Ayer estuve charlando con un gringo y me dijo que para él los colombianos y los chilenos somos quienes tenemos el mejor inglés no-nativo del mundo, es decir, con el acento más neutral. Además de sorprenderme, pensé que probablemente él no ha escuchado hablar el inglés arrastrado de Uribe, no conoce el personaje de Sofía Vergara en Modern Family y seguro seguro tampoco ha escuchado cantar «To be with you» a mi amigo Diego, o no leyó el marmotazo sobre el sandwich con habichuelas que pedimos con mis amigos en Kansas y que terminaron siendo jalapeños.
Es que a uno por no hablar inglés le pasan muchas vainas. Todos tenemos ese amigo que guachiguachea la música, o el que dijo algo completamente descachado y por eso quedó marcado para toda la vida (un abrazo, Gus-morning Martínez, es con cariño). Hasta hace un tiempo aprender inglés era necesario solo para poder ir al concierto de Aerosmith y cantárselas todas sin hacer el oso, o para pasar la materia en el colegio. Pero hoy es mucho más práctico, hoy en día se comunica con cualquier persona en el planeta con dos simples clics.
Pensando en eso, el equipo de Marmotazos Inc. ha realizado una exhaustiva investigación y obtuvo un listado de las cosas que nos pasan por no saber inglés. Seguro alguna también les ha pasado a ustedes. Si alguno tiene otra, siéntase libre de ponerla en los comentarios que acá la agregamos.
Siete cosas que nos pasan por no saber inglés.
- Guachiguachear. Tengo un amigo que es el rey del karaoke. Es de esos que acapara el micrófono y solo deja que otro cante si es en dúo. No suelta el micrófono… hasta que le ponemos una canción en inglés. Ahí dice que le empezó a doler la garganta o que le dio sed. Aunque la verdad es que cuando ya tiene algunos tragos encima ya no le importa y se canta hasta «Give it away» de Red Hot Chili Peppers, con coreografía incluida. O como cuando uno canta suavecito las partes que no se sabe pero grita las que sí: «ui – fa – li – li – YELOU SUBMARIIIIIN, YELOU SUBMARIIIIIN, YELOU SUBMARIIIIIIN». Saca uno pecho y todo porque se sabe la de los bitels.
- Ver películas en inglés y no entender nada. Algo que me ha servido a mí para aprender un poquito de gramática es poner los subtítulos en inglés (closed captioned) para no leerlos en español. Pero me ha pasado que hay películas o series con vainas muy técnicas, como las médicas o de abogados. «¡Pronto! Debemos hacerle una guachuguá antes de que su fanchufanchu genere un shanfing. – ¡Pero doctor! por qué mejor no hacemos un shandler – ¡¡Guachuguá, dije!! «. Uno sale sin entender un carajeishon.
- El traductor de Google se vuelve tu mejor amigo. Algunos de ustedes saben de la página de Colombian English. Y uno ahí se da cuenta de unas cosas que francamente sorprenden. Como en los hoteles que ofrecen sopa de menudo y la traducen como «Often soup». El baño para caballeros es para «knights». El vino en botella es «He came in bottle». O darle la bienvenida al Papa con un letrero inmenso que dice «Welcome Potato».
- No entender las instrucciones en inglés y mejor dejarlo así. Recuerdo mucho a un amigo que compró un dron y duró como seis meses sin usarlo porque no se arriesgaba a encender lo que no era o descacharse con algún botón. No quería estrellar su juguete nuevo. Ni hablemos de mi tía que cerró todas las ventanas de la casa para encontrar el programa que estaba buscando en Windows XP.
- Responder todo con «Hello», «yes» y «thank you». Toooodos tenemos este amigo que no habla inglés pero lo entiende despacito. Ese que se hace el que lo entiende todo y en el hotel de Houston termina pagándole al botones 10 dólares de propina por llevarle las maletas del lobby al ascensor. Sí, Julio. Es con usted.
- Tener que pedirle ayuda a los amigos. Después de eso del hotel, Julio ya no se atrevía a salir de la habitación solo, porque le salía carísimo. Sobra decir que el botones del hotel desde ahí lo empezó a atender divinamente y lo saludaba con una sonrisa Colgate, le brillaban los ojos y lo veía con cara de dólar. Julio ya no podía salir sin nosotros y tenía que esperarnos para ir a comer algo al restaurante del primer piso. Ya no se arriesgaba a pedir los platos a pinochazo desde lo de los jalapeños con ultra-sabor reforzado. Con decirles que una vez prefirió subir por las escaleras los 7 pisos; cuando lo vimos llegar cacheti-colorado y con la lengua afuera casi no paramos de reírnos.
- Sudar frío cuando tienes que hablar en inglés. Para que no digan que me estoy burlando de los demás por no saber inglés, les cuento una mía. Yo también era de esos que no hablaba inglés pero lo entendía despacito. Nunca me había tocado hablarlo, a pesar de que me sabía las letras de todas las canciones, veía las series y películas en inglés (no me gustan las dobladas al español), etc. Básicamente me daba oso hablar en inglés. Pues hace ya varios años me llamaron para una entrevista, cuando desarrollaba software. La entrevista era con un conocido, el amigo de un amigo, entonces fui relajado, confiado de mis amplísimos conocimientos en desarrollo de aplicaciones. Mejor dicho, el hacker Sepúlveda come chitos al lado mío. Cuando llegué allá vi esa oficina llena de monos (o sea, tipos ojiverdes y de pelo clarito). Me llevaron a una sala y allá había otro par de ojiverdes, un tipo y una vieja, con una sonrisota y me saludaron en el peor español del planeta. Ahí me dije «Shirt, jodideishon. Esta entrevista no la paso ni por el piuts.» No sé si les ha pasado, pero cuando uno empieza a hablar en inglés y no lo domina, empieza uno a sudar por la espalda, a sentir cómo la gota cae por la ceja y no sabe cómo disimular. Uno siente que el tiempo pasa más despacio, que balbucea las palabras y que se demora 10 minutos tratando de decir cómo se imagina dentro de 5 años y todas esas pendejadas que preguntan en las entrevistas. Si uno se pone nervioso en una entrevista ahora imagínense en inglés. Very nerviosed. Después de la media hora más larga de mi vida sentí que me iba a explotar la cabeza y me fui a la primera tienda que vi a pedir gasimba con empanada, lo más criollo que se me ocurrió en ese momento. No quiero ni pensar en los que se van a vivir a Estados Unidos sin saber ni potato. Debe ser muy rudo no tener con quién descansar la mente y hablar en el idioma de uno.
En fin, no saber inglés es normal. O sea, no somos gringos. Y tampoco debemos sentirnos mal por intentar hablarlo. A uno le da oso hablar en inglés (it gives bear) porque piensa que todo el mundo se va a burlar pero, créanme, nadie se burla más de cómo hablamos en inglés que nosotros mismos. Los gringos no se burlan de uno por no hablar el mejor inglés de la vida, al menos los gringos con quienes me he cruzado. De hecho, piensen en una cosa: cuando un gringo viene y nos habla en español nosotros no nos burlamos. Nos puede parecer gracioso, pero por divertido, no por ridículo. De hecho, como que uno se esfuerza por enseñarles español, groserías incluidas. Una de las primeras cosas que aprendió Thomas fue a decir «quiubo marica» porque se lo enseñamos en la oficina. Digo, Manuel, Carlos y Melina se lo enseñaron. Yo no.
Uno tiene que perderle el miedo a hablar en inglés. Sé de oficinas en las que se ponen «english day» y procuran, por ejemplo, todo ese día hablar en inglés. Todo. Es difícil porque está hablando en inglés entre criollos, entonces no se sabe si alguien pronunció algo mal, porque ninguno lo tiene como idioma nativo. No voy a negar que eso sirve un poquito, pero no con el nivel que se necesita.
Precisamente por eso ayer estuve hablando con el gringo que les conté. Hace un tiempo hablaba con una amiga y le decía que yo siento que me falta mucho para conversar inglés bien, que hace mucho que no lo practico porque no me toca, pero a uno se le va olvidando. Y ella me habló de un sitio en el que hacía eso. Se la pasaba hablando en inglés, ella ya lleva como un año. Yo dejé pasar el tiempo hasta que ayer me dio por meterme a Cambly.com y ver cómo es la cosa. Pues me pareció un hit. Uno se conecta y tiene quince minutos para hablar con un tutor (que habla inglés nativo) que está ahí para eso, para enseñarle a uno a hablar. Entonces si uno se descacha, lo corrige, y se lo escribe en el chat. Uno de verdad aprende a pronunciarlo y a escribirlo. Lo máximo. Sin presiones de tener que hablar perfecto, sin el susto de que si uno no pregunta bien termina en otro hotel o de que va a perder la entrevista.
Ustedes saben que yo no recomiendo cosas que no me gustan o que no me parecen buenas (tengo una imagen qué cuidar, jajajaja) pero Cambly se los recomiendo totalmente, uno no se siente evaluado, ni forzado, como en otros sitios para aprender inglés, sino que se pone a hablar con el tutor de cualquier cosa. Con Ben (que es de San Fransico) nos pusimos a hablar de política, de marketing, del clima… las pendejadas de siempre, pero en inglés.
Actualización 1: Ya hablé con ellos y me dieron un código de descuento. Si quieren usarlo, escriban camblynavidad y con eso se ganan un 15% de descuento. Para que no digan que no pienso en ustedes, carajo.
Actualización 2: Acabo de leer un comentario de alguien que se queja porque menciono a Uribe. ¿En serio somos tan cortos de mente que si nos hablan de alguien que nos cae mal ya lo tildamos de «uribestia» y otro tipo de estupideces? ¿En serio estamos tan divididos que no toleramos ni un apellido? Mejor dicho, si escribo «presidente», «ex-presidente» o «senador» me van a decir que le estoy dando títulos. ¿Tengo yo la culpa de que tenga inglés arrastrado? ¿Tengo yo la culpa de que sea expresidente o de que sea senador? Hombre, bajémosle al amargue y al extremismo. Este escrito no tiene nada que ver con política. Si lo menciono es porque todos sabemos como habla inglés el señor. Tampoco tengo la culpa de que Samper, Gaviria o Belisario no tengan esa característica. Veo mal de tolerancia a algunos, los veo mal.
Hacía rato no les dejaba banda sonora de la semana. Acá va.
Les dejo enlace a la historia anónima de la semana, que esta vez viene en podcast. Sexting – El Podcast Anónimo.
Nos leemos la otra semana. ¡Chau!
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Pero si quieren les recomiendo algunas entradas anteriores: «Le pasó a un amigo: La prima«, “Le pasó a un amigo: La tenista“, «Le pasó a un amigo: El bombón«.
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