¿Dónde están los espíritus? Para muchas personas esta es la pregunta del millón de dólares. Y para otras, la oportunidad de realizar negocios lucrativos. De ahí que existan producciones cinematográficas y televisivas que, so pretexto de ofrecer una respuesta a ese interrogante, presentan secuencias basadas en la imaginación del libretista. Por eso dicen que están aquí o allá pero el fondo del asunto es inspirar el terror en los espectadores. Y tras bambalinas, la meta es obtener pingües ganancias. Esa es la razón por la cual, cuando me preguntan qué opino de esas producciones, mi respuesta invariable es que sus realizadores confunden la M de misterio con la M de mentira y montaje. La verdad es que las entidades espirituales están en nuestro entorno en todo momento. Para ellas es indiferente si es de día o de noche.

Los espíritus se manifiestan cuando tienen la necesidad de comunicar una información relacionada con algún asunto que no pudieron concluir o realizar durante su existencia en el plano físico. Por ejemplo, en el evento de una muerte repentina por causa de un hecho accidental o un episodio violento, si fueron víctimas de un homicidio, su tránsito definitivo al mundo espiritual se produjo de manera inesperada. Es probable que tuvieran proyectos en ejecución y planes para llevar a cabo en el futuro. Ante esa situación, no les queda otro remedio que buscar la ayuda de sus familiares y allegados para finalizarlos o realizarlos. Pero también puede ser el caso de que, al momento de fallecer, estuvieran enemistados con alguien, resentidos con algún pariente, enojados con la pareja etc. Entonces, en su nueva realidad, comprenden que tales sentimientos son un ancla o un lastre que les impide alcanzar un lugar próximo al Creador Supremo. Por eso procuran manifestarse a esas personas para transmitirles un mensaje o expresarles su afecto sincero y puro. El perdón concedido por las ofensas recibidas o el recibido por las ocasionadas, es un elemento indispensable para alcanzar la paz espiritual plena. Esa es la razón por la cual “hay que perdonar setenta veces siete”.

Estas manifestaciones regularmente ocurren al tercer día después del fallecimiento y son percibidas por los deudos de distintas maneras. Algunos simplemente dicen que “lo sintieron”, otros que lo vieron “al pie de la cama”, que “les llegó su olor” o advirtieron su presencia porque sucedieron hechos inexplicables como puertas que se abrieron solas u objetos que cayeron al piso impulsados por una fuerza invisible. En fin, son muchas y diferentes las maneras de revelarse un espíritu. Pero hay que tener presente que primordialmente él intenta comunicarse con sus seres queridos y allegados porque le interesa que ellos sepan que está en su entorno. Por excepción trataría de hacerlo con extraños. Y lo haría solo en el caso de que aquellos no le prestaran atención o se atemorizaran. Por eso, consciente de esta situación, prefiere aparecerse en los sueños de esas personas. En este punto es necesario aclarar que el espíritu de un padre, madre, hermano o de un buen amigo, jamás intentaría causar daño a las personas que amó en vida. Entonces no hay ningún motivo para sentir temor si se percibe su presencia.

No obstante, los mercaderes del terror, aprovechando la credulidad del público, se han encargado de distorsionar el plano espiritual mediante trucos de sombras y sonidos que confunden a las personas. Son muchos los que creen a pie juntillas que un ser espiritual tiene la capacidad de atacar a alguien con un arma para causarle una herida o asesinarlo. Eso es imposible en la realidad. Es ficción. El problema surge cuando se pretende disfrazar la fantasía con un ropaje de verdad. Y es eso, exactamente, lo que algunos inescrupulosos están haciendo en sus programas.

Un asunto diferente es la existencia real e indiscutible de espíritus malignos o condenados. Estas entidades están irremediablemente sumidas en la oscuridad. A veces sus manifestaciones tienen por finalidad disuadir a otros de hacer el mal. Quieren que retornen al camino del bien para que no les pase lo mismo. Están arrepentidos y lamentan su castigo eterno. Otras veces, al contrario, su interés es fomentar el odio, el rencor, la envidia, los deseos de venganza, la intriga y todos los sentimientos negativos entre aquellas personas que viven sintiendo toda esa “basura” emocional. Por eso debemos alejarlos cultivando el amor y las buenas energías.

Ampliaré este tema, con historias reales, en mi libro Sobrenatural – Relatos y perspectivas,  que publicaré en los próximos días. Estará disponible en las librerías en su versión impresa y en las plataformas digitales como audiolibro grabado en las voces de Armando Plata Camacho y Catalina Plata. También pueden solicitarlo en los teléfonos móviles 3002491691 y 3204574114 o en el fijo 57 (1) 8022935.

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