Mientras oía los comentarios de una amiga embarazada que se quejaba por no poder tomar debido a su estado, este viernes en Nueva York aprobaron una ley que indica, entre otras cosas, que los restaurantes no pueden negarles trago a las mujeres embarazadas y que los porteros de los bares no pueden impedir su entrada.
Varios medios de comunicación reportaron que la medida, dada a conocer por la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad, “busca romper con los estereotipos y juicios sobre cómo las mujeres en embarazo deben comportarse, sus capacidades físicas y lo que es o no saludable para un feto”.
Yo, como la Comisión, creo que son las mujeres las que deben responsabilizarse por su salud y la de su bebé.
Es claro y conocido que para bien o para mal, todo lo que las mujeres hagan mientras esperan un bebé afectará física, emocional o psicológicamente al infante. No en vano durante las primeras citas de control, los médicos hacen una lista de recomendaciones sobre nutrición, descanso, y deberes de la futura madre con el fin de protegerla a ella y a su bebé.
Pero eso no quiere decir que sea fácil. Los cambios que una mujer debe hacer cuando está en proceso de gestación son parte del entrenamiento que hace la vida para lo que viene mas adelante. Para mí, es otra oportunidad en el destino para ser un mejor ser humano.
Pero claro, dependiendo de la madre, las recomendaciones pueden sonar blandas o exageradas. La madurez y la situación económica y social, juegan un papel central en la implementación de los cambios que se exigen durante este periodo de vida. Y es ahí, tal vez donde las líneas empiezan ser difusas.
No es lo mismo exigirle a una adolescente en embarazo que evite las fiestas y los excesos que a una mujer de entre los 30 y los 35 años. O pedirle a una joven en sus 20´s que deje de asistir a bares o discotecas que pedírselo a una mujer que a los 40 ha decidido ser madre.
Mas aún, todavía existen prejuicios frente a lo que puede o no hacer una mujer en embarazo cuando realiza actividades físicas y laborales, y son constantes los juicios que sobre estas últimas hacen empleados y empleadores afectando en últimas a las embarazadas.
Pero volvemos a lo mismo. Es la mujer la que debe tomar las decisiones correctas. O en su defecto, las incorrectas para aprender en el camino.
La medida tomada esta semana en Nueva York le devuelve a las mujeres el poder de decisión y la oportunidad de reflexión sobre lo que se debe y lo que no, cuando se espera un hijo.
Una sociedad con mujeres capaces de decidir sobre el bienestar de ellas y de sus hijos es una sociedad con real potencial de progreso.