Convendría recordar que hace cinco años la paz en Colombia no era posible. Convendría recordar que la paz actual no es perfecta, pero entre tanto hastío y polarización y agotamiento, ya se respira de otra manera, aunque falta mucho para vivir en paz.
Convendría recordar que, después de 50 años, las Farc —sin tener en cuenta los cerca de 1.300 disidentes que tienen la capacidad para hacer daño y desestabilizar el acuerdo—dejaron las armas, los secuestros y el monte para integrarse a la vida civil. Ahora son deportistas, bachilleres e investigadores. Otras personas, otros ciudadanos. Por eso, la transformación de esas vidas merece ser contada.
Comencemos
Cinco excombatientes de esa extinta guerrilla cambiaron las balas por los remos. Frellin Noreña, Édgar Portela, Hermides Linares, Édinson Gaviria y John Narváez representan por estos días a Colombia en el Mundial de rafting en Australia. Después de que Coldeportes les entregó la bandera, se montaron al avión con una felicidad imposible de borrar de esos rostros. Ellos, los que navegan por el río Caquetá donde una vez combatieron, son un ejemplo vivo del porque se debía apostar a la paz.
Hay otros.
El pasado 24 de abril, 22 excombatientes recibieron el título de bachilleres por parte de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). Desde el 2016, cuando se firmó el acuerdo de Paz, ya son 733 los exguerrilleros de las Farc que se han graduado.
Más historias.
En Anorí, Antioquia, 10 exintegrantes del frente 36 —que pertenecieron a la columna Teófilo Forero, la más sangrienta de las Farc y comandada por alias ‘El Paisa’— descubrieron 14 nuevas especies reportadas para la ciencia. Sí, participaron en la expedición botánica, en el trabajo de campo y en los análisis de laboratorio.
Aunque algunos se nieguen y le teman a vivir en un país en paz, debemos aceptar que esta Colombia es, ahora, un lugar mucho mejor para vivir. Sin heridas, con esperanza, oportunidades y, sobre todo, con ciudadanos como estos exguerrilleros que inspiran a contar buenas noticias.
Después de conocer estas historias, usted, lector o lectora, debería convencerse de que este país no se muere de miedo ni se resigna a los obstáculos. También que existen otros caminos diferentes a la guerra y el odio, que se puede navegar por otros ríos y contra la corriente.
JUAN ALCARAZ
@Juan_AlcarazS