El presidente Gustavo Petro se asemeja cada vez más a una participante de concurso de belleza, y se aleja de la figura de un gobernante realmente interesado en resolver y plantear soluciones efectivas a las necesidades de los colombianos. En primer término, sus continuos viajes internacionales recorriendo cuanto país se le antoja, parecen motivados sólo por un afán de protagonismo, en el que pregona la supuesta fórmula para lograr con éxito la paz mundial y venderse como el presidente de la potencia mundial de la vida, una respuesta acorde a un reinado de belleza, algo que sonará muy real para la izquierda internacional o para quien desconoce totalmente la realidad del país.

Como otro rasgo de su megalomanía, se ha autoelegido salvador del mundo, organizando en su imaginación delirante, conferencias de paz entre palestinos e israelíes, o ucranianos y rusos, mintiendo a cada momento sobre sus supuestos logros de paz en Colombia. Para Petro no hay límites y sin titubear, haciendo gala de todo su cinismo y mediocridad, expande el virus de la corrupción en su gobierno sin importarle los problemas reales de los colombianos.

Pero la ignorancia de Petro y su pobreza intelectual se hacen más evidentes cuando habla de temáticas internacionales, especialmente de historia. En unos de sus recientes comentarios señaló como Estados Unidos se llama así porque antes estaban separados, estas afirmaciones lo colocan tan solo un par de escalones neuronales más arriba de su amigo, el tirano venezolano Nicolas Maduro, que hace poco afirmó como Jesús había sido asesinado por el Imperio Español. En lo que Petro sin dudas supera a Maduro, es en la crueldad de sus recientes declaraciones contra el Estado de Israel. Su pasado guerrillero y terrorista lo delata, la llamada causa «Palestina» y la crueldad de su reciente ataque a sangre fría, no tiene ningún tipo de justificación, pero aun peor es comparar la desproporcionada respuesta militar israelí con el Shoá (Holocausto), una barbarie que significó el exterminio de más de 6 millones de judíos, esto es sencillamente un acto de profunda ignorancia y fanatismo ideológico.

Para Petro y toda la izquierda en América Latina, no importa que atroz pueda ser el crimen, solo se juzga y se realza su importancia si los responsables son quienes consideran sus enemigos. De la misma forma que hacen un enorme esfuerzo propagandístico, a través de una JEP, que todavía sigue sin señalar con contundencia los crímenes de las FARC-EP; y por el contrario, financian internacionalmente grupos de víctimas que por todo el mundo exponen las cerca de 6.400 víctimas de ejecuciones extrajudiciales o los llamados falsos positivos, colocando en el escarnio público a los militares responsables, pero los comandantes de las FARC y ELN, responsables de las aproximadamente 120.000 víctimas que dejaron a sus espaldas (según cifras de la Comisión de la Verdad), son premiados con cargos públicos, procesos de paz de perdón y olvido, permaneciendo indolentes ante las víctimas, no aceptando sus crímenes y no reparándolas, teniendo como colofón que ahora reciben altos salarios y beneficios del Estado, llenando sus bolsillos con ese mismo sistema que intentaron destruir por medio de la violencia y el terrorismo.

Finalmente, todo el maquillaje que rodeaba al candidato Petro y su equipo, rápidamente se desvaneció y ha dejado ver a un político tradicional, uno de los tantos corruptos y mentirosos que han pasado por la presidencia de Colombia. Cuanto daño seguirá haciendo el gobierno de Petro, solo se sabrá cuando veamos qué tan responsables son los ciudadanos al momento de ejercer su derecho al voto.