Acabamos de cumplir una semana con el nuevo alcalde. U-na-se-ma-na. Siete míseros días y las redes sociales están inundadas de quejas y protestas de los detractores de Peñalosa, o de los seguidores de Petro, o de Petro. Sobretodo de Petro. Ya hasta están pidiendo revocatoria. ¡Y no llevamos ni una semana! Hasta gente que no vive en Bogotá (ni lo ha hecho y quizás no lo hará) se meten en este tropel. Y digo tropel con todo el sentido y significado de la palabra que bien pueden encontrar en Google: «Conjunto numeroso de personas, animales o cosas que avanzan o se mueven de forma rápida, ruidosa y desordenada.»
A ver, todos podemos hacer oposición. Muchos le hicimos oposición a Petro, yo lo hice abiertamente y no lo voy a negar ahora que ya terminó su administración. Nunca estaremos todos de acuerdo en algo: habrá quienes darán prioridad al progreso y habrá quienes consideran que lo más importante es lo social, en lugar de pensar que se debe solucionar en conjunto. No descuidar ningún aspecto por darle prioridad al otro. Pero somos de extremos, nunca dejará de ser así y es perfectamente normal y comprensible, así es el ser humano, más pasión que razón. Los que le hicimos oposición a Petro debemos entender a los que ahora quieran hacerle oposición a Peñalosa, es su derecho y como tal pueden ejercerlo.
Pero una cosa es ser opositor y otra es joder la berraca vida. Hace seis meses escribí una entrada llamada «Petro nos polarizó» y creo que eso cada día es más latente. La ciudad está dividida en dos: los que queremos y creemos que la ciudad mejore en estos cuatro años (creo que somos mayoría) y los que quieren y ruegan que a Peñalosa le falle todo y en cuatro años puedan decir «¿Ve? Se los dije. Pero como ustedes no me creen». Supongo que para ellos tener la razón es más importante que el bienestar de la ciudad, inclusive el de ellos mismos, porque si a la ciudad le va mal, a todos nos va mal. Es obvio. Es que estamos demostrando una vez más que no somos capaces de trabajar juntos por un bien común. Somos felices haciéndonos zancadilla entre nosotros mismos, ni hacemos ni dejamos hacer.
Muchos justifican su actuar diciendo «ah, pero ¿cómo a Petro le hicieron tanta oposición y nadie dijo nada?»
Perdonen, señores, pero esa excusa me parece la más pendeja del planeta. Cuando alguien dice eso yo me siento en pre-kinder viendo niños decir «pues como usté no me invitó a la piñata ahora yo no le presto mi balón. ¿Y qué?«. Carambas, maduremos.
Es más, hace un tiempo, por cuenta de mis opiniones anti-petristas casi dejamos de hablar con un amigo de toda la vida. Tan de toda la vida que hasta compartimos novias (es en serio, no se rían: él fue novio de una ex mía y viceversa. Calculen lo amigos que somos. Qué digo amigos: ¡hermanos!). Bueno, mi amigo defiende mucho las políticas del ex-alcalde Petro, y está en todo su derecho; defienda lo que quiera, pero si por eso nos vamos a dejar de hablar sí estamos muy jodidos. Dejó de seguirme en Twitter (cosa a la que también tiene derecho) y se indignaba cada que yo escribía algo. De hecho, a mí también me indigna cada que alguien escribe algo indignado porque Peñalosa esto o Peñalosa aquello. Como la cuenta de Twitter que les muestro arriba. Es inmamable.
Voy a tratar de justificar nuestra oposición a Petro, o al menos la mía, aunque sé que eso a los petristas no les importa mucho: Cuando llegó a la alcaldía ya llevábamos 8 años de gobiernos ineficientes. Aún así, muchos dijimos «OK, el tipo acaba de llegar. Aunque no le creo, ojalá le vaya muy bien y saque esta ciudad adelante.» Yo mismo lo dije varias veces, desde el 2012.
También lo dijo Maria Jimena Duzán en una columna del 7 de enero de 2012 llamada «Petro with love«, en la que criticaba lo mismo que está pasando ahora pero intercambiando nombres. Lo triste es que al ex alcalde no le fue muy bien y, créanme, eso no me tiene contento. Ojalá a Petro le hubiese ido divinamente y hoy Bogotá fuera la ciudad que debería ser. Pero no, estamos sumidos en la inseguridad y el desorden. Mi amor por Bogotá es más grande que mi oposición a Petro, siempre lo fue.
Les cuento una anécdota: tuve la oportunidad de asistir a la posesión de Peñalosa y, después de la ceremonia en la Plaza de Bolívar toda la gente debía ir al Palacio de Liévano, para una pequeña recepción. Pues caminando con mi amiga Jessica (@JessJudex) al lado de Liévano, una señora entaconada que iba adelante nuestro se fue de cara porque había un hueco en el andén, alguien quitó un ladrillo o baldosa y nadie lo volvió a poner. ¿Que pase eso justo al lado del edificio en que gestiona el alcalde de Bogotá? Vergonzoso. Esa señora perfectamente pudo haberse roto la cara si no es porque alguien la agarró y no la dejó estrellarse contra nuestro querido suelo bogotano. ¿Se imaginan donde se dañe el tobillo para toda la vida, todo porque no somos capaces ni de tener bien un pinche andén? Qué oso.
Ahora, tras cuatro miserables días de la nueva administración, somos tan ridículos que criticamos todo lo que pasa sin conocer el fondo de las cosas. Nos indignamos porque «Peñalosa mandó tapar los graffitis. ES QUE NOS VA A QUITAR NUESTRA LIBERTAD DE EXPRESIÓOOONNNN».
Luego se supo, como era de esperarse, que no solo NO estaba borrando graffitis porque sí (lo que hicieron fue cambiarlos por unos mucho más artísticos, que no afean la ciudad), sino que se trataba de una orden que viene desde la administración Petro.
Ahora, para los que sigan indignados con el tema de los graffitis, que porque «LOS VAN A COMBATIRRRR. ¿QUIERE ALGUIEN PENSAR EN LOS NIÑOSSSS?». Pues… a ver, una cosa son los graffitis artísticos y otros son los escudos chambones de Santafé, Millonarios, Nacional, etc. etc. Y por favor no se me indignen los hinchas de cada equipo que no estoy atacando a nadie. Pero no pueden negar que esos rayones son MUY feos. Si Luis quiere declararle amor a Leidy Marisela pues bien puede hacerlo por whatsapp, pero no le dañe la pared a la panadería de don Alberto.
(Acá encuentran la entrevista de la FM a Miguel Uribe Turbay, secretario de Gobierno, acerca de los graffitis en Bogotá).
De hecho, la tolerancia a manchones de ese estilo abre el espacio para desorden, basura, delincuencia, tráfico de drogas y demás, como ya lo expliqué en otra entrada llamada «Bogotá tiene la ventana rota«.
Bueno, pero todo este carretazo y peleadera tiene un solo objetivo: esta ciudad en la que vivimos 8 millones de personas no puede (y no debe) depender de una persona, llámese Gustavo, Enrique, Miguel, José (sé inteligente, sé como José), Omar, Pepita Mendieta o Tuto Barrios. Esta ciudad depende de todos y todos debemos sacarla adelante.
Invito a los petristas a que hagan un esfuerzo sobre-humano y nos demuestren la madurez que nos pedían. Ya que su alcalde no nos calló la boca con sus capacidades administrativas, cállennosla ustedes con su gallardía, con su madurez para enfrentar esta situación. Ustedes habrían querido que Bogotá estuviera en manos de Clara López. Bueno, no se les dio. Tienen dos opciones: joder la vida y patear la lonchera (que para efectos prácticos es patear la caneca, la bolsa de basura o hasta el bolardo), o ser todos unos caballeros y todas unas damas y ayudarnos a sacar esta ciudad adelante. Y no solo es para los bogotanos que nacimos en Bogotá. Es para los bogotanos que viven acá pero que nacieron afuera. Me parece maluquísimo cuando alguien que trabaja acá y se queja acá, a la hora de votar se va a sus lugares de origen y se le olvida que acá es donde pasa el 99% de su año.
Pongamos todos de nuestra parte. Yo sé que no estoy siendo el más amable y definitivamente no estoy escribiendo de la manera más conciliadora y por eso les pido disculpas. Pero el mensaje es claro: todos, TODOS, debemos pensar en cómo vamos a arreglar la ciudad y aportar.
Primero dejemos de pelear tanto. Carajo, es que no vamos ni 8 días de alcalde y ya estamos peleando por cada cosa que se dice. Empezando por Petro, que no ha habido un solo día en que no se queje y no pelee por algo. Ya peleó hasta porque le bajaron el cuadro de Bolivar. ¿Eso qué tiene que ver con el futuro de Bogotá? Ya estamos rayando en lo ridículo. Dios quiera que le salga un trabajo excelente en el que pueda ocupar su tiempo y pueda demostrar sus grandes habilidades, las que quiera que sean, y se vuelva una persona mucho más productiva que criticando todo.
Segundo, seamos mejores ciudadanos. No nos colemos en Transmilenio, no seamos tan trogloditas. No empujemos a codazos a la gente para entrar al bus, no caminemos por las ciclorrutas. No pitemos como degenerados cuando el semáforo lleva en verde cero coma dos segundos. Si pueden entrar a facebook y ver este video, en serio es vergonzoso. Mejor dicho, seamos amables y pensemos en todos, pongámonos en el lugar del otro. Todo comienza con un simple saludo amable al conductor del bus, al taxista, al portero del edificio.
Tercero, no seamos corto-placistas. No perdamos el impulso, esto no va a mejorar de un día para otro. En una semana no se arregla Bogotá. Al menos esperemos 100 días y luego miremos cómo vamos. Yo tengo la esperanza de que algún cambio veremos en ese plazo. Señores opositores, los invito a que durante 100 días (o 92, ya pasaron ocho) no se quejen de Bogotá ni de Peñalosa. ¿Qué son 3 meses comparados con 4 años? Es más, empiecen por una semana, créanme que se van a sentir mejor. Háganlo así sea solo por ensayar. Una semanita. Una amiga me puso un reto similar: me pidió que no comparta en mi Facebook nada negativo de Petro, y aunque me ha costado, lo he hecho. Y sí, desde ese día en mi Facebook no hay tanta peleadera política, tan aburridora que es.
Cuarto, queramos más a la ciudad. En serio, vean que Bogotá es bonita. Los que la hacemos fea somos nosotros con nuestras actitudes y peleadera. Si nos hacemos la vida más amable, seguro vamos a disfrutar más las pequeñeces de la vida, que son las que de verdad valen la pena.
Bogotá puede ser mejor para todos. Pero eso lo logramos entre todos.
Reconozco que anoche cuando escribí esta entrada estaba medio ácido, un poco cansado de que seamos tan cansones y que, más allá de hacer oposición, nos la pasemos entorpeciendo la labor de los demás. Espero me entiendan. Mi intención no es polemizar sino pensar un poquito en que todos debemos ayudar, no sé si lo logre, pero bueno, qué carambas. Muchas gracias a todos por sus comentarios.
Además fue una entrada larga y quizás densa. Como agradecimiento por llegar hasta acá les comparto un dibujo de un gato.
Empezamos el 2016 con muchas ganas y muchos proyectos por venir. Les iré contando de a pocos. El blog Soy Anónimo va súper bien, hemos recibido historias muy buenas que iremos publicando. En serio gracias a todos. En febrero regresa «A Trino Herido» y venimos con un podcast nuevo del que ya sabrán.
Ya salió la segunda confesión en este nuevo blog llamado «Soy Anónimo», en el que cualquiera puede escribir una historia sin tener que dar la cara. Es un hit. Este es el enlace: http://blogsoyanonimo.com/historias/cinema-porno/
Mi recomendado de la semana es este blog de @SebasdelosRios, llamado «Puntos Suspensivos». Se nota que está escrito con el alma, así que acá les dejo el enlace para que lo lean. http://sebasdelosrios.blogspot.com.co/
Esta semana le entregué su frascote de Nutella y Marmotazos al ganador del concurso de la semana pasada, Alejandro Navia. Muchas gracias a todos los participantes, a los lectores aunque no participen, y a Nutella por el apoyo 🙂
Todas las entradas, están en este enlace: http://blogs.eltiempo.com/marmotazos/ O si quieren que les llegue al correo cada vez que se publica un Marmotazo, en el botón «Seguir a este blog +” que encuentran al comienzo, bien arriba, tienen la opción. ¡Así no se pierdan ni una!
Pero si quieren les recomiendo algunas entradas anteriores: «La crisis con el Madrugón en Falabella«, “¿Cómo hace uno para ser feliz?“, “¿Por qué seguimos solteros?“.
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