Hace unas semanas  el diario La Tercera de Chile publicó una corta nota sobre la intención que se tiene en este país de tipificar el acoso sexual callejero como delito, con el fin de sancionarlo.

La nota, corta y descriptiva, contenía las declaraciones de Claudia Pascual, ministra del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) en las que explicaban que el tema no consigue la atención que debiera y tampoco se sanciona.

Por eso la necesidad de incluirlo en la ley sobre violencia contra las mujeres que está por aprobarse y que también contiene a la violencia doméstica, física, sexual, sicológica, y obstétrica, entre otras.
La nota recibió 155 comentarios de los cuales más de 65 eran de hombres. Hombres que en su mayoría criticaban o se burlaban de la medida argumentando que estaba diseñada por feministas o “feminazis” —como la llamaban algunos—. Otros, en tono de chiste, afirmaban en sus respuestas que a pesar de la medida seguirán “piropeando” a las que se lo “merezcan”.

No faltaron los comentarios obscenos y furiosos. Los resentidos.  Muy pocos salieron a defender la medida o a solidarizarse con quienes se han visto afectadas por el acoso sexual callejero.  Los que lo hicieron ponían a consideración la idea de enseñarles a las mujeres a defenderse y a pedir respeto en las calles para evitar la necesidad de sanciones o castigos legales.

Pero no es raro ver este tipo de reacciones frente a temas que tocan fibras profundas y enquistadas en culturas machistas, donde por años se ha visto como normal que el hombre ejerza control a través de estos comportamientos.

En especial cuando se está dejando por fuera a una de las partes más importantes de la problemática: los victimarios.

Hace un rato ronda la idea de incluir a los hombres en todas las discusiones sobre violencia contra las mujeres.

Hoy existen organizaciones, grupos de estudio y expertos que saben  que los hombres deben ser parte del equipo cuando se toman estas decisiones. De lo contrario, la implementación de leyes como esta no tendrá el efecto deseado. Quienes están en contra de la medida o no entienden lo que es Acoso Sexual Callejero, seguirán en el extremo contrario resistiendo con todas sus fuerzas el cambio necesario para el éxito de la medida.

La inclusión de los hombres es finalmente lo que se requiere para conseguir un cambio cultural frente a este tema y lograr que medidas como la que ya tiene Perú y esta ad portas de ser implementada en Chile tengan los efectos deseados.