Foto: Victoria Puerta. Joe Broderick, J, Mario. Piedad Bonet, Florence Thomas, Vlado y Diana Uribe, amaron y fueron amados en en esos días de coversatorios y cercanía.

Villa de Leyva, desde el 26 de febrero hasta el 2 de marzo, se convirtió en Villa de Letras con encuentros, charlas, talleres y la visita de respetados apreciados autores del  panorama de las letras y la investigación social de Colombia.

En agosto todo era un sueño imaginado para una villa que siempre ha acogido iniciativas culturales. A finales de febrero y principios de marzo un público entregado y feliz disfrutó durante cinco días de las palabras dolientes, controvertidas o felices de unos invitados que convirtieron el salón de Las Guardias en la extensión de un mundo de búsquedas y encuentros personales.

Las letras de Florence Thomas han sido durante años guía de las luchas feministas en Colombia. A sus 81 años sigue deslumbrando por la vivacidad y certeza, aunque en su intervención también fue un llamado para que las nuevas generaciones tomen el testigo. Y allí  estaban atentos, como la joven Nataly que preguntó “que es es ser mujer”, para sorpresa y deleite de Florence, quien con su acostumbrado aplomo devolvió la inquietud con la sapiencia de tantos años de  ejercicio en el arte de pensar en la condición femenina. El aplauso final vino acompañado de un enjambre de admiradores que libro en mano y teléfono en alto querían una foto o una bonita palabra en alguno de los diez libros que se vendían a la entrada.

Lo que más me conmovió fue el encuentro intergeneracional, la entrega de un público heterogéneo que celebró cada minuto de las intervenciones. El abrazo literario empezó a extender sus alas para hechizar una villa que ya había inaugurado desde el miércoles 26, el encuentro con acercamientos al alimento, la artesanía y la cultura de la región. Se acercaba la hora de disfrutar de los invitados, cuyas palabras se escucharían desde la tarde del viernes hasta a la mañana del domingo, con sus correspondientes descansos y festejos. 

Conocida por la gran cantidad de experiencias, paseos por los viñedos, comidas en lugares que ofrecen deliciosas viandas, visita a los museos, galerías  de arte y tiendas de artesanía, los asistentes parecían inmunes a esos cantos de sirena, ajenos a tan variada oferta, estaban allí atentos a los regalos espirituales de autores que daban gusto escuchar en esa sala coronada por un bonito artesonado. En la noche acogió los acordes de un joven músico que deleitó la velada con antiguos instrumentos ejecutados con maestría, mientras los olores de un coctel hecho con feijoa y vodka, ampliaban el placer de seguir disfrutando de una apuesta que llegó para quedarse y crecer.

Con gran expectación se esperaba a Diana Uribe y su Historia de las Mujeres, libro precedido de polémicas y dudas, que la autora con su elocuencia y seguridad rápidamente despejó, en una sala abarrotada que exhibía el cartel de agotado una semana antes de iniciarse el evento. Y no defraudó, pues su arrolladora presencia está avalada por un trabajo de investigación y acercamiento a la historia, que  agradecen desde porteros hasta académicos.

Extenuada y feliz, Diana, pasó a la firma de libros, selfies y más explicaciones, pues en Villa de Letras, la consigna no escrita parecía ser cercanía y entrega.

Por los pasillos un Jotamario, nadaísta conocido por su irreverencia y chispa, se veía preocupado con los papeles que una hora más tarde serían la guía para entablar una sesuda charla con Joe Broderick, autor del libro Para leer al Ulises, que hacía su presentación en sociedad. Dos gigantes de la palabra que convirtieron el conversatorio en una divertida manera para acercarse a la lectura del Ulises, un libro del que siempre se habla y poco se lee, pues de entrada asustan esas casi mil paginas que describen un día en la vida de Harold Blomm, pero que abarca toda la vida hasta ese momento, pues al manejar el discurso interior, desarrolla multiples referencias de la vida de Molly y Harold Bloom.  Seguro que la lectura del libro de Broderick nos hará volver la mirada a una obra publicada en 1922, que nunca pasa de moda y que tampoco está en ella.

foto: Victoria Puerta. Letras que despiertas verdadero furor, como las que contienen el último libro de Diana Uribe.

En la charla de Piedad Bonet y Yolanda Reyes, cuyas palabras son bálsamo y consuelo para quienes viven la cotidianidad de la perdida y el desencanto, no se movía ni el aire en los mas de 80 minutos de intercambio entre las dos autoras. Después una feligresía literaria quiso tener, no uno sino cinco libros firmados, al punto que la Piedad, algo enferma y agotada, tuvo que pedir el amparo de los organizados ante tal avalancha de afecto. Más es más, y al final desprovista del compromiso de la tarima, se vio a la autora más relajada entre publico, disfrutando del otro gran atractivo de la jornada: Vladdo y Aleida, creada por el humorista y que se ha transformado en la cómplice y compañera de hombres y mujeres.

El final de la tarde con Vladdo, fue toda una epifanía, pues la charla con la reputada bloguera-Ana María Medina, transformó y marcó un camino para futuros encuentros, pues ya los influencers, han demostrado lo necesaria y revitalizadora de su presencia en cualquier iniciativa cultural.

Foto: Victoria Puerta. Un encuentro literario, donde las generaciones  encontraron ssus admiraciones y puntos de vista. Lo sabe como pocos Joe Broderick.

Entre medias, visitamos la exposición de fotografía, de una belleza y diversidad, que pocos tuvieron la oportunidad de ver, porque el listón de los autores era muy alto, pero que imagino tendrá visibilidad una vez terminada la fiesta de las palabras. Quizá para el 2026 se pueda contar con una galería urbana que acerca y viste.

El domingo en la mañana ya la nostalgia invadía los corazones de los fieles asistentes a las generosas jornadas de Villa de letras. Sentados en sus sillas los 6 autores esperaban el pistoletazo final para participar a manera de despedida, en el ultimo tramo de Villa de Letras. El éxito de  cada uno casi llegó a peligrar por la excitación y la felicidad que desataron las palabras de Vlado. El aplauso parecía que no iba a terminar nunca, pero la misma solidaridad de Vlado convirtió el final en un armónico acercamiento de cada autor con su público, incluso con la irreverencia de J.Mario, que hizo revolver a Florence de sus asiento, pero que  J con su provocadora y divertida respuesta, desactivo. Y quizá el gesto más hermoso, fue el concurso de Vladdo y la linterna de su celular, para que Broderick pudiera leer un fragmento de su libro, que el público esperaba con impaciencia y devoción. 

En medio del fervor los creadores de Villa de Letras, Gustavo Mauricio García, Fernando Cordobés y Arturo Medina se despidieron, prometiendo para el 2026 el regreso de Villa de Letras todavía más robusta, más inclusiva, y como no…¡más literaria!

Valgan pues estas letras para devolver la miradas a  esos días de soles tímidos, vientos y mares olvidados y revivir los cinco días de literatura, saberes y reconocimientos  en estos tiempos tan rápidos y convulsos.

Foto: Victoria Puerta. Yo soy yo es un retrato eficaz y necesario del paso de Martin de hombre a mujer.

Y en ese cruce de caminos tuve la suerte de encontrarme con la histórica periodista Ana María Echeverry, cuya última obra, cuenta con maestría, los desgarros de Martín para encontrar un lugar en su sexualidad. Una alegría encontrar una autora, que siempre da en la Diana con sus trabajos