La semana pasada circuló en los medios de comunicación una noticia insólita. En un municipio de Colombia, un hombre soñó que su pareja le era infiel. Cuando despertó la agredió pegándole una patada en el rostro mientras ella dormía para “castigarla” por esa “falta”. El diario El Colombiano, de Medellín, publicó la noticia el 17 de febrero del corriente año en los siguientes términos:
“Un juez ordenó la detención intramural contra un ciudadano de Envigado por un indignante caso de violencia intrafamiliar, ocurrido el año pasado.
De acuerdo al reporte entregado por la Fiscalía General, el sujeto de 31 años (del que trascendió que es conductor de vehículos) le habría gritado y posteriormente dado una patada en el rostro a su pareja sentimental luego de que él soñara que la mujer tenía un amante.
Durante la agresión, el sujeto también habría amenazado de muerte a su pareja, diciéndole que la “picaría” con un cuchillo. El incidente ocurrió el pasado 22 de noviembre en una vivienda del municipio de Envigado, sur del Valle de Aburrá.
Tras el violento caso, el supuesto agresor regresó a la alcoba y le ordenó a la víctima que se lavara la cara porque, según él, ‘la sangre es muy escandalosa’, se lee en el reporte judicial.
Luego de haber sido violentada, la afectada esperó a que el investigado se durmiera y cerca de las 4:00 de la mañana del 23 de noviembre tuvo que huir de su inmueble y refugiarse en otro lugar. Las lesiones sufridas le generaron a la afectada una incapacidad de 40 días.”
De no haber sido un hecho real, cualquiera podría tomar ese relato como un chiste flojo de un pésimo humorista. Pero sucedió exactamente así y fue ampliamente difundido por distintos medios. Por eso, además de ser un drama familiar con impacto social, lo ocurrido constituye un delito de maltrato intrafamiliar. Y el agresor deberá responder ante las autoridades por sus actos de violencia, impulsados por la suposición de realidad de las imágenes de un sueño. La información dice que un juez ya ordenó su reclusión intramural.
Quienes han tenido la paciencia de leer mis publicaciones saben que he enseñado que existen guías para comprender los sueños propios. La primera y más importante es que los sueños son mensajes de Dios. La Biblia, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, contiene varios episodios de esta particular manera de comunicación del Creador con sus criaturas. La segunda, dice que por medio de los sueños Dios le habla a quien sueña de lo que ocurre en su vida en ese momento. Y la tercera, que las imágenes de los sueños no son lo que parecen. Sin embargo, esta guía tiene excepciones como son los sueños premonitorios en los cuales las imágenes anticipan con exactitud lo que va a acontecer en la realidad y el deja vu, que consiste en recordar un sueño bloqueado en el momento preciso en el que se debe tomar una decisión.
Hay otras guías pero me detendré en estas tres para referirme al sueño del protagonista del hecho noticioso mencionado anteriormente. Aclaro que no se trata propiamente de una interpretación porque los detalles de ese sueño no fueron mencionados en los medios. Sin embargo, lo poco que se dijo es suficiente para conocer el trasfondo de la situación que vivían los implicados en el hecho. En primer lugar, es necesario puntualizar que la imagen del acto de infidelidad le advertía al hombre que podía perder a su pareja si no cambiaba su manera de tratarla. No significaba que ella verdaderamente fuera infiel. Recuerden, las imágenes de un sueño no son lo que parecen. En segundo lugar, era probable que esa situación ocurriera por la decisión de ella de dejarlo para liberarse de su trato agresivo y no por causa de otro hombre.
La crueldad desplegada y las amenazas que este hombre profirió contra su pareja sentimental dejaron en evidencia el riesgo que implicaba para ella continuar a su lado bajo el mismo techo. Creo que después de sufrir esa agresión brutal, probablemente haya perdido las ganas de convivir con su victimario. Por la forma cómo ocurrió el hecho deduzco que no era la primera vez que su marido la maltrataba. Pienso que esa mujer se sentía atrapada en una relación malsana con un hombre violento y seguramente en su cabeza ya rondaba la idea de alejarse de él. Por eso el sueño le advirtió que podía perderla pero por su propia culpa y no por causa de una infidelidad. Tal vez esa patada en el rostro fue la gota que rebosó la copa y es posible que, después de este vejamen, ella resuelva terminar para siempre la relación con el fin de recuperar su dignidad y tranquilidad. Dios no se equivoca. El mensaje del sueño fue claro y directo para el maltratador.