Existe una profunda confusión en la actualidad, especialmente cuando se trata de establecer una certeza entre cada uno de los roles y las responsabilidades que tiene cada individuo en el entramado de la sociedad. Pero antes de ir a ese análisis es pertinente entender cómo es el funcionamiento de los roles de cada integrante de un ecosistema en la naturaleza, lo que equivaldría a un ecosistema social humano diferenciado únicamente a que este se encuentra intervenido por la cultura.
Así, en la naturaleza encontramos, por mencionar un solo ejemplo, depredadores y presas, ambos forman parte de un equilibrio, en donde el depredador se alimenta de otros organismos y cumple con su función de controlar la población de una determinada especie, y obtener la energía necesaria para vivir y reproducirse. Por lo tanto, grosso modo, carnívoros, herbívoros y plantas en su interacción, se encargan de mantener el equilibrio ecológico, cumpliendo cada uno el rol asignado por la naturaleza. Por lo cual, nunca veremos a un árbol comiendo a un elefante, o un cocodrilo siendo devorado por una cebra.
Sin embargo, en los últimos siglos de historia se ha desarrollado aceleradamente una oposición o rechazo a la naturaleza humana, que inevitablemente nos hace también parte de ese juego de roles en los ecosistemas. Evidentemente, la humanidad al no tener competencia en el mundo animal se ha vuelto depredadora de sí misma, y la responsable de la destrucción y el agotamiento de los recursos necesarios para su existencia, incluyendo la de otros seres vivos que hacen parte de su entorno.
Este razonamiento, aunque básico, me permite confrontar la confusión antes mencionada en el ejercicio de los roles de cada individuo en la estructura de la sociedad. Así, la cultura política dominante busca en el presente, modificar los roles y las identidades establecidas durante cientos de miles de años de desarrollo evolutivo, natural e incluso cultural. A continuación, estos son algunos de los aspectos que, desde mi punto de vista, presentan claramente esta confusión que está generando enormes problemas sociales.
La feminización del hombre y la masculinización de la mujer:
Evidentemente, aquí no entra en discusión el hecho de que tanto hombres como mujeres deben ser amparados por los mismos derechos y deberes ante la ley y, por supuesto, garantías de acceso a la educación, la salud, el trabajo, etc. Pero si se debe alertar ante el continuo bombardeo de publicidad que busca imponer un cambio en la sociedad, mostrándonos a un hombre que debe sentirse culpable de serlo y, por lo tanto, debe adoptar las prácticas culturales femeninas, como las prendas de vestir, el maquillaje o desestimar su propia identidad biológica, esto significaría lo mismo que ‘cortarle la melena al león’ para crear una ‘igualdad’ en su sociedad y eliminar cualquier diferencia que pueda representar una jerarquía distinta.
En ese mismo sentido, la mujer debe entonces adoptar patrones masculinos que peligrosamente en los países desarrollados, están implicando un rechazo cada vez más generalizado de las mujeres a asumir el rol de madre. El impacto demográfico de esta idea se ve ahora décadas después, cuando una población envejecida está en crisis, ante la incapacidad natural de reemplazar con individuos jóvenes el capital humano de sus sociedades. Esa misma ‘nueva cultura política’, ha construido la maternidad como un castigo, una práctica antigua que ha condenado a la mujer a una vida incompleta y reprimida que le impide alcanzar el supuesto éxito que, por el contrario, si favorece a los hombres, ya que en su rol biológico no está el gestar la vida humana.
Por ello, no tiene ningún sentido intentar cambiar o modificar los roles que biológicamente se le han asignado naturalmente tanto a hombres como a mujeres durante los últimos millones de años. El problema es cuando esos roles no son ejercidos con responsabilidad. Para buscar nuevamente similitudes en la naturaleza, pensemos que pasaría si en algunas especies de aves, la hembra dejase de proteger y brindar la temperatura adecuada a los huevos, o si el macho dejase de colaborar en la construcción del nido o en la búsqueda de alimentos para las crías. En otro ejemplo, vemos como en el cuidado de las crías del pingüino emperador, la responsabilidad cambia de manos (no el rol masculino de la especie), en ese caso, es el macho de la especie quien tiene la responsabilidad de brindar cuidado y protección el huevo. Así, podríamos encontrar infinitos ejemplos en donde las especies animales que cumplen con responsabilidad sus roles e identidades biológicas son exitosas y las que no, están condenadas a la extinción.
Ahora, regresando al núcleo de nuestro ecosistema social que es la familia, que consecuencia esta teniendo la ausencia de responsabilidad en el cumplimiento de los roles del hombre como padre y la mujer como madre; que consecuencia está teniendo la imposición política de un cambio en los roles y la identidad biológica de hombres y mujeres en la sociedad. La pregunta final seria, ¿Hacia que camino nos está conduciendo esta ‘deconstrucción’ de roles e identidades?, ¿Estamos mejorando como humanidad o caminando hacia un precipicio de incertidumbres?, el lector tendrá sus propias conclusiones.