Un discurso del presidente Petro, ya sea en la Naciones Unidas, en la plaza Simón Bolívar o en cualquier lugar del mundo donde se encuentre el gobernante récord en viajes, siempre en compañía de su extenso séquito familiar y político, se vuelve una palabrería repetitiva y barroca, que adolece de dirección coherente, y donde la idea concreta es inexistente, reemplazada por la saturación del absurdo. Así, el mesías de la izquierda colombiana, ahora convertido en presidente, sigue consolidando su imagen de caricatura con rasgos de una personalidad egocéntrica, megalómana, mitómana y el clásico resentimiento de quien en un pasado creyó ciegamente en el uso de la violencia como cambio social y político; y en el presente, es cómplice silencioso de las dictaduras de izquierda más crueles del continente.

Petro, al mejor estilo hipócrita de Greta Thunberg, en vez de construir y presentar con el ejemplo una alternativa real al uso de combustibles fósiles, se dedica al uso excesivo del avión presidencial, sumado al “helicóptero” vicepresidencial, o al gasto millonario en combustible para la movilización de cientos de chivas cargadas con miles de indígenas, teniendo como único objetivo la satisfacción de sus delirios autocráticos de líder galáctico.

En su discurso delirante en las Naciones Unidas, solo un aspecto merece la pena mencionar por la gravedad que representa. Durante los últimos 10 años, casi un cuarto de la población venezolana ha emigrado a países de todo el mundo. Todos los latinoamericanos hemos sido testigos de las caminatas mortales que los han llevado a recorrer de punta a punta el continente, soportando el frío de la Cordillera Andina o cruzando una de las regiones más peligrosas del mundo, la zona selvática del Darién. Sin embargo, para el presidente Petro, la migración de millones de venezolanos es consecuencia del cambio climático, en esta realidad absurda, los venezolanos emigran no por la ausencia de libertad y seguridad, además de la incapacidad vital para garantizar los alimentos básicos, medicinas o escapar de una de las inflaciones más altas del mundo. No, estas son razones equivocadas para el presidente Petro, quien, en su mundo cósmico, los venezolanos emigran por falta de agua, nada tiene que ver el régimen criminal que los gobierna. Supongo que para el presidente Petro, ocurre lo mismo con los cientos de cubanos que se han lanzado al mar en balsas improvisadas para escapar de la dictadura comunista de aquel país, esto debe ser otra consecuencia del cambio climático.

El discurso del presidente Petro agota por lo repetitivo, ridículo y alejado totalmente de la realidad, el presidente del país de la potencia mundial de la vida, predica soluciones al sistema económico mundial, cuando demuestra continuamente su incapacidad de gobernar.