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En el fondo no es que no me importe, es que ya se me acabó la moral. “Se me acabaron las ganas”. Es como cuando tu jefe te jode tanto que ya se vuelve paisaje, o tu pareja te pelea tanto que empiezas a ignorar sus palabras, eso me pasa con el país. No creo que sea culpa del Presidente (para los que son felices culpando al gobernante de turno), porque eso viene de hace rato, no solo en Colombia. Al final la culpa es nuestra, como siempre. No hacemos nada, por ignorancia, apatía, cobardía o porque todo lo volvemos fiesta. La indignación nos dura 2 días.

¿Qué pasó con Odebrecht? Bien, gracias. De hecho amenazan con que nosotros paguemos esas deudas a punta de impuestos. Supuestamente el gobierno le debe pagar al Grupo Aval pero, ¿de dónde sale la plata del gobierno? Pues de los impuestos, de los que nosotros pagamos. ¿De dónde salió la plata que se robaron en Reficar? De los impuestos, es decir de su plata y de la mía, querido lector. ¿Y qué pasó con los responsables de Reficar? Bien, gracias. De eso escribí hace un tiempo en “Nos clavaron el IVA del 19%“.

Imagen: FlipTable / meme

Imagen: FlipTable / meme

¿Qué pasó con toda la plata de Bogotá que se robaron los Nule y los Moreno (Samuel e Iván)? Nada, se perdió; nunca la van a regresar. De pronto regresan un poquito y quedan como unos príncipes: «Ay, tan queridos, al menos no se la robaron toda». Se ha demostrado una y mil veces que compran elecciones, no solo regionales sino nacionales. Recuerdo unas denuncias de compra de votos en la costa para Santos cuando su contendor era Mockus; igual quedó elegido, no una sino dos veces. Y también sabemos que fue con plata de Odebrecht. Y siguió de presidente, no cuatro sino ocho años. ¿Entonces? ¿Qué sentido tiene?

¿Qué sentido tiene que nos indignemos por un rompevidrios si cuando lo agarran luego un juez lo libera? No duró ni 48 horas en la cárcel. De eso no hace ni un mes (fue el 18 de julio), pero ya no hablamos de eso. Hoy estamos indignados porque ayer un tipo le pasó un Jeep por encima a un conductor del SITP con el que tuvo un choque vehicular. ¡Y ya lo soltaron! Yo me pregunto ¿quién es el juez que lo dejó libre y por qué? ¿Cómo dormirá en las noches? Aunque no creo que pase nada con eso. De todas formas, les apuesto que en una semana ya se nos olvidó y nos indignamos por otra cosa.

Me mamé. Como que ya me importa “tres tiras” todo lo que pase en el país. Todos peleamos por todo, unos de un bando, otros de otro, también debido a las redes sociales, que es otro tema largo.


Las redes sociales ahora sirven para manipularnos psicológicamente. Los que han visto The Great Hack en Netflix saben de qué les hablo. Les resumo: Cada like que damos, cada respuesta, cada que compartimos un enlace, le estamos diciendo cómo somos a Facebook, Instagram y demás plataformas. Qué nos gusta, qué nos disgusta, qué nos motiva. También pasa con Google cada que hacemos una búsqueda, pero en Google no compartimos emociones ni sentimientos sino intereses. En Facebook es como si nos desnudáramos mentalmente. Jugar psicológicamente con nosotros o con nuestras emociones, no es nuevo. El algoritmo de Facebook escoge lo que nos muestra en el muro basándose en lo que más nos alegre o lo que más nos indigne. Es lógico: Es la manera que tienen de hacernos volver a la red social cada media hora a seguirnos “actualizando en noticias”. Y a ver memes, benditos sean los memes.

Facebook usa nuestra información emocional para mostrarnos anuncios y contenido.

Acá hay que aclarar algo: Facebook no vende nuestra información personal. No le da a nadie nuestra dirección, ni teléfono ni el nombre de nuestra mascota. Eso no importa. Lo que vende es algo más íntimo: Qué sentimos y qué pensamos. ¿Y cómo hace Facebook para saber qué pensamos y qué sentimos? ¡Pues porque nosotros se lo decimos! Con cada like, con cada compartido. ¿Por qué creen que ya no hay solo “me gusta” sino que hay corazón, carita triste, indignada y sorprendida? Porque eso es información emocional. Si me lo preguntan, para mí los de Facebook son muy ‘pilos’.

Ahora, toda esa información emocional nuestra la utilizan para mostrarnos anuncios comerciales, esa es la manera en que Facebook hace plata: con nosotros. Eso no es tan gratis como creemos. ¿De dónde creen que sale la plata de esa red social? De cada marca que le paga por poner anuncios. Eso es marketing, del de toda la vida. Lo que pasa es que ya no ponen una valla en la avenida, o un comercial en la novela de turno, sino que nos lo ponen en redes sociales, súper personalizado. Es como si cada uno viera un comercial distinto en televisión: mi mamá ve el de vajilla, mi novia ve el de ese restaurante nuevo de ensaladas y yo veo una malteada de macadamia deliciosa.

Así funciona ahora el marketing digital, y de hecho no está mal. Es simplemente usar la tecnología para un fin comercial, cosa que se viene haciendo hace rato. Y nosotros lo permitimos, porque no leemos los términos y condiciones, porque somos felices repartiendo “me gusta” y compartiendo noticias. ¿Sabían que aunque borremos una foto, o cerremos nuestra cuenta, Facebook sigue siendo el dueño de esas fotos y puede hacer con ellas lo que quieran? Nosotros les damos toda esa información como unos tarados. ¿O es que ustedes no se pusieron filtro de viejitos con FaceApp para reírse con las arrugas? Todas esas caras quedan en una base de datos de la empresa que lo desarrolló y con eso pueden hacer muchas cosas, vaya uno a saber cuáles. Básicamente tienen un montón de información antropomórfica de casi todo el planeta.

Foto: FaceApp

Foto: FaceApp

Usar nuestra información (la que nosotros les damos) para mostrarnos anuncios no está mal. Lo que sí está mal es que Facebook venda esa información a terceros. Me explico: Un anunciante le dice a Facebook “oiga, esta imagen con una promoción de pañales póngasela a personas que sean papás y tengan bebés menores de 2 años”. ¿Quiénes? No importa. Pero que sean papás. Algo muy diferente es lo que pasó con Cambridge Analytica, porque ellos básicamente muestran imágenes falsas para meterle miedos y terrorismo a las personas, inculcar odio, inculcar extremismo. Por eso vivimos tan polarizados. A los gringos blancos les muestran noticias de cómo los inmigrantes les van a acabar el país, y a los latinos les dice que no deberían votar, por ejemplo (eso pasó en Trinidad y Tobago, pero entre negros e indígenas).

Y todo eso reforzado por Trump diciendo que va a poner un muro y que los blancos son los dueños del país. Lo que me devuelve a mi tema inicial: Está muy demostrado que Trump manipuló las elecciones, pero sigue de presidente. Y seguramente saldrá reelegido. ¿A alguien le cabe duda de que la matanza de estos días en El Paso tiene relación con el discurso de odio racial de Trump? ¿Y qué va a pasar con eso? Nada. El tipo sale diciendo que él nunca ha fomentado eso y que lamenta los hechos. Se lava las manos y listo, en una semana hay otro tema.

Igual que en Colombia. No importa lo que pase, no importa que agarren a un violador, a un atracador que amenace de muerte a una niña a menos de que la mamá le entregue el celular, la plata y hasta el carro. Al otro día un juez indolente y descarado lo dejará en libertad porque “no representa una amenaza para la sociedad”. La policía no da abasto, pero no porque no atrapen a los ladrones sino porque el sistema judicial los libera. Así no hay policía que valga.

Y lo de la manipulación psicológica no es nuevo. Un político que regale tejas o tamales a cambio de votos está jugando con la pobreza de las personas. Un político que en campaña diga que va a pelear con la corrupción y la politiquería, y al otro día se está abrazando con un corrupto, está engañando a las personas. Alguien que se declara enemigo de otro, pero en campaña se vuelven aliados y se abrazan para la foto está engañando a las personas, jugando con sus emociones. Prometer que van a construir cosas que son económica o técnicamente inviables es engañar a las personas, es jugar con sus emociones. Y eso es ilegal. Pero no pasa nada, porque igual los eligen y nadie controla eso. A un presidente ya nadie lo tumba.

Idiotas hemos sido siempre, manipulables hemos sido toda la vida. Lo que pasa es que ahora con lo de Cambridge Analytics y Facebook nos vinimos a dar cuenta y nos indignamos (una semana). Los políticos siempre han sido corruptos, eso no es culpa de Facebook. Solo que ya nos acostumbramos a que nos roben la plata. Pregúntenle a los Nule.

A mí todo eso me produce desazón. Y por eso, aunque me importe mucho, ya no guardo esperanzas. Hace mucho no veo noticieros, no leo noticias. Eso lo único que hace es amargarme. Me concentro en trabajar, en hacer las cosas de la manera más honesta, en pelear con la DIAN porque siento que solo trabajo para pagar impuestos, y que esos impuestos solo están para que alguien más se los robe. Pero ya me mamé de pelear, igual mis disgustos no harán que se la dejen de robar en el próximo puente mal construido con mis impuestos. De nada sirve. “Me importa un culo”.

 @OmarGamboa


Los que me conocen saben que suelo escribir entradas tan fatalistas, así que acá es donde digo “perdón, me alteré”. Es frustrante ver que no mejoramos como sociedad sino al contrario, pero qué caray. Pasemos a temas más amables.

Les cuento que ya empezamos a trabajar fuertemente en los PremiosTW (premios a lo mejor de las redes sociales), que este año cumplimos 10. Ya empezamos a buscar bares para hacer el evento, que parece que será el 21 de noviembre (separen sus agendas). Esa decisión la tomamos la semana que viene cuando visite los últimos dos, ya les contaré. Eso me tiene muy contento. Y para no mezclar mucho los temas, voy a empezar a escribir en el blog de los Premios todo lo que vaya pasando con eso. Igual pondré cosas en @premiostwco en Instagram y Twitter.

Como les conté a principios de semana, estoy retomando el blog y espero escribir más seguido, así que acá nos leemos la próxima semana. Y sí, también voy a escribir más historias de Andrés y “Le pasó a un amigo”. Prometido.

Un abrazo para todos, como siempre gracias por leer, comentar y sobretodo compartir. ¡Chau!

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Algunas entradas anteriores: “Reformadme este“, “Que viva la ñoñez“, “Emprender es de valientes“.

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Ayudo a las personas a mejorar su perfil profesional, para vender más o hacerse más valioso en sus empresas. Trabajo construyendo Marcas Personales. Conferencista y profesor universitario. Bogotano por nacimiento, ingeniero de sistemas por educación (Universidad Nacional) y bloguero por gusto.

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Me encantan, estos avances. Me encantan.

The interpreter (para nosotros, La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.

Estaba viendo hace unas horas cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver La intérprete. La duda es la siguiente:

Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?

Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.

En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.

Él y sólo él.

-

Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.

Me encanta leer la columna Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.

Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.


dancastell89@gmail.com

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2 Comentarios
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  1. Para mí no se trata de indignarse temporalmente, es lo que somos, lo que es la gente en su día a día. La falta de empatía y de respeto, los insultos hacia los demás, la intolerancia al que piensa mínimamente diferente. Indignarse con los políticos y la injusticia por qué? Si son el reflejo de la sociedad colombiana.

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