Recreación de una casa de pique del antiguo Bronx. Foto: Producción del cortometraje ’28 de Mayo’ de Jeferson Cardoza.

 

La operación Némesis empezó sobre las 4 de la mañana del sábado 28 de mayo de 2016, cuando la noche terminaba en la ciudad. Cerca de 2.500 hombres irrumpieron en esa ‘república independiente’ atrincherada en el centro de Bogotá y, calle por calle, se tomaron el famoso Bronx, que para esa hora de la madrugada era todo gritos, explosiones y confusión. Casi están por cumplirse tres años desde aquel día y las historias de lo que pasó ahí siguen contándose.

En la memoria de muchos quedaron las tres cuadras que popularmente llamaron ‘La L’; las aceras atiborradas de hombres y mujeres con la ropa raída; los locales con música a todo volumen y los coloridos ‘festones’ que ocultaban la luz del sol. Jeferson Cardoza fue uno de los tantos visitantes que tuvo el Bronx, uno de los que pudo salir y contar, desde su perspectiva, lo que pasaba en esas calles de eterna fiesta.

‘Veintiocho de mayo’ es el cortometraje que Cardoza escribió y dirigió, y que nació como un proyecto universitario que poco a poco fue ganando fuerza. Lo bautizó así por la fecha en la que las autoridades cercaron y asaltaron el  temido Bronx. Esta pieza audiovisual cuenta la historia de Ricardo, un hombre de 27 años que visitaba con frecuencia este barrio de la capital para consumir bazuco, y que un día escuchó gritos que parecían provenir de una de las tantas casas del sector. Se trata de una historia real, personal, y también colectiva, pues narra -acertadamente- la cara del horror, la tortura y el olvido que por años muchos vivieron en ese lugar.

Reconstruir el Bronx, y no solamente en el ámbito de la escenografía, sino como un ejercicio de memoria, tal y como afirma el mismo Jeferson, abre mucho más que una incógnita sobre los hechos de ese sábado de 2016. Y esa es la razón principal para hablar de este corto más allá del mero exámen cinematográfico. Hoy, cuando casi están por cumplirse tres años desde la ejecución de la operación Némesis, son muchas las preguntas que quedaron en el aire; pero, sobre todo, quedó la incertidumbre y la desazón suprema en los que un día habitaron sus calles buscando vender lo que fuera para conseguir una ‘bicha’ o un ‘bareto’.

El Distrito de Bogotá estableció una serie de puntos de rehabilitación para aquellos que buscaban salir del profundo hoyo de las drogas y la violencia, pero la gran mayoría se esparció entre los barrios aledaños buscando conquistar un nuevo Bronx. La Estanzuela y San Bernardo soportaron la arremetida de esta violencia en éxodo, las balaceras a medianoche entre los famosos ‘ganchos’ por el control territorial se volvieron comunes; los atracos, las amenazas y la basurasobrepasaron el control distrital.

¿Qué les quedó a los sobrevivientes? quizá la respuesta esté en las líricas del rap que antes retumbaban en los parlantes de «La L”. “Hoy solo queda lanzar los dados y vivir de nuevo, beber desnudo en la botella en que me hospedo”, así reza una rima de Alkolirykoz, una de las bandas más famosas de rap en el país, y que mayor popularidad alcanzó entre las paredes del Bronx. La música también hizo parte de la barca en la que navegaban, trabados, jóvenes, adultos, viejos e incluso niños. Líricas de la calle que armonizaron el consumo de perico y marihuana y que, por instantes, los transportaban a otras dimensiones fuera de la violencia y el olvido al que los sometía el Bronx.

Retratar las realidades el Bronx, o mejor aún, las surrealidades que se vivían entre la droga, el abuso, la sangre y la indiferencia, hizo que el corto ‘28 de mayo’ llegara montado en esa barca al Mórbido Fest, uno de los eventos internacionales más importantes de cine. Para Jeferson es vital visibilizar esta cara que permaneció oculta durante mucho tiempo como una garantía de no repetición.

La indigencia sigue siendo el escudo, los ‘ganchos’ se aprovecharon de los habitantes de calle para hacer crecer el lucrativo negocio de la droga. Resulta desgarrador ver las grabaciones de seguridad en las que los temidos ‘Sayayines’ se llevaban niños cubiertos de mugre entre los edificios y después simplemente se esfumaban. Pero también de ellos se aprovecharon los políticos que jugaron con el hambre y la necesidad para incrementar su popularidad. Se aprovecharon de la ciudadanía que un día clamó por su ayuda y, luego, los llamaron, despectivamente, ‘desechables’.

’28 de mayo’ es la historia de la indigencia, de los invisibles que sobreviven en esta ciudad de la furia, pero que tuvieron algunos minutos dedicados en el Cinépolis Chelsea Auditorium de Nueva York, pues el cortometraje participó en el Colombian Film Festival en esa ciudad.

Esta población ‘flotante’, como insisten en llamarla desde los entes de control, seguirá habitando nuestras calles, con los ojos mucha veces rojos por la traba o clamantes de alimento. Probablemente la ciudad siga su ritmo frenético ignorando su existencia, pero las palabras de Comanche, el histórico líder muerto de la antigua calle del Cartucho que habló ante el Concejo de Bogotá, se hacen más que reales: “Da risa la incapacidad oficial que se vuelve violencia cuando no puede volverse respuesta”.

‘Veintiocho de mayo’ es una oda a la memoria de los hechos con los que amanecimos en Bogotá ese sábado de 2016; un visor para evidenciar con ojos propios esa cara oculta de la ciudad. Y este escrito una dedicatoria a las almas del Bronx que purgaron muchos años en las calles de ese infierno y que, desde ese día, están desaparecidos: resistan.