Una situación desafortunada puso de nuevo de moda el término “influenciador”. Para los que no sepan, todo empezó porque un reconocido influenciador publicó un tweet alabando a Juan Manuel Santos.
https://twitter.com/Haroletto/status/888183845522214912
Que fue respondido por el presidente:
https://twitter.com/JuanManSantos/status/888200000521609217
Después de esto, un tuitero llamado @AndresFelipe publicó otro tweet diciendo que se trató de una campaña paga y que costó 71 millones de pesos. Eso lo argumentó con un pantallazo de un contrato que celebró MinTIC con una agencia. Obvio, no podía dejar de mencionar el comodín de los niños de la Guajira.
https://twitter.com/AndresFelipe/status/888531834178502657
Por supuesto eso generó todo tipo de controversias, desde decentes hasta las más descaradas y ofensivas, tanto con el presidente como con el influenciador.
Desconozco la razón por la que el señor @AndresFelipe publicó eso, o si fue el primero en hacerlo, pero (en mi opinión) quien quiera que se haya dado a la tarea de buscar dicho contrato y publicarlo, lo hizo con una clara intención de dañar. O al presidente, o al influenciador, o a la agencia. Mal. Y les voy a decir por qué.
Primero, ese contrato fue con el Ministerio TIC, no con Presidencia. Segundo, el contrato fue celebrado en el 2016 y duró un mes. Entonces, ¿con qué argumentos se asegura que ese tweet del 20 de julio de 2017 está relacionado a esa campaña?
Por otro lado, la campaña tiene una serie de condiciones que están lejos de ser “un tweet” como asegura el señor Arcos. Entonces, o @AndresFelipe es malintencionado o tiene un serio problema de comprensión de lectura. Vaya uno a saber.
Por supuesto, los tuiteros (como buenos tuiteros) se convirtieron en una turba enfurecida que sin tomarse el tiempo de leer, se dejaron convencer con mentiras (el tuitero promedio traga entero cuando hay «sangre» de por medio), e inmediatamente encendieron antorchas y se fueron a la plaza del pueblo virtual que es Twitter a quemar a los involucrados. Y por ahí de paso a cualquiera que se diga influenciador. ¡Que rueden las cabezas, carajo! Es como una inquisición pero en vez de brujas es con influenciadores.
Muchos de ustedes saben que yo trabajo en eso, que trabajo en una agencia de Influencer Marketing llamada TrendHouse, por eso me siento en la necesidad de aclarar las cosas. Y con la autoridad para hacerlo. Yo mismo trabajo como influenciador desde 2009. Hemos tenido la oportunidad de diseñar campañas de influenciadores para marcas muy reconocidas (nunca he trabajado para el sector público con influenciadores), armar estrategias, contratar celebridades, etc. Lo hicimos primero con los Premios TW y ahora con TrendHouse.
Dicho eso, quiero aclarar algunas cosas:
No, un tweet no vale 71 millones de pesos (al menos que sea de alguna Kardashian y Haroletto no es tan caderón).
Por otro lado, ese tweet fue natural, real y sincero. ¿Saben por qué lo sé? Pues porque fui a preguntar a una fuente confiable, cosa que debió hacer @AndresFelipe, quien quiera que sea. No lo conozco, es la primera vez que escucho hablar de él. Uno no sale a atacar, ofender ni a acusar de nada a nadie porque sí, al menos deberíamos estar seguros de lo que estamos acusando. Hay que ser responsables con lo que decimos.
Aparte, no es la primera vez que Haroletto habla bien de Santos, fue un tweet sincero; la diferencia es que esta vez se lo respondió el presidente. Obviamente la gente no se va a dar a la tarea de mirar y se dejan llevar por lo que diga cualquier malintencionado. El tuitero en masa es como un cardumen de pirañas: donde huelan sangre caen y despedazan. Nadie se detiene a preguntarse si lo que dicen es cierto, solo se dejan llevar por la masa.
Otras cosas se han dicho de los influenciadores: que se venden por cualquier cosa, que un día hablan mal de Santos y cuando les pagan hablan bellezas, y que lo mismo puede pasar con las marcas. Yo no les puedo negar que esas cosas pasan (porque lamentablemente hay gente deshonesta en todo lado), pero hay influenciadores que son muy coherentes y cuidadosos con sus publicaciones, que jamás publicarán algo con lo que no estén de acuerdo, ni por plata ni por nada. Precisamente es con ese tipo de personas que hay que trabajar, debemos procurar escoger bien a cada uno. Lo evaluamos, analizamos sus publicaciones, conocemos bien sus gustos y su personalidad. Si no tiene este perfil, sencillamente no trabajamos con él o ella, sin importar sus números.
Antes de contactar a cualquier influenciador o celebridad hay que analizar sus opiniones, tono y lenguaje. Es muy importante que sea alguien decente (o al menos eso hacemos en TrendHouse). Definimos su personalidad, los temas de los que conversa, miramos qué tanta credibilidad tiene y revisamos qué audiencias tiene. No es lo mismo ser un youtuber que les habla a niños entre 10 y 15 años, que hablar de actualidad o estilo de vida para un público entre 25 y 40 años. El lenguaje es diferente, el tono es diferente. Por supuesto, cada influenciador con el que trabajamos se debe ajustar a los objetivos de campaña y de la marca que nos contrata.
Si bien los números son importantes e indican algunas cosas, lo más importante es la credibilidad que tiene el influenciador, y eso se logra con tiempo y constancia. No de un día para otro comprando seguidores. Como decía Riclargo en su blog “las interacciones se pueden comprar o fingir, el talento no.”
Es importante hacer las cosas bien y honestamente, sobretodo en estos nuevos medios que aún no se han terminado de comprender. Pero también es lo interesante, porque todo está por construirse. El reto está en hacerlo bien.
Actualización, martes 25 de julio: He recibido comentarios, enlaces y contenido en el que se discute erradamente sobre los influenciadores, el tipo de trabajo y, en general, el negocio. Si alguno tiene dudas al respecto, quiere entender mejor, o incluso sigue indignado por estos temas, por favor cuénteme y lo conversamos. Públicamente si quieren, o en privado, me es indiferente.
También me dicen que el señor @AndresFelipe se caracteriza por este tipo de comentarios y por buscar «escándalos» malintencionados. No me consta, pero al menos en este caso no me pareció sensato.
Mejor dicho, si alguno tiene duda de cómo trabajan los influenciadores o quiere serlo, o esta entrada no fue lo suficientemente clara, podemos conversar en mis redes sociales.
Me encuentran en Twitter, Facebook, Linkedin e Instagram, para que hablemos por allá más seguido.
Nos leemos la próxima semana. ¡Chau!
Ah, los dejo con la banda sonora de la semana.
Algunas entradas anteriores: «La verdad de vivir solo«, «No es cuestión de enamorarse«, «¿Por qué seguimos solteros?«, «Fui a Coldplay pero no lo vi«.