María esperaba ansiosa que Zacarías hablara con su esposo, sabía que José era paciente y tranquilo, lo que garantizaba una reacción moderada. Al verlo llegar, María, que ya se había enterado por las noticias de la radio, supo que el también estaba al tanto de todo, así que apenas llego su adorado esposo, María lo abordó y empezó a bombardearlo con un sin fin de explicaciones y argumentaciones las cuales José, en medio de su desconcierto no era capaz de comprender. Sólo le retumbaba en la cabeza que María constantemente hacia referencia a un «Señor» que estaba seriamente involucrado.

 

En medio del caos, José había despertado un profundo sentimiento de responsabilidad al saber que su esposa esperaba un hijo (del cual tenía serias dudas)  y que lo poco que habían conseguido estaba a punto de perderse; por tal razón tomó la decisión de desplazarse voluntariamente (aunque en el país esta práctica es de carácter forzoso), hacia la capital para acudir al empadronamiento ordenado por Alvarodes, emperador de turno (ya llevaba dos turnos), que se realizaría en el estadio de la capital y al que era obligatorio acudir si se quería recuperar algo del dinero invertido.

 

El empadronamiento no era aceptado por toda la población, en la vereda muchos se alistaban para acudir a la capital pero para protestar contra el tirano Alvarodes ya que presumían que quería establecer cuanto dinero habían invertido para sacar su tajada en forma de impuestos; así, se organizaron varias caravanas en una de las cuales José y María empezaban un penoso viaje envuelto en las limitaciones con las que se vive en el campo y en donde la solidaridad será determinante para el buen fin de nuestra pareja.

 

 

Aspiraciones

Dulce Alvarito, mi niño taimado

Ven a el putumayo ven no tardes tanto (bis)

 

Oh lumbre de Antioquia, sol de los paracos

Que desde el ubérrimo tu esplendor veamos

Niño tan casposo, dicha del ganado

Luce la sonrisa de uno de tus caballos

 

 

Dulce Alvarito, mi niño taimado

Ven a el putumayo ven no tardes tanto (bis)

 

Gobierno con mancha, santo de los «santos»

Sin igual imagen de un gran tirano

Borra la evidencia

Calla al desplazado

Y en forma de niño

Deja los sablazos

 

Todo lo demás del primer gobierno