Estamos mamados de que las empresas «grandes» abusen de sus proveedores. Y digo «estamos» porque sé que no soy el único. Ese abuso que cometen contra las empresas pequeñas es descarado. Es indignante ese cinismo con que después de que te contratan te dicen «Ah, y pagamos a 90 días». ¿Acaso es que las empresas pequeñas se demoran 90 días en ejecutarles? ¿Acaso es que uno les puede decir a sus empleados «te pago a 90 días»? ¡No señor! ¡Así no es!
Porque los otros que nos tienen jodidos son los de la DIAN. ¿O es que uno les puede decir que le pagamos a 90 días porque es que los clientes son así? Al contrario, la DIAN nos va obligando a pagar tan pronto uno facture, como si eso significara que la plata ya le entró a uno, y si uno no paga, los intereses son altísimos y desangrantes. El sistema financiero en Colombia es sencillamente una desgracia: La DIAN cobra hasta por estornudar, plata que uno no ha recibido porque los benditos clientes pagan tarde. Así no hay empresa que sobreviva. Ya lo decía Arturo Calle en una entrevista hace poco. La DIAN acaba con las aspiraciones de cualquier empresa que no tenga algo de fondos para subsistir. Como si al Estado no le bastara con llevarse casi el 70% de nuestras ganancias. Esta situación es insostenible. El gobierno no nos ayuda (por el contrario, cada vez pone más impuestos y le sube a los que ya existen, como el IVA), y los clientes menos.
¿Acaso uno puede decirle a Codensa o al Acueducto que le paga a 90 días? Uno no le dice al de la administración del edificio o a TIGO, Claro y Movistar que lo de agosto se lo paga en noviembre. Pero eso parece no entenderlo el sistema empresarial colombiano. O mejor dicho, obviamente lo entiende pero prefieren hacerse los g… los h… en fin, dejémoslo en tarados.
Hace unos meses, por allá en marzo, me llamaron de una agencia de publicidad en Bogotá para que le prestemos nuestros servicios. Allá estuvimos diligentemente. Corrimos para presentarles las propuestas (porque fueron varias), hicimos todos los cambios que nos pidieron en los cortos tiempos que requerían y que, casi siempre, eran para ese mismo día o al siguiente. Finalmente, de todas las campañas se aprobó una. Ahí nos vinimos a enterar que pagan a 90 días. Por supuesto llamé a los influenciadores a decirles que así sería, que lo lamento inmensamente.
Esa campaña se ejecutó durante un mes, en abril. Obviamente no podíamos facturar hasta terminada la campaña. Es decir, en mayo. Facturamos normal, y una semana después me llega por correo físico la factura. Me la regresaron «porque olvidé incluir la orden de compra». ¿GUAAAAAAAAT? ¿Pero cómo así que olvidé la orden de compra? ¿Cuál orden de compra? Digamos las cosas como son: A ELLOS se les olvidó mencionar que ELLOS debían generar una orden de compra y que luego sí podíamos emitir la factura. Tuvimos que esperar varios días, casi una semana, para que saliera la bendita orden de compra. Cuando llamé a hacer el reclamo, en teoría entendieron que fue error de su parte así que me prometieron que no se demoraría tanto en salir la factura, que no cambiara la fecha de vencimiento, que tranquilo que eso sale. ¡Terminamos facturando en junio un trabajo de abril!
Hace dos semanas se cumplieron los 90 días de la primera factura. Pasaron los días y no recibimos el pago, así que escribí por correo a la persona con quien hablé durante toda la campaña. Cualquier persona diligente habría reenviado el correo a la encargada de dichas tareas, pidiéndole que se haga cargo del asunto, copiándome en el correo. Pues no. Lo que hizo fue responderme un tiempo después con el teléfono fijo de la persona a la que YO debía llamar para averiguar qué pasó. Ojo: no estoy hablando de una empresa de 100 empleados. Es una agencia con… unas 30 personas. Estoy seguro que todos se conocen entre sí y calientan su almuerzo juntos en el microondas.
Por supuesto llamé al número que me dieron, me contestó una máquina, que nunca me dio la opción que yo estaba buscando así que seguí esperando en la línea… hasta que se colgó la llamada. Se imaginarán mi sentimiento de frustración. O de rabia, para ser sinceros. Llamé varias veces hasta que por fin alguien me contestó y me pasaron la llamada a la persona correspondiente. Ella me atendió muy amable (debo decir) pero me dijo «tu pago está programado para el 23 de septiembre». ¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ? ¿Pero cómo así? ¿No les basta con pagar a 90 días sino que ya los vuelven 120 o más? Eso sin contar las dos semanas adicionales que me demoré en facturar porque se les olvidó el detallito de la orden de compra. A ella le dije que entendía que no era su culpa pero que me parecía un descaro de parte de esa empresa que demoren tanto los pagos haciéndose los tarados con los pagos (nunca usé la palabra tarados con ella, usé otra frase más «polite»). Conclusión, lo que empezamos a hablar en marzo, se volverá un pago de octubre. Y eso que ya me había inscrito como proveedor desde el año pasado. Descarados.
Otro caso. De esos que dan ganas de ahorcar a alguien. Otra agencia, esta más grande (muy) me pidió otra propuesta de campaña, un viernes a medio día. Como siempre, todo de afán, así que la necesitaban para el lunes. La armamos durante el fin de semana y la enviamos. Pasamos varios días sin saber de ellos hasta que llamaron (otra vez de afán) pidiendo algunos ajustes. Así varias veces, calculo unas 3 correcciones y un par de semanas. Por fin aprobaron campaña y ejecutamos.
Como me considero un tipo diligente (y me sentía aprendido por la experiencia con la otra agencia), de entrada pregunté en cuánto tiempo pagan y qué se necesita para inscribirse como proveedor. Ese proceso lo hice inmediatamente, envié los cuarenta mil documentos que piden, incluyendo mi firma autenticada. Sí: todavía piden firmas autenticadas en pleno 2017. Pasadas unas semanas pregunté si ya aparezco como proveedor y me respondieron que no, que ni idea dónde están esos papeles. Que por favor los vuelva a enviar. DIOOOOOSSSSSMÍOOOOOOOO. Respiré hondo, me dije «ok, aún estamos a tiempo» y volvimos a llenar documentos, volví a la notaría y los volvimos a enviar.
Ejecutamos campaña, con el cliente respirándonos en la nuca. Por supuesto todo salió muy bien. Entregamos reporte y todos felices. Un par de días después del evento pregunté por la facturación y al otro día me dijeron que no aparezco como proveedor. ¿PERO CÓMO ES POSIBLE? SI ENVIÉ DOCUMENTOS DOS VECES. Luego supe que la persona que los recibió los dejó entre un cajón y no los había revisado, ¡¡UN MES DESPUÉS!! ¡EN UN CAJÓN!
Iba a dejar la historia ahí, pero el cliente me ha estado presionando por un detalle que falta con la campaña. Aproveché para decirle «por favor confírmeme que estamos inscritos para facturar». NO ME LO VAN A CREER. Me acaban de llamar, no les miento, hace tres minutos, a decirme que si puedo volver a enviar los documentos que porque quedaron mal. VIIIIDAAAAAAA MISERAAAABLEEEEE. ¿No podían haberme dicho esto hace un mes, cuando envié los documentos? Obviamente tengo a las personas que participaron en la campaña preguntando cuándo será el pago. Pago que ya no será en 60 días, sino en esos 60 más lo que nos demoren para poder facturar. Pues sí, tan pronto termine de escribir esto voy a volver a hacer los documentos. A ver si esta vez por fin se nos hace el «milagrito» de que todo esté como quieren. Solo espero (ruego) que no me digan que ahora debemos esperar a que hagan una orden de compra. Esperemos.
Otra triste historia, esta vez como persona natural. En mayo hice una asesoría para una reconocida empresa de co-working acá en Bogotá. Pasé la cuenta de cobro en junio. Hace un par de días, revisando entre mis documentos recordé el asunto y noté que no me han pagado. Y eso fue porque me llamaron a pedirme otra asesoría. ¿Cómo son tan descarados de pedir más cosas cuando, tres meses después, no han pagado lo anterior? Obviamente pregunté por esa cuenta de cobro y adivinen: No me han respondido.
Ahora me pregunto, ¿y si no les hubiera recordado esa cuenta de cobro, qué? ¿Se habrían hecho los tarados y no me pagan nunca? ¿En serio uno tiene que estar encima de la gente para que paguen? ¿Así de descarados son? Por eso es que los demás nos vamos volviendo desconfiados y tenemos que exigir anticipos y otra serie de cosas que no deberían ser. Pero es que nos quieren ver la cara.
En este momento estoy prestándole asesoría a una empresa por medio del mismo co-working en cuestión. Creo que no voy a seguir yendo hasta que me paguen lo anterior. O si no, perfectamente puedo perder mi plata. Si me preguntan diré que es porque no me han pagado servicios anteriores y ahí los que quedan mal son ellos.
Una práctica común en contratos grandes es que nos obligan a pagar seguros, por si uno como proveedor no cumple el servicio como está firmado. Supongo que eso se hace porque los clientes han tenido malas experiencias. Yo me pregunto: ¿Y si los proveedores exigimos que el cliente pague un seguro por si no pagan en los tiempos establecidos? ¿Es eso posible? Digo, si funciona para un lado, funciona para el otro.
Estos casos los comenté en un grupo de amigos que se dedican a lo mismo que yo y me decían frases tan lastimeras que… dan ganas de servirse un aguardiente doble y poner rancheras por despecho laboral. Varios decían que esa plata no lo ven como un pago sino como un ahorro. Que algunos se dan por bien servidos si les pagan en diciembre para poder comprar regalos de navidad. ¿En serio? ¿Esa es la pobre eficiencia de estas empresas colombianas? Qué vergüenza me dan, la verdad.
A una amiga no le han pagado un trabajo desde hace tres años. Ya se aburrió de insistir y prefirió «regalarles» esa plata. Eso más que ineficiencia de esa empresa me parece robo. En mi opinión son unos ladrones. En otra campaña como influenciadores, la persona que nos contrató renunció. Cuando nos dio por averiguar qué pasó con ese pago, no había quién respondiera. Como si eso fuera culpa nuestra. Finalmente nos pagaron ayer. Pasa tan seguido y a tantos de nosotros que da es risa triste.
Otro amigo, Mauricio (@arkhamkou), mencionó la desprotección en la que se encuentra cualquier trabajador por prestación de servicios. Si bien se está tratando de avanzar en este tema, todavía estamos muy lejos de tener algo razonable.
Para serles sincero, creo que voy a exigirle a ese par de empresas que me paguen adelantos. O empiezo el trabajo y lo paro a la mitad, hasta que me permitan facturar. Muestran la plata, mostramos el trabajo. Hay que hacer algún tipo de presión. Obvio, en este momento me puedo dar esos lujos, porque cuando juegan con la necesidad económica de los proveedores, le toca a uno agachar la cabeza y dejar que abusen. Qué triste, ¿no?
¿A ustedes les ha pasado algo parecido? ¿Será que hay algo que podamos hacer para proteger el trabajo de los freelancers, de las empresas pequeñas y, en general, de los proveedores? ¿Qué proponen?
Actualización: Muchos comentarios mencionan la posibilidad de crear un gremio de PYMES. Está visto que cuando nos unimos y trabajamos juntos, por un bien común, se logran más cosas que cada uno remando para su lado. Invito a los lectores, a ustedes, a que me colaboren con esto. Yo no tengo los conocimientos ni la capacidad para liderar algo de este estilo, pero si alguno de ustedes considera que lo puede hacer, fabuloso. Ofrezco todo lo que esté en mis manos, dentro de mis posibilidades, para apoyar.
También han propuesto hablar con senadores. Si alguno conoce o cree que le puede hacer llegar este tema a algún político relevante, bienvenido también. Creo que entre todos podemos lograr cosas. ¿No?
Por lo pronto lo que nos aconsejo a todos es que, si un cliente nos paga a 90 días, le cobremos un porcentaje adicional correspondiente a la financiación de su factura (igual que si uno difiere un pago en tarjeta de crédito y tiene que pagar más en intereses). O si lo quieren ver de otra manera, cobrar más de entrada, pero ofreciendo un descuento por pronto pago.
La banda sonora de la semana:
Esta semana fue bastante interesante, porque al dejar de dictar en la U ahora me queda más tiempo para muchas cosas (también porque contraté una Talent Manager para la agencia). Tanto así que esta semana hubo ¡DOS MARMOTAZOS! Algo nunca antes visto en la historia de la humanidad. Bueno, en honor a la verdad, el que publiqué el lunes sobre el Papa no lo escribí yo entonces no cuenta tanto, pero… chévere, ¿no?
Por eso ahora también me vas a ver más activo en redes sociales (¡más!) y asistiré más a eventos y cosas. Hay que hacer crecer el negocio. La próxima semana estaré en Cartagena gracias al BBVA. Si hay alguien por allá me avisa y nos tomamos algo (no digo café porque me imagino que allá mejor nos tomamos un mojito o algo). También espero escribir más historias de «Le pasó a un amigo», que varios me han preguntado. En fin, eso es todo por esta semana, no tengo muchos chismes.
Ya saben que también podemos hablar en Redes Sociales. Me encuentran en Twitter, Facebook, Linkedin e Instagram.
Un abrazo para todos, como siempre gracias por leer, comentar y compartir. ¡Chau!
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Algunas entradas anteriores: «Le pasó a una amiga«, «¿Por qué seguimos solteros?«, «Fui a Coldplay pero no lo vi«.