Mientras que la actualidad política del país es bombardeada diariamente con los excesos ‘burgueses’ del presidente Petro, la primera dama, el canciller Leyva, la vicepresidenta Márquez, y un larguísimo etcétera de funcionarios corruptos del gobierno del cambio, el reciente fallecimiento de la senadora Piedad Córdoba, me lleva a reflexionar después de tantos años de estudio del conflicto armado colombiano, ha recordar uno de los periodos más tristes en la historia reciente de Colombia. A mediados de la década de los 90’s, la guerrilla de las FARC-EP controlaba extensos territorios de la geografía nacional, el interminable listado de cientos de miles de militares y policías asesinados (incluyendo políticos y población civil), sumado a los secuestrados para ser canjeados en negociaciones con el gobierno no parecía tener fin. Esta crisis de seguridad y soberanía tuvo además su punto culminante con los ‘Diálogos del Caguán’ y el despeje de un extenso territorio que permitió a este grupo criminal tener control de cinco municipios distribuidos entre los departamentos del Meta y el Caquetá con aproximadamente 42.000 km2 de extensión, una superficie similar a la de países europeos como Dinamarca, Países Bajos o Suiza.

En ese contexto, y luego de tener la oportunidad de entrevistar a militares y policías que permanecieron más de una década bajo el secuestro y escuchar su testimonio sobre las condiciones del país en ese tiempo, no se puede sentir más que una profunda tristeza por la indolencia y el olvido de un sector de la sociedad colombiana hacia estas víctimas. Es allí, donde la figura de Piedad Córdoba como ‘negociadora’ para la liberación de los secuestrados, debido a sus excelentes relaciones con los comandantes de las FARC-EP, nos muestran una macabra trama de ambición política y la inmensurable corrupción que por ese entonces exportaba y financiaba en todo el continente americano el llamado socialismo del siglo XXI, por esos tiempos bajo el control del dictador Hugo Chávez.

Para el comienzo del nuevo milenio, la fallecida senadora Piedad Córdoba o ‘Teodora’, el alias con el que era conocida al interior de las FARC-EP, era una pieza política clave de la dictadura venezolana y la punta de lanza con potencial presidencial para sentar en el Palacio de Nariño a un representante del chavismo en Colombia. Sin embargo, la sociedad colombiana de ese entonces construyó un profundo rechazo a cualquier opción de su posible llegada a la presidencia, más aún cuando se conocieron aspectos como el de ‘recomendar’ la no liberación de Ingrid Betancourt, y su utilización estratégica para sus ambiciones políticas. La exitosa operación militar ‘Jaque’ que liberó a la excandidata presidencial, dejo a Piedad Córdoba sin la ficha más preciada de su ajedrez político. Su adoración por el dictador venezolano terminó por liquidar sus ambiciones presidenciales.

Finalmente, en la última etapa de su vida se vieron escenas como el de sus vínculos y costosos paseos por Europa con Alex Saab, el reconocido testaferro del dictador Maduro, además de su retención en Honduras por transportar aproximadamente 70.000 dólares en efectivo, y la reciente extradición de su hermano a Estados Unidos acusado de narcotráfico. Desafortunadamente, la inoperancia de la justicia y la influencia de la senadora entre los sectores políticos más poderosos del país, desactivaron cualquier investigación rigurosa sobre sus vínculos con las FARC-EP, los escándalos de corrupción que la rodeaban, y su verdadero papel como enlace entre el grupo guerrillero y la dictadura venezolana. Estos hechos, al igual que los crímenes de las FARC-EP, permanecerán por el momento en las sombras.