Gracias a un colega, me topé con una maravillosa columna escrita en el New York Times el pasado 10 de septiembre por Andi Zeisler, quien describía cómo a lo largo de la actual campaña presidencial en los Estados Unidos, el término “perra” (bitch) se ha usado para señalar despectivamente a la candidata demócrata Hillary Clinton, obteniendo resultados completamente contrarios a los esperados. De ahí el título.

La palabra se ha usado en el pasado para silenciar o criticar a las mujeres dominantes, fuertes, decididas; a las que no les importa el qué dirán y que saben que cuando se rompen estereotipos, se genera controversia; o a las que a pesar de las críticas y los rechazos siguen adelante con sus ideas y convicciones; o a esas que retan el status quo para lograr los cambios necesarios para una sociedad más equitativa y equilibrada.

Y así lo han usado los seguidores del republicano Donald Trump, contendor de Clinton en las presidenciales. Por eso ya no es raro ver admiradores del candidato portando camisetas con frases como “desaparezcamos a esa perra” o jóvenes que no tienen problema en gritarle a viva voz “abajo la perra”.

Para su desilusión, el término ya no es solo referente de connotaciones negativas. Al contrario. Hoy, muchas de las mujeres que se han atrevido a penetrar el mundo que antes era exclusivamente de los hombres en el trabajo, en los deportes, en los círculos políticos y científicos – por mencionar solo algunos- , han sido en algún momento de sus carreras o a lo largo de ellas, consideradas “perras”. Perras por tomar decisiones, por defender sus creencias, por influenciar a otros, o perseverar en sus objetivos, o por ocupar roles tradicionalmente masculinos.

Y los seguidores de Clinton lo saben. Quienes la apoyan lo hacen sabiendo que su carrera y su vida ha estado marcada por todas estas características. En vez de sentirse ofendidos por el uso del término, se expresan confiados en que esta mujer tiene todas las calificaciones adecuadas para lograr lo que se proponga con decisión y perseverancia. Saben que Hillary es una líder cuyo poder va mucho mas allá de los círculos privados, o de su hogar o su familia. Saben que a ella no le importa que sus actos no vayan acorde con las expectativas.

Y todo esto la hace una “PERRA”. Una “PERRA” ideal para su próximo trabajo.