Foto: Movistar Team

Como ya es costumbre, Nairo Quintana ha empezado con muy buen pie el año, exhibiendo su estado de forma en el terreno que más se adapta a sus condiciones, la montaña. Su plan de carreras sigue acorde a lo planificado por el equipo Movistar con importantes victorias entre las que se debe resaltar su segunda Tirreno Adriático y su primer gran test, será el Giro de Italia del centenario, para después afrontar el Tour de Francia.

La decisión de correr las dos grandes ha causado polémica en el mundo del ciclismo, unos en contra y otros a favor; pero la realidad es que el corredor de Boyacá es un atleta determinado que no deja nada al azar, por lo cual estoy seguro de que afrontar este reto trae consigo un juicioso análisis por parte de todos los que lo rodean.

Pasada la temporada 2016 en la que el boyacense consiguió su tercer pódium en El Tour, y su primera victoria en La Vuelta España, derrotando con autoridad al keniata con nacionalidad británica Christopher Froome, y catapultándose en la historia del ciclismo mundial, ha sentado un precedente importante en cuanto a la respuesta física de Nairo, al disputar dos carreras de tres semanas con tiempos de descanso bastante ajustados.

Con el aporte tecnológico al deporte en su más alto nivel, la prueba y error en este ámbito cada vez es más reducida, puesto que la información del rendimiento de cada atleta se guarda como el tesoro más preciado y con base en esto se toman decisiones como la del “doblete”.  Solo hasta julio conoceremos lo acertado o no del reto, pero cualquiera sea el resultado sabemos que nuestro gran colombiano tiene muchos años más para entregarle alegrías a un país que ya lo ve como un referente y modelo a seguir.