una de sus manos, hasta que comienza a hablar con firmeza de cosas como “que se hablen más, que cada uno sepa lo que hace la otra área para que se ayuden, que no les importe un comino si las metas de los otros no se están cumpliendo, que dejen de pensar solo en su propio trabajo, que dejen de venir a mi oficina solo para quejarse…” la lista es larga, mucho más que la pequeña introducción en busca de una charla motivacional…

―Bien, ¿y que cree que hace falta para llegar a ese punto?

Nuevamente  la mirada vuelve hacia arriba, pero el silencio en dar la respuesta es menor “buena pregunta”―piensa―  y comienza otra lista “pues que aprendan como comunicarse entre ellos, que sepamos que es lo que realmente ha originado esta situación y entre todos podamos corregirla porque esta empresa tiene mucho por dar pero si todos no estamos sintonizados pues va a ser muy difícil”

―Entonces con esto le pregunto, señor Cuadros. ¿Con este panorama que me acaba de dibujar, una charla motivacional que impacto tendría?

―Uy pues creo que poco y nada, no había visto la situación desde esta mirada ¿Qué se le ocurre a usted?

Y la coach le dice que una charla motivacional, como normalmente le llaman, es como una parada en una carrera, sirve para descansar, pero al poco rato todo vuelve al mismo punto de cansancio y ella no es motivadora, ni Mesías y mucho menos superheroína ―utilizando el comentario jocoso de su interlocutor―, pero los milagros si pueden ocurrir si se trabaja para que así sea. Le explica que lo que generalmente se bautiza como falta de motivación o mala comunicación, tiene su origen en diversas causas como pérdida de espacios  de confianza, deterioro en las relaciones personales,- entonces una vez me respondiste mal y a la siguiente yo hago lo mismo y así continuamos-, falta de competencias conversacionales – no saben indagar, no saben pedir, no saben escuchar―. Por eso el camino más seguro hacia el milagro, aunque más largo y de mayores esfuerzos, es un proceso de intervención sostenida a los equipos y a sus líderes, en donde no solo se construya en conjunto sino que se generen aprendizajes que permeen la cultura de la organización. mujer araña

―Me gusta, eso es lo que necesito, Coralina, yo creí que el coach era una especie de motivador, de tallerista ¿Cuándo me pasa una propuesta?

―El coach es un potenciador de personas y equipos, y  parte del principio de que todo lo que requieren para ser la mejor versión de si mismos esta en ellos pero hay que catalizarla, en principio se tienen que incomodar un poquito para que así redescubran sus propias herramientas y alternativas, que conversen sobre lo que no están siendo capaces de conversar en este momento, se hagan cargo de lo que cada uno está siendo para su equipo… y a partir de allí construir compromisos, dejando atrás aquello de «y cómo me lo puede solucionar el otro, donde está el superhéroe que viene a su rescate» y esto señor Cuadros no solo impacta su vida profesional sino la personal… así que mañana mismo le envío la propuesta―responde firme Achiardi

Unos minutos más hablando de temas varios “como se pasa el tiempo” “esta oficina es muy cálida”… y los dos conversantes se tienden la mano en una despedida formal. El la sigue con la mirada “ella si sabe, menos mal le hice caso a Carlos, mi empresa necesita algo más que una charla motivacional”

La asistente ve salir a quién recibiera una hora antes… “¡Una hora!, no siempre las reuniones con el Dr Cuadros duran tanto, ¡le debió haber ido bien!”… ―Hasta luego doña Coralina, que le vaya muy bien

―Gracias, que tenga excelente día… responde Coralina y se va pensando “creo que se aclaró: ni motivadora, ni superheroína, ni mesías: coach”

*Todos los nombres de este relato son ficticios, aunque la situación en si misma no

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Avisos parroquiales

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