Festival de Cine de San Sebastian. Edición 64
Mañana se leerá el palmares de la edición 64 del festival de San Sebastián, pero antes de hacer un resumen final me gustaría hablar de los dos premios Donostia, que son el reconocimiento que hace el festival a la trayectoria de un actor.
Muchos son los que han alzado el premio y que han dicho palabras de agradecimiento, repetido lugares comunes, llorado, besado y arrodillado en las noches elegantes en las que se entrega. La lista recoge nombres muy inspiradores: Michael Caine, Robert de Niro, Susan Sarandon, Benicio del Toro, y un dilatado ectc de estrellas. Pero Sigourney Weaver y Ethan Hawke han marcado territorio con sus discursos cargados de verdad y agradecimiento.
Sigourney Weaver le guarda mucho cariño al Zinemaldia porque en 1979 la acogió con su Alien, cuando la película empezaba su rodaje y todavía la teniente Ripley no tenía la dimensión de leyenda que tiene ahora. “Fue una noche exótica para una chica de Manhattan como yo que nunca olvidare”.
En su discurso de agradecimiento recordó esa primera visita y los homenajes que recibió en el Teatro Victoria Eugenia. El publico emocionado ovaciono a una actriz que hace parte del elenco de la tercera película del director español Juan Antonio Rayona, quien con una venia le entregó el premio a una mujer espléndida a sus 66 años. Sus 180 metros de estatura y una belleza seca, suavizada cuando exhibe una de sus continuas sonrisas, han convertido a la Sigourney en musa de muchos directores de culto como Polanski, David Fincher o James Cameron, que la han dirigido en comedias, dramas, ficción. Papeles en los que encaja a la perfección y que le permiten a sus 66 años seguir recibiendo propuestas. “No sé cómo he tenido tanta suerte. Muchas cosas pueden suceder que desmantelan tu trabajo”. Sonríe y Bayona lo confirma. «La vi en una película en el festival de Stiges y vi una mujer con muchos pliegues y detalles. Supe que tenía que trabajar con ella en “Un monstruo viene a verme”. Sigourney es un volcán lleno de ideas y registros remató Rayona, subrayando lo dicho con una mirada repleta de cariño y recuerdos.
A sus 45 años Ethan Hawke, explicó en San Sebastián que agradece el paso de los años.” Cuando tenía 16 años me enviaron a Japón y no tenía nada que decir. Ahora soy yo el que aprende del idealismo de los jóvenes”. Con una mirada directa, que expresa el orgullo que le produce una carrera repleta de títulos comerciales otros tantos muy artísticos y refiere que “Si trabajas demasiado te marcan. Y yo quiero ser parte del juego” Un juego que le ha dado personajes tan memorables como el adolescente de el club de los poetas muertos, o aquella película de lobos rodada en Alaska y responde a una pregunta que aunque fue una película muy importante en su vida y que le encantó trabajar con lobos, «no fue un disfrute para él». «Truffaut decía que el cine era su educación. Y estoy de acuerdo con él».
Citas literarias, guiños a Latinoamerica de la que dijo admirar el cine que se hace allí en los últimos tiempos, y que como Marlon Brando, su actor fetiche, algún día quiere representar a Zapata.
«Cuanto más compartimos historias mejor nos entendemos unos a otros y la cura de heridas es posible» aseguró en el escenario para terminar sus agradecimientos con un «gracias con amor» en castellano.
Dos premiados que en sus discursos hablaron de cine, personas, lugares, pero sobre de sentimientos. Fue un placer verlos y escucharlos tan cerca.