Sí, resistir se volvió el verbo de los jóvenes que a pesar de ver cómo matan a sus contemporáneos en las protestas, siguen unidos. Se organizan, se cuidan, pero además están dispuestos a conversar. Por fortuna he salido a hablar con ellos; me cuentan que quieren entrar la universidad, pero en sus casas la situación económica es complicada, la pandemia puso todo patas pa’ arriba y solo les queda buscar trabajo en lo que salga, que tampoco es mucho.

«La cosa no está fácil, no nos podemos quedar quietos, nos cansamos de esto», me cuenta uno de ellos. La mayoría sale en bici (un símbolo de estas protestas, al menos en Bogotá) con su bandera puesta al revés, porque dicen que así está su país.

Sí, de nuevo resistencia, que además se convirtió en una de mis palabras favoritas, su significado es poderoso y de inmediato trae a mi mente a los miles de jóvenes que me representan en las calles, que están dejando su alma en las marchas, pero que no queremos que dejen sus vidas en las balas de quienes los quieren callar, o en los ríos, donde han encontrado a varios de ellos.

Acá el llanto, dolor y sufrimiento no va al mar, como lo canta Vicentico en su conocida canción Manuel Santillán (Para ese momento Los Fabulosos Cadillacs). Sí, entre 1976 y 1983 en Argentina le llamaron los vuelos de la muerte a un método de exterminio. Con engaños “trasladaban” a los que se oponían al régimen militar, los llevaban en sus aviones y luego los lanzaban vivos al mar. Así desaparecían sus cuerpos y las evidencias.

Llevamos un mes preguntando por los más de 123 desaparecidos de las manifestaciones que comenzaron el 28 de abril y la única respuesta que tenemos es esta:

“Lo que sí he podido leer y documentar es que muchos muertos no han sido como consecuencia del paro que ha habido; son hechos aislados, los cuales se presentan por riñas callejeras, intentos de hurto, robo, etc. Y también hay muertos de otros lados”.

Lo dice el ministro de Justicia, Wilson Ruíz, pero además afirma que los reclamos de los jóvenes es una situación orquestada para desestabilizar el país, pero no aclara quién lo está haciendo, solo señala a organizaciones criminales sin nombre ni apellido. No tiene ningún sustento. De nuevo un funcionario irresponsable con sus afirmaciones y jugado con la estrategia del Gobierno Nacional de deslegitimar la protesta ciudadana y minimizar lo histórico que esto se ha vuelto.

Les queda muy fácil referirse a los jóvenes como unos vagos, como vándalos y como terroristas. Pero les ha quedado grande sentarse a hablar con ellos, comprender que lo que quieren se ha venido pidiendo desde hace más de sesenta años, pero solo ellos han logrado volver esto un asunto nacional e internacional.

El gobierno del presidente Iván Duque ha preferido sacar los fusiles, ha sacado la bota militar para imponer la barrera al ascenso social y así reafirmar que los derechos son un privilegio para la “gente de bien”. Así no es, nosotros sabemos que la mayoría de los soldados están ahí porque no había más opción.

No jueguen más con nuestro futuro. Una vez más, ¡resistencia!