El Instituto Caro y Cuervo en Madrid dirigido por Martín Gómez, presentó el 12 de julio el multipremiado documental, Paciente, de Jorge Caballero, cineasta que vive a caballo entre Barcelona y Bogotá. Jorge caballero ya había llamado la atención con sus dos anteriores película, Bagatelas y Nacer, diario de una maternidad. En una ciudad tomada por el calor del verano, festejos, conciertos, terrazas rebosantes de alegría, y agitación en la calles madrileñas, Martín Gómez marcó la hoja de ruta: hizo una somera enunciación de lo que se iba a proyectar y emplazó a los asistentes a un coloquio, al término de la película, con el director, Jorge Caballero, y el editor del documental, Iván Guarnizo.
Con una sobria puesta en escena y una total ausencia de música, sin desgarros, ni alarmas, Paciente narra la entereza de una madre que debe vivir con resignación y hasta con alegría la lentitud, inoperancia y absurdos de un sistema de salud mortífero y despiadado, y más cuando lo que se vive es el padecimiento de una hija con un cáncer de muy mal pronóstico, que terminará con un desenlace fatal. Jorge Caballero relató en el posterior conversatorio cómo la película se convirtió para Nubia en un escudo para soportar un sistema de salud que fue terriblemente cruel y además, relató las dificultades para rodar en un hospital público destacando la entereza de una madre que vivió momentos de gran tensión ante la amenaza por parte del hospital de negarle la medicación a la hija si continuaba con el rodaje. Nada le hizo flaquear porque de alguna manera era la forma de Lady de trascender, pues siempre pensó que lo haría, pero no sabía cómo.
Durante 70 minutos los asistentes acompañaron a la protagonista en esa lucha solitaria junto a su hija Lady, sufriendo con el retrato valiente de Nubia, madre, y también paciente, que hace parte de esas historias necesarias que cuenta el cine. Un relato que se vive en escenarios extraños, aún con más dolor por los absurdos que crea un sistema despiadado y antiguo. Aquí el tiempo se dilata y las elipsis van mostrando el avance de la enfermedad, sin violentar ni por un segundo la privacidad de una niña mujer a la que cuida su madre con entrega, paciencia y mucha resignación.
La presentación de películas colombianas en Madrid es inversamente proporcional a la cantidad y calidad de títulos que produce Colombia a partir de la ley 814 de 2003, que ha estabilizado una producción de gran valor, apenas presentada en España. En Madrid hace falta mucho cine colombiano. Un cine que ahora reflexiona y nos recuerda de dónde venimos. Paciente fue una bonita y solidaria experiencia que esperemos se repita, con todos esos títulos que se quedan en los festivales, y que llegan a cuenta gotas a los institutos de cultura y en menor medida a las salas comerciales.
La crisis económica en España ha cerrado el camino a muchas actividades culturales: lejos están los días en que la casa de América ofrecía seminarios, charlas, premiaciones y ciclos multitudinarios con todos los creadores de América Latina.
En estos tiempo de incertidumbre y silencios se agradece el espacio de encuentro que el Caro y Cuervo ha abierto en Madrid, resultado del convenio con el Instituto Cervantes. El núcleo de trabajo está en la lengua como punto de partida en el ámbito de la creación y otros posibles lenguajes como los que surgen de la imagen. Una obligación institucional que busca satisfacer, sin etiquetas, las inquietudes surgidas de la orfandad de estos años de crisis. Martín Gómez se muestra optimista, porque entre sus objetivos principales busca conectar nuevamente con los miles de colombianos residentes en Madrid y especialmente rehacer con los niños los vínculos rotos con su cultura de origen.
Ubicado en el centro de la ciudad el Cervantes es un lugar donde todos esperamos ver, escuchar, saborear y recuperar las huellas que van marcando los creadores colombianos, que son muchos, variados y sorprendentes.