El presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden, anunció esta semana a Antony Blinken como Secretario de Estado, a Jake Sullivan como Asesor de Seguridad Nacional y a Michele Flournoy como Secretaria de Defensa del país. Blinken fue subsecretario de Obama en el departamento de Estado entre 2015-2017, al igual que director de personal demócrata en el comité de política exterior del Senado entre 2002-2008, cuando el presidente de este comité era Joe Biden. Por su parte, Sullivan fue director de planeación política y jefe de personal en el departamento de Estado cuando esa cartera era liderada por Hillary Clinton. Posteriormente, fue el asesor principal de política exterior para Biden entre 2013-2014. Adicionalmente, fue asesor para el gobierno estadounidense en las negociaciones entre este país e Irán que derivaron en el Acuerdo Nuclear.
Flournoy, por su parte, fue vice-asistente para el Secretario de Defensa para temas estratégicos bajo el gobierno Clinton y vicesecretaria de Defensa para temas de políticas bajo el gobierno Obama. Esta fue responsable, entre otras cosas, en diseñar la estrategia de contrainsurgencia en Afganistán e intentó persuadir al presidente Obama de intervenir militarmente en Libia. Flournoy es, hasta ahora, la mujer que ha ocupado el cargo más alto en la historia del pentágono, sin embargo, esto podría cambiar si es confirmada por el Senado estadounidense como Secretaria de Defensa, dado que sería la primera mujer en liderar el pentágono.
Estos anuncios de Biden representarán un cambio en la política exterior del país estadounidense, aunque no serán tan pronunciados como algunos hubiesen querido. En su campaña presidencial, el hoy presidente electo afirmó que tenía la intención de unirse a los acuerdos de Paris sobre el cambio climático, al igual que volver a los acuerdos nucleares de Irán, siempre y cuando este país se volviese a adherir a lo que se había planteado. De igual forma, Biden reafirmó su compromiso con el multilateralismo y a fortalecer el papel de los Estados Unidos en instituciones como la ONU, la OMC, la OMS, OTAN, entre otros organismos internacionales. Esto marcaría un cambio radical entre el gobierno de Trump y el entrante gobierno demócrata.
Blinken, en una entrevista reciente, afirmó que, aunque esta dispuesto a levantar las sanciones que habían sido impuestas después que el gobierno Trump se saliera del acuerdo nuclear, este estaría a favor de mantener aquellas sanciones económicas que estaba relacionadas con temas como apoyo al terrorismo, o en otros temas. Por su parte, Sullivan, en una charla en el Hudson Institute, afirmó que no considera opciones de intervención militar en Venezuela, al considerar que el país correría un riesgo muy alto. De esta manera, el exasesor principal de política exterior para Biden afirma que el país debe continuar imponiendo y fortaleciendo las sanciones contra el gobierno de Maduro, al igual que continuar la construcción de una coalición internacional en contra del gobierno venezolano, e incentivar a que China, Cuba y Rusia rompan relaciones con el gobierno del país vecino.
Por su parte, Flournoy ha afirmado que la principal prioridad del gobierno estadounidense pasa por reconstruir las fuerzas militares de los Estados Unidos para así poder enfrentar los desafíos que puedan presentar países como China y Rusia. De igual forma, lo que busca Flournoy es evitar que exista una situación donde un cálculo erróneo entre el gigante norteamericano, China o Rusia derive en una confrontación militar.
En otras palabras, la tarea que la futura Secretaria de Defensa de los Estados Unidos tiene es que el país no caiga en lo que Graham Allison, autor, politólogo y profesor de Harvard en su libro “Destined for War” denominó la trampa de Tucídides. Según Allison, en el libro Historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides afirma que “fue el ascenso de Atenas y el miedo que provocó esto en Esparta lo que hizo que la guerra fuese inevitable”. De esta manera, la trampa de Tucídides, se basa en que las tensiones entre una China en ascenso y el miedo que eso provoca en Estados Unidos, la potencia mundial que ve su posición amenazada, derive en una guerra que ninguno de los dos países quiere y quisiera evitar.
En este orden de ideas, la tarea del gobierno de Biden en política internacional es crucial. Estados Unidos tiene que reafirmar su compromiso con el multilateralismo, asumiendo el liderazgo mundial que cedió por cuatro años el gobierno de Trump y buscando contener, sin entrar en un conflicto bélico, con la potencia mundial en ascenso, China. Igualmente, el presidente electo deberá buscar como derrocar el gobierno de Nicolás Maduro, sin entrar en un conflicto armado y con el respaldo, expreso o tácito, de país como China, Rusia e Irán quienes han sido los culpables de mantener el régimen. Finalmente, los miembros de la política exterior del presidente entrante deberán estar preparados para los desafíos que se avecinan sin anunciar, respondiendo en un mundo cada vez más polarizado y donde la desinformación hará más difícil su misión.
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MARIO CARVAJAL CABAL
Internacionalista y Ayudante de Investigación en una Consultora Geopolítica
Twitter: @Mariocarvajal9C
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