¡Ya cayó, ya cayó la gran babilonia!
¡Se ha vuelto vivienda de demonios!
Guarida de toda clase de espíritus impuros
Nido de toda clase de aves impuras
Y de fieras impuras y odiosas
Apocalipsis 18 – 2

El comienzo del fin del buen gusto y de otros dones tan preciados como la elegancia y la tranquilidad, se está viviendo en Bogotá, y tal como reza el Apocalipsis, los siete jinetes de la chabacanería han empezado a cabalgar por nuestra querida sabana.
Las señales son inequívocas y la reciente época de consumismo y bullicio (que debería ser de tranquilidad y recogimiento), evidencia aun más la presencia de las plagas que arremeten contra nuestra querida capital. Ponga atención a las demoníacas señales:

1. Regaeton: Perdonen la insistencia, pero este mal está taladrando el oído de los bogotanos y está formando una generación carente de sentido musical y de valores que en unos años nos va a dar dolores de cabeza.

2. Traquetos: Esta creciente invasión ha permeado todos los rincones de la capital y cada día es más común ver camionetas cuatro por cuatro aderezadas con todas las loberías del mercado. Y lo que es peor, se ha engendrado una raza de pseudo traquetos que andan en carros de modelos pretéritos pero igualmente decorados y ostentando una vestimenta que pone en evidencia sus intenciones de ganarse la vida de manera ilegal. Si encuentra uno de estos sujetos en el camino, huya porque suelen demostrar su poder y solvencia de una manera bastante “aplomada”.

3. Pelipintadas: Este mal que ha agotado los tintes para cabello y en algunos sectores, el agua oxigenada, se prendió como pólvora en la capital. Cada día es mas común ver falsas rubias recorriendo nuestras calles con atuendos poco adecuados para estar 2600 metros más cerca de las estrellas, siempre calzando sandalias de tamaños circenses que generalmente hacen juego con bolsos estrafalarios y accesorios más acordes a los arbolitos navideños; en algunos casos las portadoras de tan estrafalaria moda no calculan bien sus tallas (ni sus límites), y exhiben públicamente su generoso “tripaje” y la divisoria de sus pompas en espectáculos no aptos para niños y totalmente repugnantes a la vista.

4. Moda Adolescente: La clonación en Colombia se refleja en la vestimenta de los jóvenes, que al parecer quieren llenar la ciudad de antisociales en potencia, si hacemos caso al atuendo que portan. ¿Quién no se ha sentido intimidado cuando se encuentra con un grupo de jóvenes de camisetas largas, pantalones anchos, gorra o pañoleta y para colmo de males imitando un acento puertorriqueño?, ¿Quién se siente a gusto viéndole los boxers a un rufián de estos?

5. Agachese: Los desastrosos “agacheses” o todo a mil que cubren las calles de nuestros barrios. Estos negocios, que no conformes con el espacio interior del local, sacan y cuelgan sus mercancías invadiendo andenes y afeando la ciudad, se caracterizan por habernos inundado con el colorido espectáculo de sus baratijas y con el horrible bullicio que propagan con sus equipos mal sintonizados y en el peor de los casos con payasos, cuentachistes o animadores.

6. Barrabravismo: Soy amante del fútbol y fui visitante asiduo del estadio, hasta que una agresiva turbamulta nos fue relegando a mi y a muchos bogotanos que íbamos al estadio en plan de diversión y no de tropel. Esta creciente horda se caracteriza por entonar cantos con acento argentino y por el constante voceo que es totalmente ajeno a los bogotanos, sin importar a cual equipo alientan. Muchas personas cercanas, incluso de mi familia son hinchas de otros equipos y esto no ha sido razón para escupirlos, ni acuchillarlos, ni quemarles la ropa, todas estas, agresiones que se ven hoy día en nuestro estadio.

7. Centros Comerciales: Aunque parece la más inofensiva tiene efectos devastadores para la ciudad, en primer lugar estas cajas gigantes de concreto están rompiendo con la identidad arquitectónica que la ciudad lleva conformando desde hace muchos años. Le ruego al señor Pedro Gómez y demás constructores, respetar la armonía de la ciudad, crear espacios más acordes a la capital y no seguir construyendo estos bodrios de edificios que por si fuera poco están agravando el caos vehicular de nuestra capital; además estos sitios se han convertido en el hábitat de la gran mayoría de las plagas antes mencionadas.

Sin ser alarmistas aviso a mis conciudadanos y los invito a evitar la proliferación de estos males, es el momento de la historia en que más lejos hemos estado de ser la Atenas suramericana (y eso que siempre hemos estado lejos). Espero que los Reyes Magos nos regalen un 2007 menos lobo y nos empiecen a librar de estas plagas que poco a poco desdibujan nuestra ciudad.

DON BETO