Desde que en el año 2003 tuvo lugar la primera edición de Madrid Fusión con la asistencia de los inolvidables representantes de la nouvelle cuisine, Michel Guérard, Pierre Troisgros y Paul Bocuse, Madrid Fusión no ha hecho otra cosa que mirar al futuro y marcar o intuir el rumbo de las cocinas del mundo entero. Ahora lo hará en Bogotá repitiendo su fórmula magistral de talleres, catas de vino, charlas, revelación de cocineros jóvenes, discusiones en torno al quehacer de los cocineros punteros y una serie de eventos culturales que harán de Bogotá un lugar de encuentro y novedades.
Cada día hay una razón para asistir a los eventos de gastronomía, y Madrid Fusión siempre añade una más pues, además de ser un gran escaparate comercial, ha forjado una historia brillante con más de 650 chefs que han volado con sus propuestas durante 16 años. Ideado en principio por dos románticos de la fogones, José Carlos Capel, y Lourdes Plana, viajeros, periodistas gastronómicos dotados de un olfato especial para encontrar el talento, Madrid fusión ha lanzado todo tipo de discusiones, adelantándose siempre a la tendencias. Nada ha escapado a una cita en la que se conocieron los entresijos de la Alta Cocina Pobre, de la gastrobotánica, la foodfarm, la organic food o la nurseyfood.
Madrid Fusión cambia su lema cada año. Es una declaración de intenciones del rumbo que llevan las cocinas en el mundo entero. Desde las «cocinas viajeras» hasta la «reformulación de la cocina», ésta tribuna ha consagrado a cocineros emergentes y engrandecido aún más a los ya venerados artífices de apuestas que solo se conocían en sus países o en apretados círculos de foodies. Allí, la chaquetilla ha valido lo que sus charlas y experiencias han entregado a una audiencia, en la que no faltan los miles de estudiantes de todas las escuelas del mundo, que vienen a Madrid Fusión como a una verdadera peregrinación en busca de conocimiento.
Fue toda una revelación escuchar las primeras palabras en el escenario el que sería el cocinero que introdujo en la cocina vocablos y técnicas absolutamente desconocidas, Ferran Adrià. Un encuentro inspirador en el que se han expuesto platos imposibles como las cabezas de pescado trabajadas con maestría por Anas Ross, o las hierbas cultivadas y tratadas en sus propios huertos por los grandes cocineros que han descubierto en los últimos años la importancia, vitalidad y belleza del huerto.
Ahora parece natural transformar los alimentos con liofilzaciones, vacío, bajas temperaturas….
Pero en un mundo de pucheros y «olla podrida», el conocimiento de todas esas posibilidades expuestas por cocineros venidos de todas partes del planeta empezó a calar en los restauradores españoles, que asistían entre incrédulos y fascinados a un evento que empezó a crecer año tras año en calidad y cantidad. Esas aventuras relatadas en los estrados en menos de veinte minutos fueron transformando la escena gastronómica, primero en Madrid y luego a lo largo y ancho de la geografía española, hasta convertirla en un gran plató donde se suceden multitud de encuentros que copian, cada a uno a su manera, la esencia del primero y han terminado por convertir al país en el destino gastronómico que se ha llevado por delante a la misma Francia, cuna de la alta cocina.
Para Colombia también será la gran oportunidad de que esos veinte cocineros invitados a Bogotá Madrid Fusión conozcan la diversidad de la despensa colombiana, el color y la diversión que ofrece en la actualidad la gastronomía colombiana y, sobre todo, la vida loca y moderna de un país que poco a poco ha ido saliendo de los estereotipos de violencia y atraso, tan habituales en los titulares de prensa y en el imaginario de los viajeros del mundo entero.
Bogotá Madrid Fusión es una cita que los mismos colombianos aún no dimensionan, pero que debe ser un acontecimiento en el que los estudiantes tengan un lugar de privilegio y al que los cocineros deben llegar como los niños en su primer día de escuela: sin prejuicios y con el espíritu abierto para asimilar tantos y variados contenidos que transmiten con conocimiento de causa esos cocineros forjados en espacios dotados de todo tipo de artilugios -aunque muchos ya han comprendido que la cocina más que teorías es procesos que precisan entrega y pasión-. Una combinación de sabores y saberes que han llevado a la gastronomía a ser digna de publicaciones, encuentros y, sobre todo, lugares que han sacralizado el arte de comer o aprender.