Hay días en que amanecemos que queremos patear al que se nos atraviese, ahorcar al que nos hable, odiar a medio planeta. Algunas veces no sabemos por qué es, simplemente no nos hallamos y, aunque haya noticias alegres, eso no logra animarnos. De pronto es una noticia chévere, pero no tanto como hubiésemos querido. ¿Inconformismo? Sí. ¿Negativismo? Supongo. ¿Pesimismo? Ay, que sí, no me jodan; estoy en la mala, ¡NO ME CRITIQUEN TANTO!
Perdón, me alteré.
Otras veces sí sabemos por qué estamos así y, aunque es una bobada, nos afecta más de lo que quisiéramos; y cuando uno está bajo de nota cualquier pendejada afecta el doble. En mi caso una de las cosas que más me rayan, me disgustan, es que las personas incumplan sus compromisos, y con eso me refiero no solo a citas y reuniones, sino a entregas de trabajos, esa partecita que necesitas para poder entregar la propuesta al cliente, esa tarea que quedaron en pasarte anoche pero que, por cualquier razón, no llegó a tiempo, así que empiezas a quedarle mal a los demás por culpa de otros. En fin, no sigo por ese camino porque termino mandando patadas voladoras mentales.
Cuando me preguntan «¿por qué no volviste a escribir?» o «¿qué pasó con los videos de La Patria Boba?» respondo «es que ando un poquito complicado de tiempo» pero en realidad me gustaría decir «PORQUE LA GENTE ES UNA MALDITA INCUMPLIDA Y ESO ATRASA MI TRABAJO». Pero no me quiero volver a alterar.
Hay personas que tienden a ser muy alegres, de esos que siempre saludan con un «HOOOLAAA» con ojo aguado y todo, como si no te hubiesen visto en años, aunque solo pasó una semana; personas que te dan abrazos rompe-huesos, que uno más que conversarles termina enfrentando 3 rounds de afecto y sale despelucado y todo. Yo a esa gente la admiro, gente que le alegra a uno el día. Pues esas personas también pueden estar mal y tienen todo el derecho a estarlo. Lo malo es que esas personas que siempre tienen un pimpón rojo en la nariz, que están dispuestas a alegrar el rato de sus amigos… también se ponen mal. También tienen problemas, aunque no los exteriorizan tanto. Y cuando uno los medio ve serios no comprende. Si alguien vive de mal genio, la mala cara se vuelve paisaje, pero cuando los que viven sonriendo están mal es como si se volviera noticia nacional… y a la gente que vive sonriendo no le gusta que la gente sepa que está mal. Entonces se vuelve una doble carga porque estás mal pero tienes el compromiso de estar bien. ¿Pendejada? Obvio, pero es en lo que menos quieren pensar en este momento, no los jodamos.
Todos tenemos derecho a estar mal, siempre y cuando no le hagamos daño a nadie. Reclamo el derecho a estar mal, reclamo el poder querer mandar a todo el mundo a la mierda tres veces. Claramente hoy estoy de mal genio y sé exactamente por qué es. También sé que «todo tiene solución» y que «las cosas dependen de cómo las tome», que si hoy llueve es mi problema si me amargo por eso. Pero no quiero que nadie venga a tratar de hacerme ver las cosas positivamente. YO SÉ QUE MAÑANA SALE EL SOL, NO ME JODAN. No me vengan con frases culas dignas de Coelho, no me den palmaditas en la espalda. Las personas alegres también se cansan de llevar en la buena a todo el mundo, en decir «oh, ¿no me salió ese contrato? Carambolas». «Ups, ¿otra vez me quedaron mal con el (hp) documento? Cáspita». «No vinieron a la reunión y me lavé cuando iba de camino por llegar a tiempo? Recórcholis».
Las personas que procuran estar alegres y animar a los demás también tienen derecho a estar mal.
Es que la paciencia se agota y hay que dejarla descansar. Es sano (en serio) darle un respiro a la paciencia. De vez en cuando vale la pena desahogarse y expresar el mal genio, porque si no se vuelve como una olla express que en cualquier momento puede explotar. ¿Han visto la película «Un Día de Furia» (Falling Down)? Algo así.
Para no terminar ahorcando a nadie (aquí es donde entra la parte rosa y ese puto consejo que siempre trato de dar en los Marmotazos) es que si están pasando por malos días se alejen y tomen distancia. No sé si sea la mejor solución, pero es lo que hago yo: Me alejo de las personas hasta donde se puede y se debe (porque no siempre se puede y no con todo el mundo). No respondo chats que no tengo que responder, contesto pocas llamadas, me vuelvo monosilábico. «Sonrío a manera de protesta», como dice mi prima Anita María. Y cada vez que alguien dice algo que me parece estúpido o que me genera todo tipo de ideas violentas, en mi cabeza suena música de consultorio.
A veces hasta me imagino agarrando a bate a alguien en cámara lenta. Y es bonito y está bien. Las frases como la anterior no suelo ponerlas en Facebook porque empiezan a preguntarme que qué me pasó, a darme consejos sobre cómo vivir positivamente y a decirme que la vida es bella y que no debería amargarme. Nunca falta el que viene con su omnisapiencia empalagosa a decirnos que en la vida no sirve de nada amargarse. ¡PERO HOY QUIERO! ¿ES QUE NO PUEDO? ¡TAMBIÉN TENGO ESE DERECHO, MALDITA SEA! ¡Hoy no quiero sacar el pimpón! Pero no culpo a los que me hacen esos comentarios, en serio no soy malagradecido. Son personas que quieren tu bienestar y eso hay que saberlo agradecer, aunque justo justo ese día no lo quieras. A veces no quieres que alguien te diga que la vida es bonita sino que te den cien mil dólares, o que te den ese viaje de un mes a Hawaii con todo pago.
Para terminar el consejo pasivo-agresivo que empecé a dar más arriba, hay que aceptar y reconocer cuándo se necesita tomar distancia. Desde que no afecte a nadie, están en todo su derecho. Denle vacaciones a su paciencia, dense ese respiro y verán que cuando regresen se sentirán mejor. Si quieren griten contra la almohada, jueguen PlayStation y enciendan a bala a algún extraterrestre. Y si no quieren pues ábranse y no me jodan.
Namasté pirobos.
Bueno, ya que me desahogué con ustedes, les cuento que no sé si escriba un marmotazo la próxima semana porque me voy a cubrir un evento al que me invitó IBM llamado Amplify 2017, en el que hablaremos de la tecnología cognitiva y cómo se puede aprovechar en Marketing Digital. ¡Pinta buenísimo! Los que estén interesados, voy a estar compartiendo la info en mis redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram). Es un evento muy bacano. Además conté con la suerte de que cayó para mi cumpleaños así que me lo voy a gozar completico, bitches.
Como ando tan desordenado para escribir y ando como los toreros (por temporadas) en serio les pido que se suscriban al RSS, que está arriba, en el botón «Seguir a este blog +» ponen su correo electrónico y así les llega el marmotazo cada vez que publico. Sé que varios de ustedes ya lo hacen, de veras muchas gracias. Los que ya lo hagan me avisan y les prometo un chomelo. Y si no quieren, pues hagan lo que se les dé la pinche gana.
¡Chau!
Algunas entradas anteriores: «Del dolor también se aprende«, «La falta de palabra«, «Fui a Coldplay pero no lo vi«.