Convocados por la asociación Red Colombia y El Foro de Víctimas, capítulo Madrid, se reunió una nutrida selección de personas que de una u otra forma trabajan el tema de la paz. Fueron tres días hermosos e intensos en los que por primera vez en Madrid los colombianos tuvieron la oportunidad de establecer un diálogo directo con escritores, pensadores y artistas por La Paz.

Foto: Victoria Puerta. En Madrid exiliados, trabajadores y niños expresan sus deseos de reconciliación en Colombia.

Especialmente significativa fue la mesa que reunió a los escritores Laura Restrepo, Sergio Álvarez y Yesid Arteta. De la charla que tuvieron en el Conde Duque quedan estos retazos de ideas, compartidas con un público entre los que se encontraban exiliados y jóvenes colombianos criados en España, que conocen la realidad de Colombia a través de la literatura y las historias de sus familias.

Laura Restrepo expuso que «la muerte en Colombia es también una forma de dominación utilizada sistemáticamente. Se hacen cálculos de cuál es el impacto de cada asesinato. Cada masacre, es el uso de la muerte como herramienta y puso como ejemplo la figura de Pablo Escobar, el gran maestro de la muerte. El error de la gente es pensar que el gran negocio de Escobar era la droga, en realidad su gran negocio era la muerte y lo puso a funcionar». Ante ese horror destacó que la literatura tiene que hablar de lo que muy profundamente atañe al alma, así lentamente iremos moviéndonos en otros temas. «Se están dando puntadas de paz, pero tenemos que ser críticos, tenemos que ser lúcidos, lo somos ya. Esa lucidez tiene que ponerse al servicio de otra realidad todos los días» y puntualiza: «la responsabilidad que viene de arriba es enorme, tiene un efecto didáctico e intoxica a toda la sociedad».

Sergio Alvarez expone al respecto que «es el momento para que los colombianos comencemos a mirarnos a nosotros mismos para ver cómo y desde dónde podemos tirar del hilo bueno de nuestra vida, porque la violencia no son los bandidos o los paramilitares, es la forma como construimos la inequidad y la desigualdad. Cómo construimos nuestra sociedad, jerarquizada por su faceta más agresiva, que genera intolerancias, induciéndonos a concebir que todos los actores violentos tienen su propia razón y es válida». Y concluye que «en definitiva, estamos hace mucho tiempo levantando una sociedad agresiva. Son formas de agresividad que saltan siempre por alguna parte». 

Yezid Arteta piensa que la idea de un gen violento es algo que nos ha llegado desde las altas esferas de la sociedad en Colombia y añade «que el único lugar donde una sociedad intenta eliminar al padre es Colombia que quiso matar en su momento a Bolívar, con lo cual estamos hablando de un espíritu homicida impuesto. No se puede decir que los colombianos tengan ese instinto homicida. Aún los actores de guerra se embelesan con las letras y los relatos, con el nacimiento de sus hijos. Los fenómenos de la violencia también corresponden a lo que es la hegemonía cultural, dando valores a otro, pero dominando su profusión. Otros actores como los artistas terminan asumiendo esa hegemonía cultural, que no es más que el reflejo de las élites, donde las personas que están en otras partes no existen, no son valoradas o son valoradas como ignorantes».

Foto: Victoria Puerta. Los escritores Sergio Alvarez, Laura Restrepo y Yezid Arteta, moderados por Martín Gómez durante los encuentros de Cultura de Paz en Madrid.

En otro turno de palabra desde el público, se expresa que la literatura permite otros niveles de reflexión así sea de los mismos temas, planteándonos por la funcionalidad de la violencia; la literatura tiene varias facetas, podemos emplear esa violencia simbólica, aprendiendo a manejar esas resistencias frente a la violencia, hablar sin miedo del papel del dolor desde su perspectiva sanadora.

Laura responde afirmando que este también es un terreno resbaladizo porque la responsabilidad de la literatura y el arte está en ser buena literatura y buen arte y no posicionarse en un lado o en otro lugar; en la reivindicación de uno u otro extremo puede caer en la frivolidad, como la de la televisión colombiana. «Toda literatura es un monstruo de dos caras, una es la vida y otra es la muerte» y se reafirma en su convicción de que todo está entreverado; no hay literatura de guerra y literatura de paz. En la pureza del lenguaje está la belleza. Los fragmentos o atisbos de paz son flores en el horizonte de nuestra literatura. Y confía que cuando todo esté bien, daremos un vuelco completo «porque tenemos la violencia demasiado escrita en nuestra piel. Los acontecimientos sociales narran cosas inenarrables. Son cosas que hablan de los males enquistados en nuestra sociedad, como por ejemplo las redes de prostitución de las fuerzas policiales o los desaparecidos en las cárceles… todo ello es para ver la huella del mal en nuestra alma, nuestra literatura chorrea sangre». En este punto reseña a Fernando Vallejo, quien para Laura tiene una de las prosas más puras que se hayan escrito en español. Sus escritos son ya una forma de depuración de las violencias, que las hace pasar al otro lado de la purificación pasándolas por el alma, a través de la elección de los símbolos idóneos. Es un paso más para entender quiénes somos.

Para Sergio, ese estado social primitivo, acompañado de unas condiciones muy adversas, en las que la mayoría de la población vive en un espacio sin derechos y escasos servicios, son el principal enemigo en la construcción de la paz. “Tenemos entonces que comenzar por el principio que es pensar en la forma de reinventar nuestra sociedad. Cada pequeño espacio que se genere para concebir otra forma de vernos es muy importante». Sergio considera que hay una parte de la sociedad que evade el conflicto y hay otra parte que egoístamente se desliga de ello y sentencia «que si hay una cosa que los colombianos debemos hacer es dejar de ser condescendientes, y  si queremos ser un mejor país, tendremos que mirarnos a nosotros mismos y aunque tengamos en cuenta factores externos, debemos asumir esa parte de la responsabilidad personal porque la solución del problema en Colombia empieza en nosotros mismos”, y llama la atención sobre la necesidad de ser pacientes porque “no hay conclusiones absolutas. Las vamos haciendo. Vamos viendo qué sucede, exhortándonos a entender que esto es un proceso en el que nos tenemos que poner y los resultados serán vistos por nuestros hijos. Son cosas que no podemos resolver ya, pero estar sentados hablando ya es un primer un paso y con paciencia, podemos comenzar a construir la solución”.

Yezid opina que hay una reacción de otros sectores de la sociedad colombiana para reconocer errores y que en el país hay una especie de respuesta cultural frente a lo que llama un tiempo nuevo. Son respuestas que vienen desde el cine, la música o la literatura, y que aunque todavía la sociedad colombiana está tatuada por la violencia, por eso hay Botero y Obregón para pintarla, vendrán tiempos nuevos y artes nuevas. «Hay una paz dentro de la guerra. Hay una fortaleza de quienes han vivido en primera persona el conflicto. Se comienza a construir una nueva vida a partir de cero. El segundo hecho tiene que ver con un fenómeno de carácter cultural: en Colombia se están consolidando nuevas subjetividades que están por dar más libertad a lenguajes de tolerancia y de aprendizaje. Si el país logra salvar este escenario, habrá bases para la paz».